viernes, 11 de enero de 2019

ÉTICA SIN RELIGIÓN (5) EL DERECHO A SER MORAL


¿Es necesaria la religión?

Por supuesto que sí –dicen muchos bien intencionados católicos –para frenar nuestra desordenada concupiscencia, nuestra agresividad, nuestra malevolencia,…
Somos, pues, -piensan ellos- concupiscentes, agresivos, malevolentes,…por naturaleza y para poder frenar esas tendencias necesitamos la moral, que es una carga pesada y difícil de soportar sin el auxilio divino, sin la “gracia de Dios”.

“Si Dios no existe /existiera, todo está/estaría permitido” (según la sentencia que Dostoievsky formuló, de un modo sintético en la última de sus novelas, “Los hermanos Karamazov”.

Pero es un error desde el principio suponer que la moralidad es algo tan gravoso y tan penoso que los humanos sólo podemos soportarlo o por las sanciones penales o sociales o según leyes naturales y sacrosantas que emanan de dioses.

Hay costumbres y usos en ciertas sociedades y en ciertos tiempos que no pueden ser calificadas como “mores/morales”, serían necesarios ciertos requisitos para que un conjunto de normas de convivencia sean morales.

Ser moral no es una sobrecarga que el hombre deba asumir, no es un “deber”  sino un “derecho” que todo hombre consciente debe reclamar.

Obedecer las normas al uso, por el hecho de estar vigentes en una comunidad dada, ni es un derecho ni es un deber.
Tradicionalmente los derechos han sido reclamados como exigencias a favor del individuo y en contra de las normas vigentes que solían encorsetar, limitar y restringir su libertad.

Tengo derecho a no tener que hacer lo que se hace o a hacerlo de otra manera y derecho a hacer lo que quiero hacer y no se hace y, quizá, no me dejen hacerlo, pero que puedo hacerlo.

Sólo son “morales”, en sentido restringido, las normas que han sido elaboradas en la intercomunicación, en el diálogo, por seres humanos ilustrados, imparciales y libres, no cualquier norma en vigor en una sociedad dada.

Todo el mundo tiene derecho a poseer un criterio propio, personal, de lo correcto y lo incorrecto, de lo bueno y de lo malo en sentido moral, como tiene derecho a disponer de todos los medios y bienes necesarios (culturales y materiales) adecuados para el desarrollo de su capacidad racional de discernimiento para poder ajustar su “vida real” a lo que él considera su “vida ideal” o su “ideal de vida”.

Todo el mundo, pues, tiene derecho a una educación y desarrollo moral para poder obrar correctamente según su criterio moral.
Aunque los hombres que viven y se desarrollan en sociedades rurales incomunicadas o semiincomunicadas, desconectadas de las sociedades en progreso, sólo llegarán a alcanzar una moralidad incompleta.

La buena voluntad no basta, son precisos medios adecuados para desarrollar su vida moral.

Contra Sartre, no es verdad que tengamos libertad absoluta para elegir el tipo de conducta que queramos.

El derecho a ser moral no implica la negación de la libertad sino que la reconoce como precaria y condicionada a la posesión o no posesión de recursos culturales, materiales o de otro tipo.

Nadie, pudiendo elegir (palabras de Platón) se conformaría con ser un necio satisfecho, sino que preferiría ser un sabio insatisfecho, que es lo que afirmaba Sócrates: “que sólo por ignorancia es posible dejar de buscar la virtud”.
Es decir, nadie, pudiendo, elegiría ser un vicioso feliz sino virtuoso, aunque sea desdichado.

Es la ignorancia, así como las carencias afectivas, psíquicas,.. las que hacen a los hombres inmorales.

Dejar de ser moral, no llegar a serlo, no tener capacidad ni siquiera para desear serlo supone el fracaso total del ser humano.

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