LAS DOS ESPAÑAS.
Y no estoy refiriéndome a la
republicana y a la franquista, esas de “españolito que vienes //al mundo. Te
salve Dios. Una de las dos Españas // ha de helarte el corazón” – de Machado.
A él, ya nacido, militando en
una de ellas, la otra le heló el corazón, junto al corazón de su madre, tras
pasar los Pirineos y llegar a Colliure, donde están enterrados.
Me refiero a la España de antes del 98
(1.898) y la de después de ese año, la que sembraría de pesimismo las mentes de
los mejores pensadores de la generación del 98, que representó una gran crisis
de identidad: lo que éramos, hasta ayer mismo, y lo que somos, ya, hoy.
Los de la Generación del 98
se preguntaban, con angustia y
desconcierto, ¿Qué es España?
Y es que, a principios del
XIX, España abarcaba, aún políticamente, una gran parte de América.
El nombre “España” designaba,
también, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Bolivia, Guatemala, Colombia, Perú,
Argentina. Chile, México, Florida, California y Filipinas.
El desastre del 98 es la
pérdida de todos esos territorios allende los mares y España quedar reducida a la España Europea , una mínima
parte.
Lo que significó un trauma
histórico, la ruptura con esa otra España, de gran amplitud geográfica y
proyección universal, “en la que no se ponía el sol”, porque cuando no estaba
en Filipinas, estaba en Cuba y demás territorios hispanoamericanos o en la
reducida, sin sangre, y apenas sin importancia, España europea.
Sin embargo lo que sembró en
esa otra España llegó a fructificar y más, todavía, sin le añadimos el exilio
español de los años de nuestra guerra civil (“nuestra incivil guerra civil”)
Y no sólo México, que sería
llamada la “nueva España”, también Argentina.
¡Lástima que nuestros
intelectuales, y de todo tipo, no sólo filósofos, tras haberse formado en esta
España, tuvieran que ir a sembrar, a
echar raíces y a fructificar en sus antiguas colonias, ya naciones
independientes pero con el recuerdo de su antigua metrópolis¡
El tema de la violencia está,
desgraciadamente y casi siempre, de actualidad, sin embargo se sabe, muy poco
de sus causas.
Los científicos suelen
dividirse entre quienes ven, fundamentalmente, factores biológicos tras ella y
quienes conceden mayor importancia a los factores sociales.
Sin embargo, y antes de
decidirse por una de las partes, es necesario distinguir entre “agresividad” y “violencia”
porque mientras la primera es instintiva, la segunda es siempre un producto de
la interacción entre la cultura y la biología, es decir, que se produce cuando
determinados factores culturales inciden sobre la agresividad.
Con esta distinción se abre
un camino a la esperanza porque, si en la violencia intervienen factores
dependientes de la cultura, entonces educar “en” y “para” la paz, puede
ponérsele remedio.
LOS VALORES.
Carlos Díaz es un filósofo
muy prolífico.
Al tratar el tema de los “valores”
defiende que quien esté convencido al identificar los valores bursátiles con
los valores humanos, que quien posponga los valores del “ser” a los valores del
“tener”, pasando por alto que el primer y principal valor es la persona humana,
tarde o temprano, “desayunará con la abundancia, comerá con la escasez, cenará
con la miseria y se acostará con la desesperación, pues constituye el máximo
despropósito valorar más las cosas que las personas”.
Con lo que estoy total y
absolutamente de acuerdo.
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