MUERTE DE DIOS.
Fin de toda creencia en
entidades absolutas.
Una primera y elemental
aclaración es que cuando Nietzsche predica la muerte de Dios no quiere decir
que Dios haya existido y después haya muerto (un absurdo).
Nietzsche nunca creyó en la
existencia de Dios.
Esta tesis señala simplemente
que la creencia en Dios ha muerto.
Podemos entender esta tesis
nietzscheana si la comparamos con el punto de vista de Marx:
1.- Relación entre
el hombre y Dios:
Ambos autores consideran que
Dios no crea al hombre sino el hombre a Dios.
2.- Razones de la
creencia en Dios:
Para Marx las dos razones
principales de la invención del mundo religioso son: 1.- Dar un consuelo
(consolar) a los hombres de la miseria y sufrimiento existente en este mundo y
2.- Ser un instrumento de la clase dominante para un mejor control de la clase
dominada.
Para Nietzsche sirve también
la primera razón, pero frente a la segunda presenta otra: la creencia en Dios
es una consecuencia de la vida decadente, de la vida incapaz de aceptar el
mundo en su dimensión trágica; parece apelar a una motivación psicológica: la
idea de Dios es un refugio para los que no pueden aceptar la vida, esta vida,
su vida real y presente, refugiándose en la promesa de la futura vida eterna y
eternamente feliz.
3.- “Muerte de Dios”:
Marx no considera que las
creencias religiosas hayan llegado a su fin, esto sólo ocurrirá cuando triunfe
la revolución proletaria y desaparezca la causa última que la produce, la
injusticia y la alienación.
Nietzsche sí considera que
estamos ante un acontecimiento actual: no explica las razones históricas que
han dado lugar a la creencia en Dios, ni las que han dado lugar a su
descrédito, pero parece indicar que estamos en un tiempo histórico clave pues
en él asistimos a su necesario final.
4.- “Concepto de Dios”:
Cuando el marxismo se refiere
a Dios se refiere al dios de la religión.
Cuando Nietzsche se refiere a
Dios se refiere al dios de la religión, particularmente al Dios del
cristianismo, pero también a todo aquello que puede sustituirle, porque en
realidad Dios no es una entidad sino un lugar, una figura posible del
pensamiento, representa lo Absoluto.
Dios es la metáfora para
expresar la realidad absoluta, la realidad que se presenta como LA Verdad y EL Bien, como el
supuesto ámbito objetivo que puede servir de fundamento a la existencia por
encontrarse más allá de ésta y darle un sentido.
Todo aquello que sirve a los
hombres para dar un sentido a la vida, pero que sin embargo se pone fuera de la
vida, es semejante a Dios: la
Naturaleza , el Progreso, la Revolución , la Ciencia , … tomadas como
realidades absolutas son el análogo a Dios.
Cuando Nietzsche declara que “Dios
ha muerto” quiere indicar que los hombres viven desorientados, que ya no sirve
el horizonte último en el que siempre se ha vivido, que no existe una luz que
nos pueda guiar de modo pleno.
Esta experiencia de la
finitud, del sentirse, sin remedio, desorientado es necesaria para empezar un
nuevo modo de vida.
5.- Consecuencia de la
“muerte de Dios”:
Para el marxismo la crítica a
la alienación religiosa y la superación de la religión es indispensable para el
triunfo completo del comunismo y la aparición de la nueva sociedad, sin clases.
Para Nietzsche con dicha
“muerte” podemos vivir sin lo absoluto, en la “inocencia del devenir”.
De ahí que la muerte de
Dios sea la condición para la aparición del superhombre.
El siguiente texto de “La
gaya ciencia” es el que mejor expresa su idea de la muerte de Dios:
“¿No habéis oído hablar de
ese hombre loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por
la plaza pública, gritando sin cesar, “busco a Dios, busco a Dios”?
Como allí había muchos que no
creían en Dios, su grito provocó la hilaridad. “Qué, ¿se ha perdido Dios?”,
decía uno. “¿Se ha perdido como un niño pequeño?”, preguntaba otro. “¿O es que
está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado?”
Así gritaban y reían con gran
confusión.
El loco se precipitó en medio
de ellos y los traspasó con la mirada: “¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a
decir”, les gritó. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos somos sus
asesinos! Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar?
¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al
separar esta tierra de la cadena de su sol? ¿Adónde se dirigen ahora sus
movimientos? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos incesantemente? ¿Hacia
adelante, hacia atrás, de lado, de todos lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo?
¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el
vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer, cada vez más, cada
vez más? ¿No es necesario encender linternas en pleno mediodía? ¿No oímos
todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿Nada olfateamos aún
de la descomposición divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha
muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos,
nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo poseía de más sagrado y
poderoso se ha desangrado bajo nuestro cuchillo. ¿Quién borrará de nosotros esa
sangre? ¿Qué agua podrá purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué juegos nos veremos
forzados a inventar? ¿No es excesiva para nosotros la grandeza de este acto?
¿No estamos forzados a convertirnos en dioses, al menos para parecer dignos de
los dioses? No hubo en el mundo acto más grandioso y las futuras generaciones
serán, por este acto, parte de una historia más alta de lo que hasta el
presente fue la historia.
Aquí calló el loco y miró de
nuevo a sus oyentes; ellos también callaron y le contemplaron con extrañeza.
Por último, arrojó al suelo
la linterna, que se apagó y se rompió en mil pedazos: “He llegado demasiado
pronto, dijo. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino,
todavía no ha llegado a oídos de los hombres. Es necesario dar tiempo al
relámpago y al trueno, es necesario dar tiempo a la luz de los astros, tiempo a
las acciones, cuando ya han sido realizadas, para ser vistas y oídas. Este acto
está más lejos de los hombres que el acto más distante; y, sin
embargo, ellos lo han realizado.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario