SER – PODER SER – QUERER SER.
.- Yo, Tomás, “SOY” un ANIMAL
(VIVIENTE (como mi jazmín, que nació- se alimenta- crece- se reproduce y muere
o morirá) SENSIBLE (como mi perro: con los 5 sentidos externos, con sentidos
internos (imaginación y memoria) con potencia locomotriz (puedo moverme de un
lado a otro, subir o bajar,… no estoy clavado como un árbol) y con instintos
(comer, cobijarme si llueve, hacer el
amor,…) y RACIONAL (razono, entiendo, soy libre, tengo voluntad)
.- Yo, Tomás, una vez que ya
SOY (existo y soy así) PUEDO SER de muchas maneras (puedo ser santo, criminal,
ingeniero, conductor, barrendero, obispo,….) pero NO LO SOY de hecho, pero SÍ
LO SOY EN POTENCIA (puedo serlo), Aristóteles dixit.
.- Yo, Tomás NO QUIERO SER
(político, ni obispo, ni ladrón, ni corrupto, ni insolidario, ni….ni….ni….) por
eso NO LO SOY, porque NO QUIERO SERLO.
SER – PODER SER – QUERER
SER es lo que me define.
SOY - FILÓSOFO - porque QUIERO SERLO.
Tú también.
Para SERLO, además de PODER
SERLO, es necesario QUERER SERLO.
……
¿EXISTE DIOS?
En la última balda de la
biblioteca de mi despacho, hasta desde abajo se ve y puede leerse el título de
un voluminoso libro de casi 1.000 páginas (972) cuyo título es: ¿EXISTE DIOS? y
su autor es Hans Küng, un filósofo y teólogo de prestigio de primer orden.
Libro al que, a veces acudo,
para aclararme alguna cuestión.
También es ya clásico el
debate o discusión sobre la existencia de Dios entre un crítico y agnóstico. B.
Russell y un jesuita, Copleston, con un punto de vista escolástico clásico
profesor de filosofía y autor de una muy amplia y pormenorizada Historia de la Filosofía.
El debate/discusión fue
radiado por la BBC ,
en 1.948, pero que aparece ya escrito y que encarecidamente invito a
verlo/leerlo porque es muy clarificador.
Pero hoy, ahora, quería
referirme a un libro: ¿“Existe Dios? el debate entre un creyente, teísta, Terry
L MIETHE y un ateo y filósofo analítico Antony FLEW, y cuyo prólogo y apéndice
es, precisamente de Hans Küng, teólogo de Tubinga y que tendría problemas con
el Papa que lo destituyó de su cátedra, por el papa Pablo VI.
Flew comienza defendiendo, en
su primera intervención la “presunción de ateísmo”, algo semejante a la
“presunción de inocencia” que ampara al acusado ante un tribunal: así como las
pruebas desmienten la inocencia del reo, así, también, en un debate sobre la
existencia de Dios la prueba debe recaer sobre el lado del teísta.
Aunque alguien pudiera
objetar si no sería, también, “presunción de teísmo” el hecho de que a lo largo
de la historia. Siempre, ha habido religiones, en todo tiempo, lugar y sociedad
la afirmación de la existencia de Dios, la tradición.
Pero debe ser el teísta el
que aporte pruebas de que existe y ninguna de ellas muestra/ninguna puede
mostrar pruebas evidentes, y menor recurrir al argumento de la “revelación, lo
que lo sitúa en desventaja.
A mí, agnóstico, me ha
ocurrido muchas veces, en mi vida diaria, ante los propagandistas Testigos de
Jehová, cuando me inquieren que demuestre yo que Dios no existe, aunque tengo
que recordarles que para mí el problema no es el de su existencia sino el de su
conocimiento por parte del hombre, que yo no soy ateo, sino agnóstico y que,
para ser creyente es preciso ser, previamente, agnóstico. Y a lo que siempre le
respondo que el que niega, nada tiene que demostrar, que no puede demostrase
una proposición negativa, y que la carga de la prueba recae, únicamente, en
quien lo afirma.
Flew afirma, además, que si
el concepto que su interlocutor tiene es el del Dios judeocristiano es un concepto
contradictorio (Ser infinitamente Bueno, Sabio, Justo y Poderoso y permitir que
existe el mal es porque no es ninguna de esas cuatro propiedades esenciales).
Y si Dios es como el
detonador del Big Bang, el principio de causalidad no representa una verdad
lógicamente necesaria.
¿Qué evidencia empírica hay o
puede haber?
Si Terry Miethe recurre a la
revelación como fuente para afirmar su existencia, recuerda a la ingenuidad de aquel
estudiante que aseveraba sobre el papel que “Dios debe existir porque no sería
tan malo como hacerme creer que no existe”
¿Es evidencia histórica la
resurrección de Cristo - como afirma Miethe-
porque así lo afirman presuntos testigos?
¿Hay evidencia alguna de que
haya vida después de la muerte? –como afirma Miethe.
Y si hay pruebas de que Jesús
es Dios, existe Dios, pero ¿las hay?
Recurrir, como hace Miethe,
al argumentos cosmológico (el de la quinta vía tomista) es afirmar que el
principio de causalidad puede ir desde el campo físico o empírico al campo
metafísico, pero eso, desde Hume, no vale es una trampa, sólo vale de
experiencia a experiencia (las bolas de villar).
Y recurrir al argumento
ontológico del medieval San Anselmo vale menos aún, al definir a Dios de forma
negativa: “aquello mayor que el cual no puede haber otro”, porque es un juego
lingüístico en el que se aplica el principio de no contradicción, pero entre
conceptos: “mayor que el cual no puede haber otro” y “mayor que el cual sí
puede haber otro” (el que tuviera las dos formas de existencia, la existencia
real y la existencia pensada, en la mente.
Se cuenta la anécdota (real o
fingida) de aquel explorador que, a la vista de “un claro donde crecen muchas
flores y muchas malas hierbas, se empeñaba, contra viento y marea, en sostener
la existencia de un jardinero invisible” como si no fuera una explicación el
mismo viento que esparce ambos tipos de semilla.
¿Vale considerar a Dios como
la explicación para tapar los agujeros inexplicables de la ciencia?
Pero eso, igualmente, le
corresponde al que lo afirma.
Afirmar que, como no podemos
explicar (hasta el momento) la existencia de esos agujeros, Dios existe, es
negar la posibilidad de que mañana pueda darse una explicación científica y
Dios sólo habría sido un tapa agujeros que ya no vale porque ya podemos
taparlos de manera científica.
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