Hablando correctamente hay
que decir que la Filosofía
no tiene nacionalidad, está por encima de la territorialidad, es Filosofía,
reflexión racional, y punto.
Aunque luego hay que matizar que, en Europa, ha
habido y hay muchos filósofos alemanes, británicos, franceses,… y pocos
españoles, aunque los hubo (Suárez), y muy buenos filósofos, pero sobre todo
teólogos y juristas, en la Época Moderna, pero hoy no tantos.
También en español, pero hoy
la filosofía en español está más por hacer que ya hecha.
Un Séneca, un Maimónides, un
Averroes, son ejemplos de lo anteriormente dicho (españoles los tres)
Pero en la Europa Cristiana , que luchaba
contra las otras dos religiones del libro, se aprovechó de las anteriores más
como estrategia de defensa y de ataque que como convicción, lo que le permitió
combatir en el mundo de las ideas y frenar el empuje de los infieles, al tiempo
que descubría un nuevo mundo.
Hoy, ya ni siquiera la Iglesia de Roma piensa ni
se expresa en latín (aunque las Encíclicas papales se titulen en latín).
Todos sabemos cómo las
lenguas maternas son las que modelan la plástica inteligencia infantil,
troquelando su modo de pensar y modo de ver el mundo, dotándole de categorías,
conceptos e ideas a través de su lengua materna que le ofrecerán una cosmovisión
y no otra.
Tomemos a niños de distintos
territorios en que se hablen lenguas distintas y veremos cómo piensan de
distinta manera sobre los mismos fenómenos, por la influencia familiar de los
primeros años, en su lengua común.
La filosofía, por su propia
naturaleza crítica, siempre se ha mantenido en una situación de inestabilidad
en sus relaciones con el poder, sea éste el poder de las Iglesias, sea el poder
de los Estados.
Recordemos la Filosofía Escolástica
Cristiana frente a la musulmana o judía.
Pero muchas veces se alió con
el poder, defendiéndose ambos mutuamente, juzgando y condenando a los críticos
y desafectos, con permiso del poder civil, pero otras veces contra el poder,
siendo perseguida o arrastrada hasta la catástrofe (la filosofía alemana y los
campos de exterminio nazi).
España fue heredando la
cultura latino-cristiana, pero también la visigótica, la musulmana, la judía y,
por supuesto, las mismas culturas precolombinas.
Como si al recibir tanta
herencia se hubiera adormecido su inteligencia creadora.
Pero si la historia es la que
ha determinado que el español sea una lengua hablada por cientos de millones de
personas, también la historia ha determinado que el guaraní, el vasco o el
catalán sigan hablándolo minorías que, la mayoría de las veces, son
exclusivistas y “ombliguistas”
Sabemos por la historia que,
así como la Reforma
triunfó apoyándose en el idioma y en el poder civil de pequeña escala contra el
poder del Papa y del emperador, la Contrarreforma ató de pies y manos para que en su
seno no se produjeran desafectos y críticos bajo la amenaza de exclusión, lo
que cerró la posibilidad de que surgieran pensadores con ideas nuevas, sobre
todo en España, durante siglos, llegando a ser considerada como “la reserva
espiritual de Occidente” que, de ser una loa, más bien fue un freno (recordad
el pensamiento libre y a los intelectuales de la segunda República la pérdida
tan brutal del llamado “destierro intelectual”, sobre todo a tierras
hispanoamericanas, donde emigraron todos los grandes talentos en sus distintos
campos, produciendo, allí, lo que la sociedad española sembró en ellos).
Eso el “destierro exterior”,
sin contar el otro destierro, el
“destierro interior”, durante el régimen, donde, los que se quedaron y no
emigraron, eran expulsados de sus cátedras si no se reconvertían al nuevo régimen.
España parece que durante los
últimos 4 ó 5 siglos hemos tenido poca suerte.
Por eso, lo que dijimos al
comienzo, “la filosofía en español está más por hacer que ya hecha”, aunque
tengamos grandes conocedores y seguidores de otros intelectuales, con las
debidas excepciones de un Ortega y Gasset, de un Severo Ocho, de un Unamuno, y
algunos más.
España, con un bello pasado y
un triste presente vive en un incierto futuro.
España, como toda vida
humana, personal y colectiva, ha tenido una historia hecha de triunfos y de
derrotas, de esperanzas y de desesperación, de luz y de tinieblas, de belleza y
de fealdad.
España fue un espacio
propicio y una gente acogedora en que toda civilización que llegaba quería
quedarse y se quedaba y fueron tantas, tan ricas y tan variadas las herencias
que nos dejaron que no supimos o no quisimos aprovecharnos de ellas y hacerlas
engendradoras de mentes preclaras que siguieran rentabilizarnos la herencia.
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