NIVEL I: Capacitación para el
goce de la felicidad SOLITARIA.
NIVEL II: Capacitación para
el goce de la felicidad GREGARIA.
NIVEL III: Capacitación para
el goce de la felicidad SOLIDARIA.
La vida auténtica, la
reclamada desde Sócrates, la conforme a nuestros principios, supone dar una
paso más y acercarse al Nivel III, apartándose de la multitud, pero no por
desprecio ni por elitismo, sino por tratar de no halagar los instintos más
bajos de las masas o la ignorancia supina.
Lo mejor no tiene que ser lo
que agrade a los más, hay que saber y buscar qué es lo mejor que ha de hacerse
y no lo que es más acostumbrado –dirá Séneca.
El Nivel II es el terreno
abonado de y para los demagogos y conseguir el estatuto de líder sin importarle
mucho las necesidades e intereses, los deseos ilustrados de los demás.
A pesar de todo ello, no todo
es negativo en este Nivel II porque la inteligencia humana ha llegado a
comprender, aunque sólo sea vagamente, la necesidad de la cooperación y ayuda
mutua porque sin ellos él no sería lo que es, pero es un sentimiento ambiguo y
vago de empatía que no produce, todavía, acciones y comportamientos éticamente
encomiables.
NIVEL III: Capacitación para
el goce de la felicidad SOLIDARIA.
Es el nivel en el que es
posible compaginar la búsqueda de la felicidad propia y la búsqueda de la
felicidad ajena, mediante una ampliación de los sentimientos de empatía que dan
lugar a fuertes lazos de SOLIDARIDAD.
Es en este nivel en el que se
dan el desarrollo moral pleno y el goce humanamente más profundo y
satisfactorio.
Es el nivel en el que se vive
plenamente de acuerdo con el sentimiento ético de la vida.
Se corresponde este nivel con
el postconvencional kohlbergiano aunque éste sea, por una parte demasiado
racionalista y demasiado individualista por otra.
En este Nivel se postula la
deseabilidad de un individuo plenamente desarrollado tanto intelectual como
emotivo y sentimentalmente.
No hay/no puede haber
enfrentamiento entre “razón” y “sentimiento” (“razón sentimental” y/o
“sentimiento racional”)
Ya no es que no se
desentienda de los demás, es que está sumamente interesado en los otros, empatizando
y gozando en el gozo ajeno y doliéndose con el dolor de los otros.
Sintonizando plenamente con
los otros, que le preocupan.
No está lejos (o, como diría
Rajoy, está cerca) del socialismo utópico o romántico de tiempos atrás.
“Socialista cualificado” se
autodenominaba Mill, con su visión optimista de la especie humana, que le lleva
a pensar que el hombre está llamado a identificar sus sentimientos cada vez más
con el bien ajeno, no pudiendo el hombre encontrar satisfacción en su vida
cuando no ha conseguido ampliar los horizontes propios del egoísmo.
Este Nivel III, el de la Felicidad Solidaria ,
es la meta deseable del desarrollo moral de los individuos y de las comunidades
y sin proponerse una moral puritana de renuncia a pasiones e inclinaciones.
Es en este Nivel en el que se
está incitando a la rebelión más profunda contra todo tipo de tabúes y
obstáculos que no nos permitan gozar profunda e inteligentemente en nuestras relaciones
interpersonales y en nuestras relaciones con nosotros mismos.
En ambas relaciones
(interpersonales e intrapersonales) ésta sería una Ética Prometeica y
radicalmente revolucionaria, al afirmar que sólo a través de un tipo
determinado de esfuerzo es posible desarrollar las capacidades intelectuales y
sensibles que nos convierten en personas “excelentes”.
Esfuerzo por comprender y
participar en la vida de los otros para conseguir una vida de relaciones
humanas plenas y gratificantes, ayudando, impulsando y compartiendo (y nunca
frenando e impidiendo).
Es una Ética Rebelde en las
relaciones interpersonales borrando, por siempre, las barreras alzadas por el
privilegio y proponiendo que “los intereses de todos sean tenidos en cuenta por
igual”, y no por demandas de los peor situados sino por el beneficio del
bienestar y goce de todos en una convivencia digna de tal nombre, y no sólo
coexistencia.
La búsqueda de este “placer
prohibido” en la sociedad contemporánea donde la competitividad prima sobre la
cooperación, porque cuando hay un fuerte antagonismo entre las personas, los
sexos o las clases sociales, la revancha de los oprimidos es tan feroz e
indeseable como el despotismo e insensibilidad de los opresores.
Si, en vez de convivir en el
mismo plano, se coexiste en planos paralelos, la lucha entre los que no quieren
bajar y los que quieren subir es la guerra continua de todos contra todos.
La convivencia pacífica
deseada habrá devenido en coexistencia bélica y tirando a matar.
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