viernes, 25 de enero de 2019

GLOBALIZACIÓN DE DIOS (1)



Es triste, pero hay que recordarlo y no olvidarlo, que la Santa Madre Iglesia ha sido mucha Iglesia, poco Madre y dudosamente Santa.
A pesar de considerar a todos los hombres como “hermanos” por considerarlos “hijos del mismo Padre, Dios”, cada vez que la Razón humana se ha atrevido a salir en defensa de los “hombres” la primera en meter palos en las ruedas para que descarrilara el tren de los Derechos Humanos ha sido la Santa Madre Iglesia.

Ya en el siglo XVIII, cuando la Asamblea nacional francesa proclamó la “Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano” allá por el 1.789, la primera institución que levantó la voz, para criticarla, fue la Santa Madre Iglesia.
Le faltó tiempo.
Como si nada bueno pudiera provenir de la Diosa Razón, laica, cuando teníamos al Único y Verdadero Dios cristiano.

Lo cierto es que el influjo de la doctrina católica en las conductas efectivas de nuestros conciudadanos, incluso en un país tan estentóreamente católico como ha sido España y, teórica y estadísticamente, sigue siéndolo proveniente de los consecutivos residentes en el Vaticano, a medida que ha ido pasando el tiempo, ha sido y es cada vez menor.

Según se van filtrando y conociendo los entresijos de la Iglesia, como institución, cada vez va más en declive, a pesar del espectáculo de esos viajes en los que se dan los papas baños de popularidad, aunque sea en países con dictaduras que quebrantan los Derechos Humanos más elementales.

Y si hablamos de economía y de patrimonio, con la nocturnidad y alevosía de las tan recientes inmatriculaciones de ermitas, capillas, iglesias, incluso la Mezquita-Catedral de Córdoba uno (yo) se pregunta si ya no es la pobreza uno de los distintivos de la Iglesia Católica, la Iglesia de los pobres, la de “bienaventurados los pobres porque…”

Sólo un desgaje del tronco de la Iglesia, la Teología de la Liberación, condenada además, ella y sus promotores, por la Autoridad papal parece ser la que mejor ha captado el mensaje del Nazareno.

Y lo último de lo último ha sido el estreno y puesta de largo en público con el nombramiento del portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello que, en su primera intervención, sus primeras palabras han causado un escándalo.

la Iglesia quiere sacerdotes, enteramente varones, por tanto, heterosexuales".

Y que,  inmediatamente, ha tenido que rectificar: “No he querido decir que los homosexuales no sean perfectamente varones”
Así que pide disculpas si la expresión ha molestado: la "frase poco afortunada" solo quería decir que la Iglesia pide que los sacerdotes sean varones y heterosexuales.

“Pido disculpas si la respuesta ha podido molestar a alguna persona: yo, por supuesto, no puedo ni quiero decir que los varones homosexuales no sean perfectamente varones, lo que quiero decir con esta frase poco afortunada era algo más amplio".

¡Qué manera de espantar a la gente con esa sinceridad, porque es así como ha pensado y piensa la Iglesia!

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