martes, 21 de julio de 2020

FLORILEGIO 17 ( 2 ) EL ERIZO Y LA ZORRA/EL ZORRO



EL ERIZO Y LA ZORRA.

Así se titula la obra de Isaías Berlín en la que reflexiona sobre la metáfora del Erizo y la Zorra al reflexionar sobre Tolstoi y su Teoría de la Historia.

Esta metáfora viene de muy antiguo, remontándose al poeta griego Arquloco que, en uno de sus versos dice: “La zorra sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una importante”.

El profesor Isaías Berlín, muerto en Oxford, en 1.997, muestra que un erizo y una zorra pueden convivir en una misma persona.

Eso es lo que sucede en Tolstoi, el genial novelista de lo “particular” y feroz impugnador de todas las “abstracciones” de los filósofos e historiadores que pretendían explicar dentro de un sistema racional el desenvolvimiento humano.

El ensayo que acuñó una de las dicotomías más populares de la historia de las ideas

Sinopsis de El erizo y el zorro:

«Entre los fragmentos conservados del poeta griego Arquíloco, uno dice: “Muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una sola y grande”.

La fórmula, según Isaiah Berlin, puede servir para diferenciar a dos clases de pensadores, de artistas, de seres humanos en general: 1.- Aquellos que poseen una visión central, sistematizada, de la vida, un principio ordenador en función del cual tienen sentido y se ensamblan los acontecimientos históricos y los menudos sucesos individuales, la persona y la sociedad, y 2.- aquellos que tienen una visión dispersa y múltiple de la realidad y de los hombres, que no integran lo que existe en una explicación y orden coherente, pues perciben el mundo como una compleja diversidad.

Isaiah Berlin, luego de formularla, se apresura a prevenirnos contra los peligros de cualquier clasificación de esa naturaleza.

En efecto, ellas pueden ser artificiales y hasta absurdas. Pero la suya no lo es.

Todo lo contrario: muerde en carne viva y resulta iluminadora para entender dos actitudes ante la vida que se proyectan en todos los campos de la cultura.»

(Mario Vargas Llosa, en el Prólogo a la obra).

“EL ERIZO Y EL ZORRO”

 Es un ensayo de 1953 en el que el filósofo Isaiah Berlin, conocido fundamentalmente a raíz de su distinción entre la libertad positiva y la negativa, divide al mundo, sobre todo a pensadores y escritores, en dos categorías: los Erizos y los Zorros.

Aunque estos animales tengan ya ciertos valores asociados (baste recordar lo erizos de Schopenhauer (en P.D.), Berlin los eligió de una forma un tanto aleatoria, basándose en un proverbio atribuido al poeta griego Arquíloco que dice «Mientras que el zorro sabe de muchas cosas, el erizo sabe mucho de una sola cosa».

Esta misma idea se recogería tiempo después (aunque con moralina) en la fábula de Esopo titulada: «El Zorro y el Gato».

Los Erizos simplifican la complejidad del mundo y reúnen su diversidad en una única idea; los Zorros, por otra parte, son incapaces de reducir el mundo a una sola idea y están constantemente moviéndose entre una inmensa variedad de ideas y de experiencias.

En la fábula de Esopo el Zorro representa lo “negativo” y el Erizo (convertido en gato) lo positivo.

Cuando hablan de lo que harían en caso de que vinieran cazadores a por ellos el Zorro se jacta de tener muchas artimañas para poder escapar; el Gato, en cambio, reconoce tener solo una artimaña.
 Poco después llegan los cazadores y el Gato lleva a cabo “su única” táctica o artimaña, subiéndose al primer árbol que encuentra, mientras que el Zorro, que no sabe por cuál decirse, es rápidamente capturado por los sabuesos.

Isaiah Berlin, sin embargo, ofrece ejemplos de personajes en ambas categorías, sin entrar en valoraciones.

Entre los Erizos encontramos a figuras como Platón, Lucrecio, Dante, Pascal, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Ibsen o Proust; mientras que los Zorros estarían representados por personajes como Herodoto, Aristóteles, Erasmo de Rótterdam, Shakespeare, Montaigne, Molière, Goethe, Pushkin, Balzac o Joyce.

Un caso aparte, al que Isaiah Berlin dedica bastante espacio, es León Tolstoi.

El escritor ruso parece, en principio, inclasificable en ninguna de las dos categorías porque tiene el talento de un Zorro y las creencias de un Erizo, era un “Zorro por naturaleza” y un “Erizo por convicción”.

Bajo esta premisa hace un análisis de su novela “Guerra y paz”.

En su ensayo “El Erizo y el Zorro” Isaiah Berlin, basándose en la conocida fábula griega, divide a las personas en zorros y erizos.

El zorro trata de cazar erizos y es capaz de diseñar múltiples de estrategias complejas para conseguirlo. Sin embargo el erizo, carente de elegancia, camina lentamente buscando comida.

Cada vez que el zorro ataca, el erizo se encierra en si mismo convirtiéndose en una bola de pinchos que hace desistir en su ataque una y otra vez al zorro.

Las personas, equipos y organizaciones que actúan como zorros se caracterizan por la complejidad de sus estrategias y por la dispersión de sus acciones.
Sin embargo quienes actúan como erizos destacan por la sencillez y simplicidad de sus estrategias.

No importa lo complejo que sea el entorno en el que se mueva, ya que sus acciones tienden a ser sencillas, tanto como que ya nada sobra.

Tan sencillo y evidente que parece mentira que nadie se hubiera dado cuenta antes de ello.

Es curioso cómo frente a la complejidad, triunfa la sencillez de lo evidente.


El filósofo Peter Hacker le daría la vuelta a esta idea para hablar de Wittgenstein, afirmando que era un “Erizo por naturaleza” pero que después de 1929 hizo un gran esfuerzo por convertirse en un “Zorro paradigmático”.

La superioridad del Erizo frente al Zorro, que ya estaba en la fábula de Esopo, se ha mantenido vigente hasta la actualidad, especialmente en la cultura estadounidense, donde el Zorro tiende a verse como una personalidad dispersa y caótica.
El gurú de los negocios, James C. Collins, dice en su libro “Good to Great” que para triunfar hay que tener mentalidad de Erizo, teniendo como único objetivo el éxito.
Pero, como ha quedado demostrado con los ejemplos de Isaiah Berlin, hay grandes pensadores en uno y otro bando.

P.D.

En 1851, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer escribió el "Dilema del erizo", una parábola que trata sobre la "distancia óptima":

En un día muy frío, un grupo de erizos, que se encuentran cerca, sienten simultáneamente una gran necesidad de calor.

Para satisfacer su necesidad, buscan la proximidad corporal de los otros, pero cuanto más se acercan, más dolor le causan las púas del cuerpo del erizo vecino.
Sin embargo, debido a que el alejarse va acompañado de la sensación de frío, se ven obligados a ir cambiando la distancia hasta que encuentran la separación óptima (la más soportable).


Este mismo dilema fue incluso retomado por el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, y también puede ayudarte a ti a replantearte en cada relación que construyes: ¿cuál es la distancia óptima? 

Hay vínculos que funcionan mejor a la distancia, otros que necesitan de la cercanía más íntima para seguir existiendo. 

No hay una receta determinada porque cada relación es particular y construye sus propias normas. 

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