Hoy nadie duda del primado
indiscutido de las ciencias, tanto de las formales como de las empíricas,
primacía del conocimiento científico.
Pero así como algunos
defienden la “Filosofía Primera”, aristotélica, posteriormente denominada
“Metafísica”, la que habla del “ser”, también contemplan las “filosofías
segundas” o “filosofías regionales”, “Filosofía de los seres” que serían las
que ya hemos mencionado como “Filosofías de…..”
Pero ya sabemos que lo
“metafísico”, al no ser empírico, ni puede ser verificado ni puede ser falsado.
Los “enunciados metafísicos”
nada tienen que ver con los “enunciados científicos”, demostrables o
contrastables.
Recordemos las cuatro
preguntas kantianas: “Qué puedo conocer”, “Qué, o mejor, Cómo debo obrar”, “Qué
me cabe esperar” y resumiéndolas en “Qué es el hombre” que sería una
Antropología Filosófica (para vivir humanamente) que no excluye otras
Antropologías Científicas, objetivas.
Y, tras intentarlo de tantas
maneras, una vez encontrada una verdad ¿puede uno quedarse descansando en ella
o es sólo un escalón de los muchos de la escalera que invita a seguir
subiéndola sabiendo que cada vez que sube un escalón, socráticamente, al
descubrir y divisar más paisaje, más campo a descubrir, a conocer, y seguir
subiendo y subiendo?.
No aceptes nada como verdadero
a no ser que lo hayas demostrado o contrastado pero sé consciente de que el
campo a demostrar o contrastar es mucho más amplio que el pequeño metro
cuadrado sobre el que has asentado los pies.
La tentación de suspender la
búsqueda por el placer de haber encontrado un área de servicio, de descanso, es
renunciar a seguir viajando y descubriendo otros paisajes.
Se empieza por la actitud
natural pero hay que superarla.
Como el niño acepta la verdad
que su señorita le muestra, pero hay que superar a la señorita y a cuestionar
lo aprendido para “atreverse a pensar por sí mismo”
Refugiarse en la autoridad,
tanto humana como divina, es la manifestación de un pensar infantil, que no
tiene que ser falso (aunque tampoco verdadero) pero hay que constatarlo por sí
mismo.
Está bien pasear por la edad
antigua y por la edad media, incluso por la sugerente edad moderna, pero en la
actual, en la contemporánea, todos los valores parecen estar revueltos y habrá
que intentar ponerlos en orden con el criterio de la razón intersubjetiva, en
un constructivo diálogo crítico, abierto y sin prejuicios pero navegando ya en
el nuevo paradigma cultural y social que te oferta un pensamiento débil,
cómodo, confortable.
La filosofía actual se
vanagloria de haber dejado de ser “esclava”, como lo era la filosofía antigua,
pero en cuanto quiere proclamarse “señora” se le echan encima las ciencias y
vuelven a ponerla a su servicio.
Igualmente ocurre con la Teología , a la que le han
salido teologías de dioses más mundanos que divinos y que reclaman su atención
para conseguir feligreses.
Sin embargo
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