lunes, 28 de enero de 2019

"NO MAN´S LAND" (TIERRA DE NADIE ( 1)



Tengo la bendita costumbre de, en mis paseos por la ciudad, entrar en cualquier iglesia que tenga las puertas abiertas (por supuesto que no me pierdo, en mi Málaga, la de Los Mártires, la de Santiago y, por supuesto, la Catedral) me siento en los últimos bancos y recorro con la vista, atentamente y sin prisa, las cúpulas, las vidrieras, los altares,…pero en cuanto el cura de turno comienza el sermón, sin hacer ruido, me levanto y me voy porque sé que, con pequeñas variaciones, va a decirme lo mismo que dice cualquier cura en cualquier iglesia.

Como no llegué a tiempo, en Málaga, de escuchar los sermones, en la catedral, tan diferentes que me decían los malagueños de aquel cura distinto, Don José María González Ruiz (sevillano de Triana y malagueño de pro), teólogo y canónigo de la catedral, en cuanto pude compré “Memorias de un cura”, en dos tomos, y de los que disfruto.

Pero cuando visité Praga aquellas iglesias eran otra cosa porque, además de disfrutar de la vista, disfrutaba del oído escuchando (no simplemente oyendo) aquellos coros con aquellas voces celestiales.

Sé (y conozco alguno) que los talibanes católicos o asimilados sienten un arrobo superlativo cuando su líder abre la boca (sobre todo un antiguo amigo, que era del OPUS, al oír al antes Escrivá de Balaguer y hoy San Josemaría).
Yo soy la antítesis, me aburren los sermones de los curas.

He dicho (y repetido) que ninguna religión es verdadera como que ninguna religión es falsa porque las categorías de Verdad o Falsedad no son aplicables a las religiones, al no poder ser demostradas ni falsadas por no ser científicas.

Los conceptos y los criterios de Verdad y de Falsedad sólo pueden aplicarse a los contenidos científicos.

Ni los griegos, tan racionales ellos, aplicaron dichos criterios al terreno religioso: eso fue un rasgo definitorio de la razón monoteísta que introdujeron los cristianos en su batalla ideológica contra el paganismo.

Lo primero que consiguieron fue acabar con el tolerante pluralismo politeísta, lo que ellos mismos conseguirían, sufriendo las consecuencias, cuando ese mismo criterio se lo aplicaron los filósofos positivistas a su propia doctrina teológica que negaron los propios dogmas religiosos en nombre de la razón.

Si los cristianos derribaron los altares de los dioses olímpicos griegos y romanos en nombre de su monoteísmo, la Razón Ilustrada apearía del pedestal al Dios cristiano y los vástagos de esa Razón, los filósofos positivistas, negarían el concepto de verdad a los dogmas religiosos.

¿Qué verdad pueden tener unos dogmas ni verificables ni falsables “in se”, cuando no puede saberse nada de ellos y sólo entran en el orden, en el ámbito de la fe, de la creencia?

“Créanlo o no se lo crean, pero no digan que son verdaderos”.

Es el peligro que tiene la razón, que, si la sueltas, una vez suelta, comienza a escudriñarlo todo e insiste y no se cansa, derribando lo no sólido.

La razón no hace prisioneros sino que suelta las cadenas que te atan a tutores de todo tipo, religiosos o laicos, autoridades siempre interesadas en lo que sea, y que prefieren tenerte encadenado a ellos, pero la razón no encadena, sino que libera para que puedas volar y si, después, tu te metes en un túnel, tú y sólo tú eres el responsable.

Defender la Teoría de la Evolución o defender el Creacionismo conlleva apoyar a la “razón”, humana, o a la no sé por qué llamada “Razón Última”, Dios. Y cada una tiene sus defensores, los que prefieren liberarte de las cadenas y los que prefieren estar y tenerte encadenado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario