Cuando uno oye al Papa o a
otra autoridad eclesiástica defendiendo propuestas progresistas (“Defender a
los pobres no es ser comunista, es el centro del Evangelio,
hasta tal punto, que nosotros seremos juzgados sobre ello” (Papa Francisco
6-abril-2.020) son alabadas por los progresistas oficiales, pero no por lo que
tienen de “religiosas”, sino por lo que tienen de “progresistas”
Se ha dicho que “arte es lo que
hacen los verdaderos artistas”, “la religión lo que hace el verdadero santo”,
“filosofía lo que hace el verdadero filósofo”.
Siguiendo con lo anterior:
“progreso es lo que hacen los progresistas”
¿Y quienes son los
progresistas? Los que así se definen ellos mismos.
Los de izquierdas se llaman a
sí mismos “progresistas” por oponerse a la revolución conservadora y neoliberal
que (al menos parece que) está triunfando.
Descalificar al adversario es
calificarse a sí mismos.
Incluso los que se consideran
de centro-derecha son descalificados, lo que no ocurre si se consideran de
centro-izquierda.
Ser “progresista” o ser
“reaccionario” viene a equivaler a ser “de izquierdas” o “de derechas”.
“Nosotros, los progresistas”
tiene un fuerte contenido axiológico positivo, como si quisiera decir:
“nosotros, los justos, los honestos, los buenos, los que tenemos razón…”
Cuando afirmamos que este
partido, esta ley, este programa,…es “progresista” lo primero que hay que hacer
es preguntarse cuál es la meta a la que se dirige, qué intenta conseguir, hacia
donde se encamina.
¿Conseguir la justicia
luchando contra la injusticia?
¿Y quién es el que así la
califica? ¿El progresista? Entonces no me vale pues es equivalente a decir “lo
que nosotros, los progresistas, decimos, hacemos, pretendemos,…es lo justo, lo
bueno,…por lo tanto el que no piense, haga, pretenda,…lo que nosotros son
injustos, malos,…”
¿Cuál es el criterio? ¿En qué
se fundamenta? ¿En ellos mismos? Entonces no me vale, porque la garantía es
nula, “porque yo lo digo”.
La historia es una sucesión
de hechos pero ¿buenos o malos, justos o injustos? Los hechos están preñados de
valor o de disvalor, el simple y mero cambio no es un valor, pues el cambio
puede ser para avanzar o para retroceder.
El “progreso” además de implicar
un “cambio” debe implicar un valor positivo.
La idea de “progreso” lleva
aparejada la suma de dos ideas: la de “cambio” y la de “valor”.
Hay progreso donde aumenta la
justicia (valores éticos y sociales), donde se realizan adelantos científicos (valores
intelectuales) o adelantos técnicos (valores de utilidad), donde mejoran las
técnicas y las realizaciones artísticas (valores estéticos) o donde se depura
la religión (valores religiosos).
La historia de la humanidad
está plagada de procesos de progreso y de regreso y como son varios los
valores, a veces el progreso en un valor arrastra el regreso en otro valor
(progreso tecnológico y regreso en justicia).
¿Son objetivos los valores
(independientes del sujeto que los aprehende) o sólo son subjetivos (relativos,
históricos, circunstanciales, contingentes)?
¿“Ser valioso” es equivalente
a “ser tenido por valioso” de manera que si no es de mucho “interés”, si no
interesa ya no se le hace caso y ya no vale?
“X es valioso = hay interés
por X”.
Relación entre objetos
cualesquiera y sujetos interesados y si cambia el objeto y/o cambia el interés àcambia el valor.
El valor, pues, es “relativo”
y su clasificación es dependiente del interés que el sujeto tenga.
El relativismo es,
teóricamente absurdo y prácticamente imposible, nada, pues, es objetivamente
valioso, ni las cosas, ni las actitudes, ni las personas son valiosas por sí
mismas sino sólo en la medida en que alguien se interese por ellas y las valore
de una determinada manera.
Estamos hartos de ver que una
vez muerta una persona (no en vida) se le reconocen los méritos (éticos,
intelectuales, artísticos,…) que, como en vida no se le reconocieron ¿fue
porque no eran valiosos y ahora sí lo son? ¿Es que ha contraído los méritos
después de muerto?
La corrupción política ¿sólo
lo es si es denunciada, pero si no se conoce no existe, ya que nadie la ha
valorado como conducta corrupta (utilización de bienes públicos en beneficio de
intereses privados?
¿Lo que no se ve, lo que no
se sabe, no existe?
¿El valor o disvalor depende
sólo del conocimiento?
Si los códigos morales varían
según la época, la cultura,… ¿es porque eran “subjetivos”? ¿O eran “objetivos”
entonces?
¿No era verdadera la teoría
geocéntrica en la Edad Media
y hoy la consideramos falsa?
Pero no era por
“subjetivismo” sino por el “perspectivismo” de nuestro acceso al mundo de los
valores.
Ninguna época, cultura,
individuo,…conoce y realiza todo el universo de los valores, sino que su acceso
a él está mediado por sus condicionamientos concretos: prejuicios, necesidades
e intereses pueden “velar” “ocultar”, “tapar” el conocimiento de un valor e
impedir su reconocimiento.
Vivimos como si hubiera
valores objetivos y no podemos vivir de otra manera.
No podemos ser como Groucho
Marx: “Éstos son mis principios (por los que actúo así) pero si no le gustan,
tengo otros”, esto es un sarcasmo (aunque, parece que. no lo dijo).
¿Cuáles son los criterios,
objetivos, para medir el progreso? Porque si son relativos, subjetivos,…
no puede ser considerado progreso, sólo
habría cambios históricos “de facto”, pero no podrían considerarse ni en la
línea de lo mejor ni en la de lo peor si no existen criterios objetivos de
medida.
Los progresistas son
relativistas y para ellos, afirmar la existencia de valores objetivos es una
rémora de un pasado dogmático e intransigente.
El progresismo, pues, al ser
relativista (hoy sí vale) no está a favor del progreso, medible con criterios
objetivos.
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