jueves, 9 de agosto de 2018

NIETZSCHE 11. EROS Y LOGOS (2)


La Naturaleza, toda, era la obra de Dios, siendo el hombre el centro de esa naturaleza.

Primero fue Copérnico quien lanzó la Teoría Heliocéntrica, según la cual no era la Tierra (geo-centrismo) sino el Sol el centro del universo (heliocentrismo)

La Tierra cedía su posición central, en el sistema, al Sol, por lo que todo giraba, ya, alrededor del Sol, pero “todo seguía siendo la obra de Dios”.

Llegó la Época Moderna y la razón seguía avanzando y creciendo por su cuenta.

La afirmación de Galileo de que “el libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático y el que no sepa matemáticas no va a enterarse de nada” condujo al intenso estudio de la Matemática.

Y hablar de Matemáticas es hablar de la Razón.

La anécdota de Napoleón citando al gran astrónomo Laplace para que le explicara el funcionamiento del universo y cuando al terminar la explicación de cómo los planetas giraban, por su cuenta alrededor del sol, igual que los satélites lo hacían alrededor del planeta correspondiente pero preguntando Napoleón dónde esta Dios en todo esto, la respuesta de Laplace fue: “no necesito la hipótesis Dios para explicar el funcionamiento del sistema solar”

Es la filosofía moderna, racionalista la que afirma que el mundo ha dejado de ser obra de Dios para convertirse en un cálculo de la mente divina.
La naturaleza funciona así y, sin tener que preguntarle a Dios por qué funciona así, la Filosofía-Astronomía (todavía la Astronomía no se había separado de la Filosofía sino que era una rama de la Filosofía que estudiaba las “cuestiones astronómicas) va a intentar explicarlo, no contra Dios, sino al margen de Dios.

Recordemos que la obra principal de Newton se titula: “Philosophiae naturalis principia matemática” (Principios Matemáticos de la Filosofía Natural).

Bastará, ya, un solo paso para cortar el hilo que une al mundo con la divinidad para que toda esa grandeza de la naturaleza se pierda, al dejar de ser vista como divina, pasando del teísmo medieval, del fideísmo y del panteísmo de Espinosa (Spinoza) al “naturalismo positivista”.

La naturaleza ha dejado de ser divina, ha pasado a ser laica, y a ser estudiada no ya como una imagen de la divinidad y que a partir de los vestigios naturales llegara hasta Dios,
Se ha secularizado la naturaleza y sólo es objeto de estudio de los científicos.

Es el camino que va desde la Teología Medieval o desde la Metafísica Clásica al mundo de la ciencia positiva, donde todo, ya, será explicado naturalmente, incluso el amor, que se disuelve reducido a explicaciones mecanicistas o fisiológicas.

La ciencia, con la razón y la experiencia, lo que, normalmente se denomina “método hipotético-deductivo,  va a ser, desde entonces y hasta ahora, el único capaz de explicarlo o de intentar explicarlo todo y sin tener los científicos, en cuanto científicos, que recurrir a Dios para nada (otra cosa es el científico en cuanto persona concreta, que puede ser creyente, ateo o agnóstico)

Toda explicación que recurra y haga intervenir a Dios deja de ser científica.

Y, siguiendo una de las reglas del método cartesiano (“dividir cada una de las dificultades (problemas) en tantas partes como sea posible para ir entendiéndolas una a una y luego unir las evidencias de las partes para tener la evidencia del todo, lo que se llama “análisis y síntesis) enfrentarse con el problema que necesite una explicación.

El sentido de la ciencia es, pues, reducir la multiplicidad, la variedad y la riqueza de la naturaleza a unidades irreductibles: 1.- Líneas, superficies, volúmenes,…en Geometría: 2.- Átomos, electrones, partículas subatómicas, quarks, la partícula de Dios o bosón de Higgs, campos de fuerza.,, en Física; 3.- Células, mitocondrias, hormonas, síntesis,…en Biología; y, así, sucesivamente en todas las ciencias.

En una palabra, la ciencia trata de explicar lo superior por lo inferior, una casa por los materiales empleados, lo que resulta escandaloso cuando quieren explicarse fenómenos psíquicos, como el amor, por ejemplo, porque explicarlo así significa destruirlo.

El amor, en manos de los científicos, queda reducido a una serie de mecanismos –insatisfacción, represión, transferencia, sublimación –mediante los cuales los impulsos –sea la libido, el ansia o afán de poder, o cualquier otro –que habitan en las capas del inconsciente, quedan liberados.

Y esto se aplica tanto al amor de los amantes, el amor filial, el éxtasis místico de un santo, pasando por todos los tipos y grados intermedios del amor, sea el amor al arte, el amor a la ciencia,…a cualquier tipo de amor.

Reducir los fenómenos psíquicos a un conjunto de fenómenos fisiológicos o físicos es dejar escapar el amor como se escapa el agua al querer recogerlo en una cesta.

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