2.- LA REENCARNACIÓN.
Es la segunda concepción de
la supervivencia post-mortem y consistiría en que una persona muerta vuelve a
nacer en un tiempo posterior y con otro cuerpo.
Pero si lo que nos
individualiza es la materia, nuestro cuerpo, si nuestra alma renaciera en otro
cuerpo distinto al mío, ya no sería yo, sería otro individuo.
Es verdad que el cuerpo de
cada uno de nosotros, desde que nacemos hasta que fenecemos, va cambiando
constantemente y cada uno de nosotros seguimos siendo la misma persona cuando
éramos niños, jóvenes, maduros o viejos, pero esto nada tiene que ver con la
reencarnación porque nuestro cadáver irá destruyéndose sin dar lugar a un ser
humano.
La reencarnación no puede,
lógicamente, preservar la identidad personal pues entre la muerte del primero y
la aparición del segundo siempre habrá un hiato espacial (y casi siempre
temporal) sin continuidad y sin conexión física, ningún enlace causal material
entre el cuerpo que fallece y el que nace.
a.- Que existe el alma.
b.- Que el alma es el cerebro
(centro de recuerdos y de vivencias de toda una vida)
c.- Que el cerebro del otro
está ausente o se ausenta para dejar sitio al nuevo cerebro encarnado.
d.- Que ese nuevo kit
cerebro- cuerpo es idéntico al antiguo kit.
e.- Que si somos el conjunto
mente-cuerpo, al ser un cuerpo distinto ese “yo” no puedo “ser yo”, sino otro
yo distinto.
f.- O que puede haber cuerpos
vacíos de cerebro en el que puede encajar mi cerebro-mente-alma
3.- LA RESURRECCIÓN
Resucitar significa que un
cuerpo, ahora cadáver, se regenere y vuela a la vida.
Era la concepción dominante
entre los judíos y en tiempo de Jesús (que resucitó a Lázaro no mucho tiempo
después de haber muerto).
Y una de las prueba de la
resurrección era encontrar la tumba, en la que había sido enterrado, vacía.
Pero uno no resucita, lo
resucitan y tamaña hazaña sólo es posible para un ser omnipotente.
Pero imaginémonos a un caníbal,
que se alimenta de hombres y que ha comido a varios hombres, ¿pueden éstos ser
resucitados?
O, también, dado que las
moléculas que componen el ser humano están reemplazándose constantemente (¿cada
7 años se renuevan todas?) entonces Dios podría resucitar a 10 Sócrates
(suponiendo que hubiera vivido 70 años) y todos ellos serían Sócrates, lo que
se hace absurdo que puedan ser resucitados 10 Sócrates iguales y distintos a la
vez y cada uno de una edad diferente.
La doctrina católica dirá que
sólo sería a un solo Sócrates “en el momento de su esplendor físico”
Aunque, para que haya continuidad
espacio-temporal debería resucitar, al instante, con el último cuerpo, sólo así
puede haber continuidad muerto-resucitado, pero si fuera un tiempo después no
podemos afirmar ya la identidad, al faltar la continuidad.
No basta que la tumba esté
vacía, sería necesaria la instantánea resurrección tras la muerte para que se
conserven todos y cada uno de los componentes del cuerpo pero si hay un hiato
(y no podemos saberlo, porque lo enterramos, al día o días siguientes volvemos
al sepulcro y ya no está ¿qué ha ocurrido entre tanto?).
Dado que el principio de
contigüidad queda roto, la identificación de un resucitado con el muerto
siempre será problemática.
Si muere un anciano ya
decrépito o un niño recién nacido (o nonato) y es con ese cuerpo con el que se
junta el alma, y así para toda la eternidad, la verdad es que parece una
impostura.
Y si se une con el cuerpo en
su mejor estado físico se rompería el principio de contigüidad.
Esto afirmará un
corporalista: “yo no soy mi alma y si sólo las almas se salvan, Yo no soy
salvado, ni lo será hombre alguno”
A no ser que metamos a Dios
(infinitamente poderoso) en medio y nos re-cree otra vez como ya nos creó una
primera vez.
La idea del nuevo “cuerpo
espiritual” (“soma pneumatikón”) se remonta a San Pablo pero ¿cómo va a poder
ser “espiritual (inmaterial) un cuerpo (material)?
Es algo que no se entiende,
algo incoherente, ¿qué espacio podría ocupar un cuerpo así?, más bien parece
ser un fantasma (¿y éstos andan, comen, ven, oyen,…?) O todo sería fingido. ¿Tendría
y podría tener y hacer sus necesidades fisiológicas?
¿Y qué razones tendría Dios
para resucitar a todos los hombres, incluso a los que han blasfemado contra Él
o son ateos teóricos y prácticos, o simplemente no creyentes y/o agnósticos?
Porque se da por supuesto que
la resurrección, al final de los tiempos, va a llevarla a cabo ese Dios
Omnipotente y, según la creencia, muchos irían al infierno por su mala conducta
en vida.
¿Resucitarlos para
condenarlos, un Dios, sí, Infinitamente Poderoso, pero también Infinitamente
Bueno y, para más “INRI” infinitamente Justo.?
Puede creerse si, así, se es
más feliz, pero que no se intente dar razones a esa creencia a no ser que nos
gustaría que así fuera y yo fuera uno de esos elegidos para estar a la derecha
del Padre.
Pero es, otra vez, la
“falacia conativa” de G. Puente Ojea: “Por el mero hecho de desearlo no puede
concluirse que vaya a suceder, además, suceder así, como yo quiero que sea?
Si, puesto que no hay razones
concluyentes para demostrar que Dios existe, las razones para creer que ese
Dios OMNI-TODO va a resucitarnos al final de los tiempos “con el mismo cuerpo y
alma que tuvimos” es algo que choca
frontalmente con el intelecto de cualquier persona medianamente racional.
¿Que te hace feliz creerlo?.
Pues adelante, pero no intentes dar razones, sencillamente di que lo deseas,
que lo quieres, que te encantaría,… y nada más.
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