2.- APOLÍNEO.
“Relativo a la consideración del
mundo como una totalidad ordenada, luminosa y racional.
Los griegos expresaron esta
dimensión de la realidad
con la
figura del dios Apolo.
Se opone a lo dionisíaco.
Nietzsche presenta este
concepto en su primer escrito importante, "El Nacimiento de la Tragedia ", obra que
será superada posteriormente en algunos aspectos, pero no en lo que se refiere
a una de sus tesis centrales: el papel de la filosofía griega clásica
(particularmente Sócrates y Platón) en el triunfo de la concepción apolínea de
la vida y el olvido de la dionisíaca.
En "El nacimiento de la
tragedia" el joven Nietzsche trataba, aparentemente, cuestiones de
historia de la cultura griega y reflexiones de estética.
La obra escandalizó a sus
contemporáneos pues cuestionaba la valoración tradicional y dominante del mundo
griego, valoración según la cual la GRECIA
CLÁSICA , la Grecia
Ilustrada , la
Grecia del siglo V, la Grecia y el Siglo de Pericles era el momento de
esplendor de la cultura griega, y Sócrates y Platón los iniciadores de lo mejor
de la tradición occidental, la racionalidad.
Frente a esta interpretación,
Nietzsche da más importancia a la GRECIA
ARCAICA , la
Grecia del tiempo de Homero, y sitúa en el siglo V a. C.
el inicio de la crisis vital del espíritu griego.
Nietzsche defiende
una concepción metafísica del arte: el valor del arte no está en la mera
complacencia subjetiva que provoca en el espectador, no atañe solo a la esfera
del gusto; es algo más profundo, puesto que con él una cultura expresa
toda una concepción del mundo y de la existencia.
El sentido del mundo se puede
describir racionalmente, en conceptos precisos y argumentaciones rigurosas,
pero también mediante la metáfora y los recursos estéticos que permiten la
depuración de la sensibilidad para aprehender intuitivamente la realidad y
trasladarla a los demás mediante la sugerencia, la belleza y el símbolo.
Esta apreciación nunca le
abandonó, y se manifiesta en varios aspectos de su filosofía, particularmente
en su estilo expresivo, más próximo a la literatura (incluso a la poesía, como
en “Así habló Zaratustra”) que a las formas precisas y objetivas de la
filosofía tradicional.
Pues bien, dice Nietzsche, que el pueblo griego antiguo supo captar las
dos dimensiones fundamentales de la realidad sin ocultarse ninguna de ellas, dimensiones
que este pueblo expresó de forma mítica con los cultos a Apolo y a Dionisos.
La auténtica grandeza griega
culmina en la tragedia ática, género artístico con el que consiguieron
representar de modo armónico lo apolíneo y lo dionisíaco de la existencia.
Apolo era uno de los
dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos templos y a su
oráculo acudían cuando deseaban conocer el futuro o aspectos oscuros de su
existencia.
Los griegos lo consideraron
como el dios de la juventud, de la luz, de la belleza, de la
poesía, y de las artes en general.
Pero, según Nietzsche,
expresaba para ellos mucho más, un modo de estar ante el mundo: era
el dios de la luz, la claridad y la armonía, frente al mundo de las
fuerzas primarias e instintivas.
Representaba también la
individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la racionalidad.
Para la interpretación
tradicional toda la cultura griega era apolínea, y el pueblo griego
el primero en presentar una visión luminosa, bella y racional de la realidad.
Nietzsche es contrario a esta
interpretación, pues afirma que es correcta para el mundo griego a partir de
Sócrates, pero no para el mundo griego anterior, considerado por nuestro
filósofo como el momento más característico del espíritu griego.
Frente a lo apolíneo los
griegos opusieron lo dionisíaco, representado con la figura del dios
Dionisos, dios del vino y las cosechas, de las fiestas báquicas presididas por
el exceso, la embriaguez, la música y la pasión; pero, según Nietzsche, con este
dios representaban también el mundo de la confusión, la deformidad, el caos, la
noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y, en
definitiva, la irracionalidad.
La auténtica grandeza del
mundo griego arcaico estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad, en
armonizar ambos principios, en considerar incluso que lo dionisíaco era la
auténtica verdad.
Sólo con el inicio de la
decadencia occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar
esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo
puramente apolíneo, como el que fomenta el platonismo).
Sócrates inaugura el
desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo
dionisíaco con el no ser, con la irrealidad.
En sus obras posteriores,
Nietzsche recoge y desarrolla esta idea del inicio de la decadencia occidental
en la Grecia
clásica: Sócrates lo inició y Platón instauró el error dogmático más
duradero y peligroso: "el espíritu puro", el "bien en sí",
el platonismo o creencia en la escisión de la realidad en dos mundos (el
"Mundo Sensible" y el "Mundo Inteligible o Mundo
Racional").
Este dogmatismo es síntoma de
decadencia pues se opone a los valores del existir instintivo y biológico del
hombre.
La degeneración de la cultura
en virtud de la filosofía griega triunfó en la cultura occidental con el
ascenso de la moral judeocristiana y del monoteísmo, pervirtiendo desde la raíz
el mundo occidental.
Así, la crítica de Nietzsche
a la cultura occidental se refiere a todos los ámbitos, pues
"Filosofía, religión y moral son síntomas de decadencia" ("La
voluntad de poder"), la filosofía por inventar un mundo racional, la
religión un mundo religioso y la moral un mundo moral; en definitiva, la
decadencia del espíritu griego antiguo supuso el triunfo de lo apolíneo
sobre lo único real, según Nietzsche, lo dionisíaco.
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