¿UNA SEGUNDA MODERNIDAD?
En la primera fase de la
modernidad se creyó que estos procesos llevarían, con seguridad, a una sociedad
emancipada, de hombres y mujeres libres.
La crisis de este modelo,
radicalizada durante el período de la llamada postmodernidad no ha invalidado
ni el objetivo ni las grandes líneas de modernización, aunque ha puesto de
relieve su contingencia, su falibilidad y la necesidad de aprender más y más de
prisa.
Los innumerables problemas
del presente sólo podrán enfrentarse con un nuevo y más crítico y riguroso
impulso de los procesos de modernización, esto es, con una Segunda Modernidad.
¿Qué es lo que resulta
irrenunciable (salvable) de la
Modernidad después de las críticas postmodernas y la crisis
de la modernidad ilustrada?
Pero interpretar el presente,
para poder actuar sobre él, es siempre fatigoso porque el mundo es totalmente
distinto al de hace algunos años, en el orden político, económico, tecnológico
y cultural, lo que ha causado una transformación radical del mundo en que
vivimos.
La globalización, el triunfo
del capitalismo liberal y el fracaso de las distintas formas de socialismo, las
nuevas y sutiles formas del imperialismo, los imperativos del dinero y de las
nuevas tecnologías, el terrorismo y su escala creciente,…non poden delante de
problemas y dilemas morales, políticos, sociales y culturales.
El escenario actual es un
escenario americanizado, un escenario de guerra al terrorismo internacional, a
veces real y, muchas veces, sólo fingido, pero camuflado de real (como la
invasión de Irak y sus “armas de destrucción masiva” (“créanme que es verdad”),
destruyéndolo todo y con la intención, real o falsa, de instituir una
democracia, en un país ajeno a esa forma de gobernación, con el consiguiente
fracaso.
Todo lo que se ha tocado,
bajo el pretexto de liberar a la población esclavizada (que algo de verdad
tenía) pero que el remedio ha sido peor que la enfermedad.
Exportar guerras, lejos de
las potencias militares, parece ser la tónica general, hundiendo aún más en la
miseria allí donde se desarrollan los conflictos bélicos.
Nada descubrimos si decimos
que existen estos dos muchos contrapuestos: el de la superpoblación y la
pobreza, la miseria hasta el hambre y la muerte y el Occidental, con una
población contenida, viviendo en la abundancia y disfrutando de un envidiado
estado de bienestar y que está sirviendo de cebo a la inmigración generalizada
e ilegal, con las consecuencias de muerte y de discriminación que ella supone.
Y todo esto es leído como
productos de un momento histórico en el que se combinan la decepción del
fracaso de los proyectos de la izquierda allí donde se han puesto en práctica,
el triunfo del liberalismo en la guerra fría y el retorno, por la ley del
péndulo, de las formas de pensamiento más escépticas y relativistas.
En otro lugar de este blog he
reflexionado sobre los fallidos ideales de la modernidad ilustrada: la falsa o
imaginaria libertad, la real desigualdad, y la injusta justicia.
En Europa la Postmodernidad
significó el fin de la Ética y de la Política , el fin de la historia, el “todo vale”,
el retorno de Nietzsche y de Heidegger y el triunfo del pensamiento débil tras
el hundimiento del marxismo, convertido en un Capitalismo de Estado que, bajo
el pretexto de una mayor y mejor Igualdad, cercenó la Libertad y la Justicia , convertidos en
Estados-Policías, dictatoriales, aunque disfrazados de democráticos por la
presencia de las urnas agujereadas.
Pero no olvidemos que en EEUU
la postmodernidad tuvo otro significado: fue la continuación del radicalismo de
los 70.
Pero la Postmodernidad
norteamericana fue el feminismo, las reivindicaciones de las identidades
sexuales alternativas, el postcolonialismo y las reivindicaciones de las
identidades étnicas y culturales minoritarias (cuando estoy escribiendo esto
veo la ola de indignación, no sólo en EEUU, sino también en las capitales y
ciudades europeas, por el asesinato (no puede denominarse de otra manera) de
una persona de raza negra por la policía blanca).
También el pensamiento
ecológico, la concienciación de la no contaminación y lucha por el clima.
Pero Europa está en estado de
reconstrucción por la integración de los nuevos ciudadanos provenientes tanto
del desmantelamiento de los países balcánicos como, sobre todo, por los
provenientes del otro lado del Mediterráneo.
Ante estos nuevos problemas
las soluciones postmodernas no parecen ser las más adecuadas, pero tampoco
sabemos, con certeza, cuáles podrían ser las más idóneas.
Hace unos 40 años, en un
célebre artículo, Habermas hablaba de la Modernidad como “un proyecto inacabado” y,
seguramente, siga siendo válida aún hoy, y no sólo inacabada, sino inacabable
por definición, puesto que es el proyecto de la libertad en permanente
liberación.
El objetivo es la creación de
una sociedad, mediante el cultivo de la razón, de auténticos individuos,
varones y mujeres, libres e iguales, y capaces de ser felices.
Y, por “razón” habría que
entender, las siguientes CUATRO cosas:
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