jueves, 2 de agosto de 2018

NIETZSCHE 10 LOS NUEVOS FILÓSOFOS (3)


¿Es que el científico no es como el daltónico que no ve en la filosofía nada de utilitario sino una serie de sistemas refutados y un lujo derrochador que a nadie aprovecha?

Si le preguntáramos a Aristóteles por la utilidad de la filosofía nos diría que ninguna porque la “utilidad” es un valor de medio para, “sirve para” y ese es el valor superior.
La filosofía es valiosa en sí y no porque “sirva para”, subordinada a ese objeto del “para”, un valor “absoluto” y “no relativo”, una valor de fin y no de medio.

La pérdida de la filosofía implica la pérdida de una cultura superior y este desplazamiento hacia la ciencia y la técnica (los “nuevos bárbaros” en lenguaje orteguiano) ha hecho perder base a la cultura misma.

Los filósofos (siempre con la excepción de Heráclito) son esos regios y magníficos eremitas del espíritu y, con cuanta razón, ante éstos y por éstos, el hombre de ciencia puede sentirse, en comparación, perteneciente a una especie mejor.

Nietzsche arremete contra los filósofos positivistas, rendidos ante la ciencia y considerados sólo doctos y especialistas.

Ante todo este panorama filosófico, por culpa de ellos, los científicos no sólo se consideran independientes del saber filosófico, sino superiores a él.

La filosofía debe encontrar, de nuevo, su camino.

¿Cómo puede seguirse hablando de “filosofía” cuando ésta sólo suscita “desconfianza”, “fastidio”, “burla”, “compasión”?

La filosofía no sólo ha perdido su papel de guía de las ciencias, también de la existencia humana y debe recuperarlo a riesgo de perecer ella y el sentido de toda una cultura superior.
Con nostalgia de tal pérdida siente nostalgia ante el avance irremediable de la plebe, de la democracia y de la ciencia plebeya.

La pérdida de una cultura aristocrática, de la jerarquía humana y natural que hace que los hombres superiores guíen a la humanidad hacia un futuro mejor.

Esta jerarquía de los hombres y su capacidad de crear valores nuevos, la desigualdad y la implantación de una mayor desigualdad aún, tienen el sentido de crear una “nueva casta que gobierne sobre Europa” y la implantación de un sistema político que nada tengan que ver ni con la democracia ni con el socialismo.

Este planteamiento se nos hace incomprensible porque rompe todos nuestros esquemas de organización del mundo porque la democracia se nos aparece como la única, o la mejor, forma de organización, como una verdad inamovible, como ha sido durante 2.000 años la interpretación del mundo realizada por el judeo-cristianismo.

Ante esta avalancha mundial para imponer y optar por la democracia ¿hacia dónde tendremos que mirar?
A los “nuevos filósofos”, a hombres de mando, de espíritu fuerte, para empujar a la transvaloración, a “invertir valores eternos”, a hombres del futuro que coaccionen a la voluntad de milenios a seguir nuevas vías.

Pero estos nuevos filósofos ¿cómo podemos concebirlos en estos momentos, prisioneros de los viejos esquemas y del orden democrático que se ha instaurado en el planeta entero como único sistema político?

Los “nuevos filósofos” tienen que ser “filósofos éticos”, cuya misión es la creación de una nueva escala de valores.
Porque el hombre es “un animal que valora”, por lo que nuestro problema ha sido el modo de valorar hasta ahora el mundo, una valoración errada porque ha estado centrada en lo transmundano, en un mundo ideal, en otro mundo.
Pero el único mundo real que existe es éste, en el que estamos.
Y el hombre es el único existente real y debe implantar su voluntad en la tierra para darle sentido a su existencia, un sentido humano, libre de toda atadura con otro mundo.

A partir de aquí todos los caminos quedan abiertos, todas las sendas conducen al porvenir, lo que supone grandes riesgos para hacer de la humanidad algo distinto o, mejor, para hacer posible la humanidad porque, en el fondo, la humanidad mi siquiera ha existido hasta ahora.

“Cuando se coloca el centro de gravedad de la vida no en la vida, sino en el más allá –en la nada –se le ha quitado a la vida como tal el centro de gravedad. La gran mentira de la inmortalidad personal…” lo destruye todo.
¿Por qué preocuparse de lo que va a morir, porque es mortal, cuando nos espera la inmortalidad, al vida eterna…?

Vivir de tal modo que ya no tenga sentido esa manera de vivir.

Critica dura y constantemente al hombre moderno, al ideal democrático y socialista, a la degeneración global del hombre, a lo que él llama: “animalización del hombre” o “completo animal de rebaño”

Debe desaparecer, y luchar para que desaparezca, todo ideal de igualdad, como groseramente lo predica el cristianismo.
Parece como si durante casi 2.000 años -pensaría Nietzsche –el hombre europeo se ha convertido en un “aborto sublime”.
“El Cristianismo ha sido, hasta ahora, la especie más funesta de autopresunción”

Hasta ahora, por la moral cristiana y la democracia, no ha habido hombres elevados ni duros, ni fuertes, ni dotados de una mirada larga, no aristocráticos, sino dominados por filósofos-sacerdotes predicando la “igualdad ante Dios”, que todos somos iguales, que huyamos de la soberbia y seamos humildes, dirigiendo el destino de Europa y formando una especie empequeñecida, casi ridícula, un animal de rebaño, un ser dócil, enfermizo, mediocre,… (Pueden seguir poniendo adjetivos).


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