¿Por qué, pues, esa crítica
infundada de que el laicismo carece de compromisos éticos o de
responsabilidades sociales?
Yo creo, por todo lo
anteriormente expuesto, que es todo lo contrario al estar volcado en los
problemas humanos de este tiempo, de esta sociedad y de este mundo, aunque sus decisiones puedan
ser cambiantes, adaptadas a los nuevos descubrimientos, a las nuevas
realidades, a las nuevas verdades.
El laicismo no es “palabra de
Dios” sino “palabras de hombres” que nunca pueden, pues, ser dogmáticos sino
cambiantes como cambiante es
Las élites laicistas pueden
orientar pero nunca obligar, dogmáticamente, porque ellas también están
formadas por hombres, y pueden estar ideológicamente seleccionados siendo los
más adeptos al movimiento laicista.
Si definimos negativamente al
laicismo y a los laicistas: “la gente laica es la que no cree en Dios”, hasta
un Stalin era laico.
Pero si lo definimos
positivamente: “las personas laicas son aquellas que rechazan todos los dogmas
acientíficos y están comprometidas con
Marx sí que era un laico pero
no Stalin.
Stalin seria un “profeta de
una religión sin Dios” pero totalmente dogmático.
Pero también el capitalismo empezó
como una teoría científica muy amplia de miras pero, poco a poco, se convirtió
en un “dogma”.
Muchos capitalistas siguen
con el mantra de la “libertad de mercado”, del “crecimiento económico”, de la
“sacrosanta ley “natural” de la oferta y de la demanda”, “el padre, el hijo y
el Santo Mercado”… con independencia de las realidades sobre el terreno, con
las espantosas consecuencias de obedecer dichos mantras (“modernización”, “industrialización”,
“privatización”,…) sobre las clases más débiles.
Los demócratas liberales
comunes y corrientes han sido más leales a la búsqueda de
¿Y qué puede hacerse,
entonces, si han sido elegidos libremente por el pueblo?
Pero no debemos demonizar
todos estos mantras considerándolos, a todos, igualmente dañinos.
También algunas creencias
religiosas han beneficiado a la humanidad como la han beneficiado algunos
principios laicos.
Recordemos que en 1.848, Marx
y Engels…pero hubo que esperar a 1.892, (casi 50 años) para que apareciera la
encíclica “De rerum novarum”, del papa León XIII.
Una Encíclica de contenido
social.
Y la doctrina o declaración
de Los Derechos Humanos es laica, y ha contribuido más a la felicidad y al
bienestar de la humanidad frenando el poder de regímenes autoritarios,
protegiendo a las minorías, luchando contra la violencia y la pobreza,…
“Toda persona tiene derecho
a… y a…..y a…” independientemente de se su sexo, su religión,…
Y si el día de mañana, con la
biotecnología y la inteligencia artificial, esos hombres fueran distintos y
superiores ¿tendrían los mismos Derechos Humanos que los hombres de hoy o
habría que proclamar unos “superderechos de estos superhumanos, de estos
hombres superiores”?
Quizá sea un problema con el
que tenga que enfrentarse el laicismo.
Es cierto que el
Cristianismo, con su doctrina del amor, ha sido responsable de grandes crímenes
contra la humanidad, como
¿Cómo llegó a tergiversarse
la doctrina de Jesús de Nazaret hasta llegar a
¿Podríamos preguntarnos cómo,
sabiendo lo que sabemos, estamos llevando al clima a tal grado de degradación, desestabilizando
el ecosistema global o a que los polos vayan descongelándose por el calentamiento
debido a llenar de porquería la atmósfera?
Toda luz, al iluminar, tiene,
causa, su sombra y debemos tenerla, a ésta, en cuenta cuando nos empeñemos en
seguir que haya más luz.
La ciencia laica tiene una
ventaja sobre la mayoría de las religiones tradicionales que atribuyen a Dios
toda
Quien enciende la luz es
quien provoca la sombra y los laicos tienen que hacerse cargo de ella como se
hacen cargo de la otra.
La ciencia laica, si se
equivoca, asume y acepta el error, corrigiéndose, lo que no pueden hacer los
que creen en una Verdad Absoluta revelada por un poder trascendente.
Es parte del juego el tener
malas cartas o hacer una mala jugada y perder la partida, porque el hombre es
falible, por eso reconocer un error es una gran ventaja sobre el que niega el
error, no lo admite, o se lo atribuye a otro.
Las meteduras de pata son
partes inherentes al juego.
Conscientes de ellos las
personas laicas no lanzan promesas espectaculares, sino pequeños cambios, aunque
progresivos.
No prometer acabar con la
mortalidad infantil, sino reducirla.
No acabar con la pobreza sino
incrementar el salario mínimo.
Prefiero al que,
honestamente, se considera “filósofo” y no “sabio” y que, al dudar y
replanteárselo de nuevo es capaz de cambiar el rumbo, desandando el camino, que
al que se considera infalible apoyándose en una autoridad externa, aunque sea
Dios y crea que ha revelado la verdad tal como aparece en los libros sagrados.
Todo es “palabra de hombres”,
yo no creo en la “palabra de Dios”.
Soy laico.
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