¿LOS FILÓSOFOS AL PODER?
NO. Y mil veces NO, porque el
poder corrompe hasta a los mismos filósofos.
“ Y si el poder corrompe, el
poder absoluto corrompe absolutamente, totalmente”.
La misión del filósofo es
buscar la Verdad
y conseguir el Bien tanto en la vida privada como, sobre todo, en la vida
pública”.
En el sistema clásico de
“democracia liberal” no sólo falla su concepto básico, sino que el modelo se
elaboró con toda una serie de supuestos erróneos e imposibles:
a.- Parte de la concepción
igualitaria de todos los individuos.
b.- Atribuye a los individuos
una independencia y calidad racional totalmente irreal.
c.- Ignora por completo la
naturaleza del “homo politicus” (lleno de contradicciones entre la teoría y la
práctica, los intereses próximos y los lejanos,…)
Tanto es así que Schumpeter
ha de preguntarse: siendo esto así ¿cómo ha podido mantenerse durante tanto
tiempo un modelo no sólo erróneo sino irreal?
Su respuesta es que sucedió
así porque el modelo se apoyaba sobre bases irracionales PERO fuertemente
emotivas: LA FE EN LA DEMOCRACIA ERA
UN SUCEDÁNEO DE LA FE RELIGIOSA
(“la voz del “pueblo” es ahora la voz de “Dios”).
La democracia liberal surgió
como fruto de revoluciones sangrientas que suscitaron el entusiasmo popular;
porque, además, por entonces la sociedad no tenía la complejidad actual; y
también porque un modelo tan confuso permitía, en cambio, a los políticos una
fra-seología solemne que les facilitaba, a la vez, práctica demagógica y eludir
sus responsabilidades.
No importa ya la
representatividad ideológica de los partidos sino su capacidad de promocionar y
sostener un liderazgo político.
Los programas ideológicos son
una racionalización Falsa, pero Peligrosa, porque es Seductora.
En realidad, los partidos
políticos funcionan como las empresas económicas: sus principios son unas
“marcas” de competencia y los programas electorales son, en realidad campañas
de promoción, que cumplen la misma función en la competencia política que las
campañas de promoción en los mercados.
De ahí la necesidad de contar
con especialistas bien preparados y agentes electorales eficaces e influyentes,
celebrar mítines espectaculares y obtener la colaboración siempre interesada,
obviamente, de los caciques y grupos de presión.
Lo importante es impactar en
el votante para conseguir su voto, al creer en el mensaje, ya se encargará el
tiempo y sus circunstancias de justificar su no cumplimiento.
Bien claro lo dijo Tierno
Galván: los programas son para ser vendidos y comprados, no para ser cumplidos.
ORIENTE VERSUS OCCIDENTE
En el momento en que
Occidente pierde el estatuto de espiritualidad y, ya secularizado, agnóstico o
ateo, con sus dilemas, empieza a mirar a Oriente, como reserva espiritual del
pasado éste emerge como una potencia económica del futuro, sean China, la India , Japón, Coreas, u
otros países del lejano Oriente.
Cuando ya muchos
occidentales, ante la muerte de Dios y sus consecuencias, han adoptado máximas
e ideales de la sabiduría oriental, el viejo Oriente, mundialmente adormilado o
somnoliento, se sube al carro del progreso industrial, arranca, acelera y se
pone a su par, incluso adelantándole.
¿Qué capacidad presentan los
grandes temas de la sabiduría oriental para resolver los dilemas del mundo
Occidental?
A niveles individuales sí,
algunos, pero a niveles de naciones o de culturas poco o nada.
Ellos, en ese intermedio, se
han subido al carro del progreso y nosotros ya tenemos que compartirlo con
ellos.
Nosotros con la información y
el saber científico-técnico, con un andar espiritual tedioso y cansino,
amortiguado, sin pujanza, ellos con este mismo saber pero con la transformación
personal, que prescinde de dualidades y culpabilidades y acaba sirviendo de
psicoterapia para el hombre occidental imbuido en la cultura del tener, y no
del ser, del producir cosas y crear y exportar guerras y no de cambiar su
carácter, con la paz interior propia de Oriente.
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