1.- El cultivo de las
ciencias objetivantes, que nos proporcionan un conocimiento con pretensiones de
verdadero acerca de las leyes de la Naturaleza y de la Sociedad y nos permiten
dominar y explotar tanto esa naturaleza externa como nuestra naturaleza social
mediante la técnica, que es la aplicación del conocimiento como poder al
servicio de nuestros fines.
Este doble dominio debía
eliminar las servidumbres de nuestra condición de seres sometidos al azar, la
incertidumbre y los prejuicios, para abrir paso a una colectividad de
individuos libres de la enfermedad, de las calamidades naturales, de la
resignación, de la superstición, de la criminalidad y de la indefensión.
Liberarnos incluso de la
muerte (Condorcet), el viejo sueño, quizá el mayor deseo humano.
Y todo eso, y más, podría
conseguirse sólo aprendiendo y buscando cooperativamente la verdad, a base de
intercambiar argumentos racionales.
Así haríamos realidad el
“progreso”, como el producto de nuestra acción, de nuestro esfuerzo, y no como
un acontecer del que no seríamos responsables.
Sometiendo, así, todas las
condiciones a nuestro control y hacerlas menos azarosas.
Hoy sabemos que ese progreso,
a base de ciencia y de tecnología, que garantizaría el progreso material, no
garantizaría el progreso moral y social.
Sabremos más, dominaremos
más, dispondremos de más y mejores productos, “tendremos” a nuestra disposición
una infinidad de artilugios, pero no “seremos” mejores.
El reino del “tener” vs el
reino del “ser”.
2.- El proyecto de la Ilustración es,
también, un proyecto “normativo” en busca de una “moral universalista, de la
libertad, de la igualdad y de la fraternidad-solidaridad o justicia entre todos
los seres humanos atendiendo únicamente a su “condición de hombres”.
Morales universales,
imparciales y racionales, tratando a los otros con respeto, como “fines en sí”
y no como “medios-para”.
Un derecho igual para todos,
con independencia de su origen, su raza, su clase, su sexo,…
Incluso el proyecto de un
orden político democrático y constitucional, sea monárquico o republicano, con
la separación Iglesia-Estado y el paso de “súbditos” a “ciudadanos”, libres e
iguales, ideales de las dos Revoluciones, francesa y americana, y a través de
la educación, del diálogo racional, de la eliminación de prejuicios, del
aumento de conocimiento (Kant) y que sería el germen de la futura Sociedad de
Naciones y posterior ONU: la idea de una confederación mundial de naciones que
regulen jurídicamente sus relaciones y erradiquen las guerras entre las
naciones del planeta Tierra.
En fin, filantropía,
benevolencia, libertad, derecho, cosmopolitismo y tolerancia,…= conceptos
normativos típicos de la
Ilustración.
3.- El proyecto de la Ilustración prestaba
igual importancia a la esfera de lo estético que a la esfera del conocimiento
científico y a la esfera normativa.
Las capacidades del gusto y
de la cultura artística, como elementos de la nueva libertad del individuo.
Esfera artística en la que se
incluyen, también, la literatura y la música pero ya no sometidas y
subordinadas a algo exterior a ellas mismas, sea la religión, la moral, la
política o los intereses del Príncipe o del burgués.
Ampliando, así, la esfera de
lo humano hasta sus límites y siendo necesaria la crítica, tanto del arte como
de la literatura como de la música.
La función social de esa
varia y variada crítica tiene como meta conducir a un número cada vez mayor de
individuos a la ilustración estética y contagiarlos de la necesidad del arte.
4.- El proyecto de la Ilustración se
completa con la pretensión de desarrollar una filosofía crítica que sea la
autoconciencia reflexiva del proyecto mismo.
Filosofía crítica tal como
fue ejercida por un Rousseau, o por el último Kant, o por Fichte.
El desarrollo de la Ciencia y de la Técnica (1), de la Moral Universalista
(2), del Derecho Formal y de la
Democracia (3) y de un arte como finalidad sin fin (4), en un
proceso ininterrumpido de progreso.
Esa Filosofía Crítica,
inaugurada por Rousseau continuaría, filosóficamente, con Hegel, Marx, Husserl,
Wittgenstein, Sartre, Adorno, Habermas,…
Se ha aprendido mucho, en los
siglos posteriores, de esa múltiple y variada crítica.
Pero, tras el resfriado
postmoderno y haciendo balance de qué es lo que resulta irrenunciable
(salvable) de la Modernidad
es/puede ser:
A.- Irrenunciable es la idea
de Democracia y la exigencia de vivir en un orden ético y político, en el que
los ciudadanos sean libres e iguales y en su derecho a buscarse la felicidad
cada uno a su manera y poniendo el énfasis en los consensos de los agentes
políticos.
B.- Irrenunciable es el
desarrollo de la Ciencia
y de la Tecnología
como medios de mejora de nuestras condiciones de existencia.
Conocer qué es la vida, qué
es el entorno que nos rodea, qué es nuestra propia naturaleza.
Pero esos medios,
irrenunciables, deben estar fiscalizados social, política y moralmente por una
opinión pública libre e independiente.
Tanto el conocimiento como la
educación son formas de razón irrenunciables.
C.- El cultivo de todas las
prácticas artísticas.
D.- El cultivo de una
Filosofía Crítica. ¿Filosofía? SÍ, por supuesto, pero CRÍTICA, que clarifique,
que ilumine, que separe el trigo de la paja.
Ya el viejo Aristóteles lo
decía: “si para dejar de filosofar, hay que filosofar, entonces es que hay que
filosofar de todas maneras.
Estas 4 cosas me parecen
irrenunciables en y para esta Segunda Modernidad.
Creo que el camino emprendido
por la Ilustración
del XVIII nunca se ha abandonado, pero sí se ha ralentizado, sí se han cogido
ramales, sí se
ha empleado demasiado tiempo
en los pequeños detalles en vez de seguir con paso firme aquel primer camino en
el que comenzó a fraguarse el gran proyecto.
El resfriado postmoderno sólo
ha sido/sólo debe ser un paréntesis de la presencia de la salud, pero nunca
debe ser un estado permanente.
Además, ni durante el
resfriado, dejaron de ponerse en práctica esos cuatro pilares pero se dudó de
ellos porque el futuro que se preveía en el presente en que se vivía causo una
gran decepción.
¿Cómo fueron posibles las
guerras mundiales, los regímenes nazis y fascistas, siendo tan irracionales?
La inseguridad se hizo
presente y el camino primero emprendido, que no se abandonó, sí se ralentizó al
pararse a reflexionar sobre tanta sinrazón triunfante.
“La condición postmoderna”,
de Lyotard, es la defensa de la tesis del final de los metarrelatos y la
pérdida de la fe optimista en el progreso.
El futuro es una incógnita
abierta y se duda de poder llegar a ese estado feliz al final del camino, pues
son muchos los enemigos que van apareciendo por todos los lados, generando el
pesimismo.
Pero ha habido y hay un
progreso en el rol y en el status de la mujer, progresos a diario en medicina,
cirugía y sanidad, progreso en las comunicaciones.
La postmodernidad parece
ser/haber sido un simple paréntesis en el texto ilustrado, un período o una
fase dentro de la modernidad, algo que tenía que ver con la lógica cultural del
capitalismo tardío.
Lyotard llegó a sostener que
la postmodernidad es el momento más radical de la modernidad.
Y la Filosofía , como Sísifo,
siempre intentando ajustar soluciones nuevas a los nuevos problemas, siempre en
camino, no hay seguridad total ni verdad absoluta, sólo acercamientos cada vez
más cercanos a la meta.
Cuando los marcos cambian, lo
que dentro de ellos ha de haber no puede ser lo mismo que antes había.
La razón se mueve/tiene que
moverse entre el absolutismo de antes y el relativismo de ahora.
Tener razón o dar razón a
otro no es de manera absoluta, sino por aproximaciones.
El que hayamos abandonado las
verdades teológicas o platónicas no debe implicar que la filosofía renuncie a
la categoría de verdad y quedarse tan campante en el aire.
La bioética cada vez está
exigiendo más a todos los ciudadanos, así como la puesta en práctica real, no
sólo teórica, de los derechos humanos a nivel universal.
¿Una justicia universal? ¿Un
derecho internacional universalmente reconocido? ¿Una República universal?.
Hasta la ampliación de los
derechos a los animales sentientes (Peter Singer)
La defensa del medio ambiente
y la lucha contra la contaminación atmosférica, luchar por el clima.
La segunda modernidad no
puede ser tan bárbara como la primera con la naturaleza y con las especies
animales distintas a la nuestra.
La explosión de las prácticas
artísticas, en las que todo vale y todo está permitido (no hay más que visitar
ARCO cada año para que surja la pregunta sin respuesta: ¿qué es el arte?
Frente al monismo y el
monoteísmo de la Ciencia
y de la Tecnología ,
así como la cultura normativa para la convivencia, aparece el politeísmo de la
república de las artes en la que todos mandan y nadie obedece, yendo cada uno a
su bola.
Es arte todo lo que dice el
artista que es arte.
¿Quiénes y Cuántos entienden
el arte?
¿O es que no está en su
naturaleza que tenga que ser entendido?.
Yo he asistido a varias
exposiciones de arte moderno y no hago más que hacerme preguntas a las que no
encuentro respuestas.
(Una segunda modernidad. De
Gerard Vilar)
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