Respecto a la
“globalización”, con una sola civilización, están surgiendo, y con auge, los
aislamientos nacionalistas, engreídos y excluyentes.
Es verdad que los humanos
somos seres sociales, con lealtad al grupo impresa en nuestros genes pero
durante millones de años los hombres vivieron en pequeñas comunidades íntimas y
no en grandes naciones-estados.
Ser nicaragüense, ruso, turco
o marroquí u otros tantos estados por el estilo, no existían, como tales, hace
5.000 años.
Si la especie humana tuvo
éxito fue, no por su biología, sino por el uso de su cultura como base para la
cooperación a mayor escala y así como los genes son inmutables, las culturas
son flexibles.
A diferencia de los
chimpancés, no muy alejados de nosotros, el homo sapiens pudo organizarse (y
fue organizándose) de muchas maneras diferentes adaptadas a las cambiantes
circunstancias.
Las naciones-estados son sólo
una de las opciones pero existen otras, como las tribus, los imperios, las
iglesias.
Y cuanto más se desarrolle la
cultura más cerca estaremos de organizaciones más amplias.
Si se superó la organización
tribal fue porque se enfrentaba a retos y a oportunidades que una tribu pequeña
no podía abordar.
Imaginarse, en la antigüedad,
el río Nilo y la cantidad de tribus o clanes a lo largo del mismo, pero que
sólo dominaba cada una una parte del río, pero cuando el caudal crecía demasiado o casi se secaba, el
río no sabía nada de tribus, lo inundaba todo con sus crecidas letales o se
medio-secaba sembrando muerte.
La única manera de dominar el
río, tanto crecido como medio seco, era construir presas y canales, algo que
entre varias tribus o clanes sí podía llevarse a cabo pero no cada una por su
cuenta.
Las tribus se fusionaron
creando, poco a poco, una gran nación que, ya sí, podía prepararse para los
años de vacas flacas o los años de vacas flojas, así como las vías de
comunicación a lo largo del río.
El “nacionalismo” tiene dos
partes: la fácil es preferir a gente como nosotros antes que a los extraños,
que es lo que se hecho durante millones de años, la “xenofobia”, inscrita en el ADN, y la parte difícil, que es
preferir, a veces, a extraños antes que a amigos y familiares.
Por ejemplo, el “buen
patriota” paga sus impuestos honestamente sabiendo que unos niños muy alejados
de él van a beneficiarse mientras sus hijos van a disfrutar de menos
oportunidades (una institución hospitalaria o educativa privada).
Y esta forma de actuar va
contra millones de años de evolución (yo-mi-me-conmigo-para mi-para los míos-nosotros,…)
La evasión de impuestos (para
pagar menos) y el nepotismo (para los míos) es algo natural y sólo la cultura,
en vistas de un bien superior que repercuta en los extraños o alejados, puede
conseguirlo (se denomina educación ética y social).
“Nacionalismo” – “nación” –
“nacer” – “nacimiento”…Todos hemos “nacido” en una “nación”, a la que luego
odiarás o amarás. Si la amas y estás orgulloso de ella la conviertes en
“patria” que no sólo es la “nación en la que nacieron y/o murieron nuestros
padres” sino que también, eso mismo, lo queremos para nosotros.
Es un error peligroso
imaginar que sin nacionalismos viviríamos en un paraíso liberal, es más
probable que viviéramos en un caos tribal.
Suecia, Alemania,
Suiza,…poseen un marcado sentido de nacionalismo y ya sabemos cómo se
comportan.
Es verdad que cada uno tiene
una nación, pero creer que ella es, no sólo única, sino la mejor, la suprema y
que sólo tengo obligaciones para con ella y no con los demás hombres y con las
demás naciones, es otro grave error y terreno abonado para conflictos
violentos.
Tras el 1.945 las cosas
cambiaron sobre todo por la invención de armas nucleares ya que un nacionalismo
exacerbado podía llevar a una guerra nuclear y para contener este posible
demonio nuclear hubo que crearse una comunidad global por encima de las
diversas naciones.
La guerra fría entre los dos
bloques, con miedo mutuo, consiguió que el nacionalismo fuera algo secundario,
casi convertido en una reliquia, sin embargo, pasado un tiempo, los
nacionalismos tienen un profundo arraigo en casi todas las naciones.
¿Son viables las naciones
como “países amurallados”, preocupadas cada una con sus ciudadanos y, a la vez,
con comercio entre ellas?
¿Pueden ser viables esas
“naciones amuralladas” sin norma alguna común a todas ellas?
Ninguna economía moderna
puede sobrevivir sin una red comercial global.
Las fronteras nacionales, hoy
día, quedan ridículas y son tres los retos que tenemos por delante que sólo
pueden resolverse mediante la cooperación global.
1.- EL RETO NUCLEAR, 2.- EL
RETO ECOLÓGICO Y 3.- EL RETO TECNOLÓGICO.
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