Hay, al menos DOS maneras de
entender la fe.
Una es la del Judaísmo, la
otra la del Cristianismo.
Para el Judaísmo Fe es igual
a Confianza.
Confianza que un ser deposita
cotidianamente en Otro, aunque esta confianza no pueda ser justificada
totalmente.
Para el Cristianismo Fe es un
acto de la Inteligencia
que consiste en reconocer como Verdadero un estado de cosas.
Es una afirmación, un decir
sí, de algo que no se comprende.
El pueblo de Israel confiaba
en su Dios y era una relación de confianza que descansaba en el contacto del
hombre con Dios que lo acompaña y creía en Él en toda la peripecia humana,
cuando estaba pasándolo bien y cuando, por el contrario, estaba pasándolo mal.
Siempre confiaba en Él y creía que es lo mejor para él, aunque, a veces, pareciese
lo contrario.
En el Cristianismo la fe es
aceptar todos los misterios que no llega a comprender y cuyos artículos a creer
son los que están en el CREDO: Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador….en
Jesucristo, su único hijo…..nació de una virgen….que murió para redimirnos del
pecado…la resurrección de los muertos….la vida eterna….
Afirmaciones, ideas
intelectuales que la razón no llega a comprender pero las admite como
Verdaderas.
Yo, de profesor, solía
explicar la diferencia entre “Creer a” y “Creer en”.
“Creer a” uno o a otro, admitir lo que dice,….es como “dar el
visto bueno” a lo por él dicho, pero sin poder confirmarlo definitivamente.
“Creer en” mi hijo o en mi
padre es mucho más que “creer a”.
Aunque se le acuse a ese
padre o a ese hijo, “creer en” es no admitir lo malo que se diga de él por
tener confianza plena en ellos, aunque, naturalmente, puedo estar equivocado o
puede estar engañándome, pero no lo creo, porque “creo en él”, tengo confianza
en él.
EL
JUDAÍSMO Y EL ISLAM EN LA EDAD MEDIA.
Cuando se formalizaron los
estatutos de la Comunidad Económica
Europea, la Derecha Política
quería que apareciese, no sé si ya en el Preámbulo, la importancia del Cristianismo en la formación de Europa.
Pero, si se quiere entender,
en profundidad, el ser de Europa no basta con volver la mirada a Grecia y a
Roma (que no puede prescindirse de ellas, por el “logos” (Razón) y por el “Ius”
(Derecho) porque también hubo otras raíces.
El mundo semita, en su
vertiente musulmana y judía, constituye una de las bases fundamentales de
nuestra historia y cultura europeas.
Estas raíces se detectan,
sobre todo en la Edad Media.
En este período el desnivel
cultural entre Europa y el mundo árabe fue patente.
Europa estaba sumida en los
restos empobrecidos de una tardía latinidad mientras el Islam y el Judaísmo
recuperaban lo mejor del legado griego, lo asimilaban y lo perfeccionaban.
Tanto que empezaba un ingente
flujo de trasvase cultural hacia Europa
gracias al cual ésta rejuvenece, adopta nuevas formas de hacer ciencia,
filosofía y literatura, aprende estilos nuevos de comportarse, de vivir la
religión, de sumirse en los abismos misteriosos de la mística, de practicar la
ascética, de disfrutar de la belleza.
Y ese trasvase se operó de
múltiples maneras: una indirecta, ambiental, y otra directa, mediante los
movimientos de traducción llevados a cabo en Toledo, en las comunidades judías
de la Corona de
Aragón y el sur de Francia, así como en la corte de Federico II.
Reconocer esta deuda,
agradecer a la historia este regalo y conocer este movimiento de comunicación
cultural es algo por lo que siempre debemos estar agradecidos.
Cuando Santo Tomás se encuentra
con la filosofía de Averroes, no se fía de él, por ser islámico, y no sabe si
lo que dice de Aristóteles lo dijo Aristóteles, por lo que obligo a un hermano
dominico, Guillermo de Moerbeke, a que le tradujera directamente lo que se
podía de Aristóteles o de otras fuentes que hubieran escrito sobre él y su
filosofía.
Pero de lo que sí se dio
cuenta Santo Tomás fue cómo Averroes había puesto la doctrina de Aristóteles al
servicio de la fe islámica, y se percató de que le había sido muy útil.
Automáticamente quiso hacer
lo mismo con la filosofía aristotélica puesta al servicio del cristianismo, que
hasta entonces estaba transida por el platonismo y el neoplatonismo.
Piensa, lector que esto lees,
qué otra cosa es el misterio de la misa, el misterio de la
“transubstanciación”, cómo las substancias de pan y de vino se convierten en el
cuerpo y la sangre de Cristo pero manteniendo los mismos accidentes.
La teoría de la substancia
(la esencia, lo que realmente es una cosa, aquello sin lo cual esa cosa no sería
ella) y los accidentes (que pueden estar presentes o ausentes sin que cambie la
substancia.
El pan y el vino, sus
cualidades (color, sabor, olor,…) son los mismos antes de la consagración que
después de la consagración, cuando han dejado de ser pan y vino y se han
convertido en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Si has visto, olido,
gustado,…el vino “antes de” y “después de” habrás comprobado que tiene el mismo
color, el mismo sabor, el mismo olor,…
Es más, tan vino (substancia)
es un sorbo que un litro, la cantidad (un accidente) no cambia la substancia
“vino”, habrá más o menos, pero será igual de vino.
DIOS.
Dios no puede alimentarnos
con una piedra ni mojarnos o helarnos con fuego.
Recuerdo que, de pequeño, le
preguntaba al cura si Dios al ser Omnipotente podía “hacerlo todo” a lo que Don
Isidro me respondía que sí.
Yo, entonces, le preguntaba
si podía hacer una “cuesta abajo” sin que sea una “cuesta arriba”.
El cura entonces me daba la
respuesta: “No es que Dios no pueda hacerlo, es que eso no puede ser hecho, es
contradictorio y lo contradictorio no puede existir, si pudiera existir Dios
podría hacerlo”.
Y me recalcaba que, ante las
contradicciones, no nos fijáramos, no pusiéramos la vista en Dios y su poder,
como para mermar su omnipotencia sino en las cosas contradictorias que no
pueden existir.
La acción de Dios y de la
criatura se ejercen en un plano distinto: el orden trascendente y el orden
categorial.
También resulta chocante la
seguridad con que se niega la actuación de Dios en el plano categorial.
A pesar de todos los pesares
sólo lo contradictorio es absolutamente imposible por lo que queda un inmenso
campo de la realidad para que sea posible el milagro, la acción de Dios.
Este paso del orden
trascendente al orden categorial no es sino el misterio de la Encarnación , tal como
lo exponen los teólogos y yo acabo de indicarlo más arriba, el paso del orden
categorial al orden trascendente.
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