Los que ya peinamos canas
fuimos educados en “la” única moral, la moral religiosa, cuando nuestra
conciencia estaba en formación y la inmadurez psicológica, racional e
intelectual estaba instalada en el disco duro de nuestra mente.
No era una moral más entre
otras. Era la única. Y pobre de aquel que la cuestionara porque los
“certificados de buena conducta” firmados por el Secretario y por el Cura del
pueblo eran requisitos imprescindibles para intentar acceder a un puesto de
trabajo en la Administración
Pública.
Además, ha existido (y en
muchas mentes sigue existiendo) la identificación de la “Moral” con la “Ética”
por lo que lo normal era mencionarlas disyuntivamente, pero no exclusivamente,
“Moral o Ética”, como si fueran conceptos equivalentes o sinónimos.
Y nada más erróneo.
“Moral” proviene de la
palabra latina “mos-moris” y significa “costumbre, forma de obrar, acciones”
“Acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en
función de su vida individual y sobre todo colectiva” – Dice el Diccionario de la RAE.
O
sea que puede haber muchas morales, dependientes, sobre todo, de la sociedad en
que se vive y de la religión que se practica.
Habrá
una moral griega y otra romana, una medieval y otra renacentista, una luterana
y otra católica, una moral terrorista y otra humanista, una esquimal y otra de
los negros centroafricanos, etc…etc…etc…
Moral
es la forma de obrar que considera buena o mala una u otra sociedad, en un
tiempo o en otro, en un lugar o en otro, en una persona o en otra.
Muchas
morales,pues, y no sólo la moral religiosa católica que me enseñaba Don Isidro, en mi
pueblo, en los años 50-60, cuando todavía era un niño, inmaduro, en formación,
y que la norma era la obediencia a la autoridad competente (cura, alcalde,
guardia civil…)
Heterónomos
morales es lo que hemos sido. Las normas (“nomos”) de lo que es bueno y hacer,
y malo y evitar, proviene de fuera, del otro (“hetero”).
Son
las normas basadas en la autoridad, ya sean curas, caudillos o dioses.
“Ética”,
sin embargo es: “la ciencia del
comportamiento moral”
La ética, pues, estudia la
moral/las morales y determina cómo deben actuar (no cómo actúan) los miembros
de una sociedad.
De “cómo se comportan los
hombres” (morales, costumbres, formas de obrar) no puede concluirse que así, de
esa manera “deban comportarse”.
Del “ser” no puede concluirse
el “deber ser”, la Ética se apoya en la razón, la moral se apoya en las
autoridades varias (sobre todo dioses y caudillos).
Si las religiones generan morales, sólo la razón, común a todos los hombres, es la base y el fundamento
de la Ética.
La Ética siempre es racional,
es una ciencia, “la ciencia de las morales”, no así las morales, sobre todo las
morales religiosas.
Hace muchos años adquiría un
libro (400 pesetas) que lleva por título: “ÉTICA SIN RELIGIÓN”, su autora es
Esperanza Guisán, gallega, filósofa y catedrática universitaria en Santiago de
Compostela.
Su pensamiento la llevó a la
defensa de una ética laica, que entroncase con la felicidad, la justicia y el
bienestar.
Entendió el utilitarismo en
su sentido más original, como la defensa de la propia felicidad y la felicidad
de todos los demás, en lo que se considera una ética que termina por desembocar
en la política.
Entendió la democracia como
algo más que un mero sistema instrumental, por lo que resultaba imprescindible
que la democracia debía estar «etizada».
Fue una firme defensora del
laicismo y muy activa en la incorporación en la enseñanza de la asignatura de
Educación para la ciudadanía.
Falleció hace 3 años,
Noviembre del 2015, en Santiago de Compostela.
Una persona ética puede serlo
un católico practicando las mismas obras: la solidaridad, la fraternidad, la
benevolencia, la justicia,…con la diferencia de que un laico lo hará basándose
en la razón y un católico basándose en la fe, en la religión que practica.
Las acciones benevolentes y
de ayuda mutua que ambos pueden practicar, aunque sea por motivos e intereses
diferentes, supone en ambos la presencia de una cierta afectividad y
cordialidad, ciertos sentimientos sociales, en ausencia de los cuales sería muy
difícil, si no imposible, el respeto mutuo como personas que son.
Lo he escrito y repetido
infinidad de veces: “Tolerancia es a las ideas y creencias” lo que “respeto es
a las personas”.
Por lo que “TODA persona es
respetable y merece respeto por el mero y simple hecho de ser persona”, pero
“sólo deben ser toleradas AQUELLAS ideas y creencias que sean TOLERABLES, no
todas, no las intolerables”.
J. S. Mill decía que habría
que admitir una “Religión de la
Humanidad ” como sostén de valores que atañan al mutuo
beneficio, al intercambio de afectos, para poner a todos los seres humanos a
una misma distancia afectiva para que los intereses legítimos de los más allegados
o próximos no nos impidiera apreciar y respetar los intereses, igualmente
legítimos, de los más distantes.
Que los “prójimos”, los
lejanos, (los otros) sean también los “próximos”, los “cercanos”
Pero esa “Religión de la
humanidad” discrepa, y mucho de las “Religiones reveladas”.
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