CRÍTICA A LA CIENCIA
Nietzsche rechaza la supuesta objetividad
del conocimiento científico, la existencia de leyes naturales, la racionalidad del
mundo y el poder explicativo de las matemáticas.
Nietzsche critica las
siguientes creencias básicas que se incluyen en la práctica científica, o que
parecen estar vinculadas con ella:
1. Su objetividad:
con la expresión “conocimiento objetivo” nos referimos al que es capaz de
describir el mundo independientemente de las peculiaridades o rasgos de la
persona o grupo que lo alcanza.
Un conocimiento es objetivo
cuando no está influido por los intereses o por los rasgos del sujeto, cuando
describe las cosas sin añadirles nada que no les pertenezca realmente.
Filósofos como Platón,
Aristóteles, Santo Tomás, Descartes y gran parte de lo mejor de la tradición
filosófica creyeron que la filosofía podía alcanzar este conocimiento perfecto,
aséptico, imparcial, y con la aparición de la ciencia moderna muchos
consideraron que se hacía real el afán por la verdad única y absoluta típico de
todo el mundo occidental.
Sin embargo, la posición de
Nietzsche es radicalmente contraria a estas afirmaciones y conecta con otra
línea filosófica históricamente más desacreditada: el
relativismo, escepticismo y subjetivismo.
Nietzsche defiende
el perspectivismo: la tesis según la cual todo conocimiento se
alcanza desde un punto de vista, punto de vista del que es imposible
prescindir: las características del sujeto que conoce (psicológicas, sociales,
físicas, la peculiaridad personal, la misma biografía) hacen imposible superar
la propia perspectiva; no podemos desprendernos de nuestra
subjetividad cuando intentamos conocer la realidad; incluso la creencia en
la objetividad es un punto de vista más, pero un punto de vista que esconde la
relatividad de su origen, su dependencia de concepciones establecidas y no
evaluadas o controladas.
2. La existencia de
leyes naturales: en el mundo no existen leyes, las leyes que el científico
cree descubrir son invenciones humanas; no existen regularidades en el mundo,
no hay leyes de la
Naturaleza.
Si entendemos por leyes de la
naturaleza supuestos comportamientos regulares de las cosas, Nietzsche
rechazará la existencia de dichos supuestos comportamientos regulares y
necesarios: ¿por qué las cosas iban a comportarse regularmente?, ¿en virtud de
qué necesidad?
Siguiendo un planteamiento ya
conocido en la historia de la filosofía, el planteamiento de Hume,
Nietzsche considera que las relaciones entre las cosas no son
necesarias (para emplear un término clásico, son contingentes), son así
pero perfectamente podrían ser de otro modo. Las cosas se comportarían
siguiendo leyes o necesariamente si hubiese un ser que les obligase a ello (Dios),
pero Dios no existe; las leyes y la supuesta necesidad de las cosas son
invenciones de los científicos.
Si creemos en las leyes
naturales es porque nos interesa creerlo, no porque realmente existan; el
orden en el mundo es una creencia infundada, nosotros creemos en ese orden para
hacer más soportable la existencia, para sentirnos más cómodos ante el entorno
hostil.
“Las cosas no se comportan
regularmente conforme a una regla; no hay cosas (se trata de una ficción);
tampoco se comportan bajo necesidad.
En este mundo no se obedece;
pues el ser algo tal cual es, de tal fuerza, de tal debilidad, no es el
resultado de obediencia, regla ni necesidad” (“La voluntad de poder”).
3. La validez del
ejercicio de la razón: en este punto la crítica a la ciencia se incluye en la
crítica más general de toda actitud (incluida la filosófica) que considera a la
razón como el instrumento legítimo para el conocimiento. La razón no se
puede justificar a sí misma: ¿por qué creer en ella?; la razón es una dimensión
de la vida humana, aparece de forma tardía en el mundo y muy probablemente,
dice Nietzsche, desaparecerá del Universo; y nada habrá cambiado con dicha
desaparición.
Junto con la razón, en el
hombre encontramos otras dimensiones básicas (la imaginación, la capacidad de
apreciación estética, los sentimientos, el instinto,...) y todas ellas pueden
mover nuestro juicio, todas ellas son capaces de motivar nuestras creencias.
La razón no es mejor que
otros medios para alcanzar un conocimiento de la realidad (en todo caso es peor
puesto que el mundo no es racional). La ciencia se equivoca al destacar
exageradamente la importancia de la razón como instrumento para comprender la
realidad.
4. Legitimidad de las
matemáticas: la ciencia actual considera que la matemática es un instrumento
adecuado para expresar con precisión el comportamiento de las cosas.
Para Nietzsche, sin embargo,
esta forma de entender el mundo es aún más errónea que otras formas de
cientificidad.
Las matemáticas puras no
describen nada real, son invenciones humanas; en el mundo no existen
líneas rectas, ni triángulos, ni ninguna de las perfectas figuras a las que se
refiere la geometría.
En el mundo no existen
números, ni siquiera propiamente unidades.
Cuando decimos que algo
es una cosa (una mesa, un árbol,...), lo que hacemos es simplificar
la realidad que se nos ofrece a los sentidos, someterla a un concepto, esconder
su pluralidad y variación constante.
Las matemáticas prescinden de
la dimensión cualitativa del mundo, de su riqueza y pluralidad.
Podemos entender la
valoración que Nietzsche hace de la matemática comparándola con la platónica:
para Platón el matemático descubre entidades reales y objetivas que están más
allá del mundo físico, en el Mundo Absoluto de las Ideas.
Nietzsche considera, sin
embargo, que no existen tales entidades, ni realizándose en el mundo físico ni,
mucho menos, en un mundo independiente y eterno: para Platón,
Pitágoras descubre el teorema que lleva su nombre, para Nietzsche,
lo inventa.
En cuanto al origen de la
ciencia, Nietzsche señala dos motivos:
1.- Su utilidad: la
ciencia nos permite un mayor control de la realidad, la previsión y dominio del
mundo natural; pero, recuerda frecuentemente, la
2.- La Eficacia , que no es necesariamente
un signo de verdad sino que es consecuencia de un sentimiento decadente: la
ciencia sirve también para ocultar un aspecto de la naturaleza que sólo los
espíritus fuertes consiguen aceptar: el caos originario del mundo, la dimensión
dionisíaca de la existencia.
La ciencia nos instala
cómodamente en un mundo previsible, ordenado, racional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario