viernes, 30 de octubre de 2020

VERDAD Y MENTIRA ( 3 ) LA VERDAD MATERIAL

 

 

“VERDAD  MATERIAL” anunciaba el cartel del nuevo mostrador.

 

“Hola, Sr.”

 

 Verá Ud. Aquí vendemos la Verdad Científica. Es la Verdad de la que Ud. seguramente, sabe algo y ha oído hablar, y más hoy día.

La Verdad Científica es, podríamos decir, a la que normalmente nos referimos cuando hablamos de Verdad.

 

La Verdad Material es la coincidencia entre nuestros pensamientos y la realidad.

Cuando Ud. afirma que este mostrador es de madera y que es rectangular y luego acudimos al mostrador y vemos, comprobamos, que es de madera y que mide ocho por cinco, como hay  coincidencia entre el mostrador y lo que Ud. ha afirmado sobre el mostrador, esa es  Verdad Científica.

Si Ud. hubiera afirmado que el mostrador era metálico y redondo, sería una “Falsedad”. No una Mentira, sino una “Falsedad”.

 

Cuando se afirmaba que la tierra era el centro del universo no era mentira, era Falso. La tierra no está en el centro del universo.

 

Coincidencia entre “el pensar y el ser”.

“Adaequatio intentionalis intellectus et rei”  - decían los antiguos.

 

Como Ud. comprobará la Historia de la humanidad es la historia de las falsedades más que la historia de las verdades, porque éstas están constantemente convirtiendo en falsedades las hasta entonces consideradas verdades.

Nuestras verdades científicas actuales –téngalo Ud. por seguro- serán superadas, depuradas, corregidas, sobrepasadas por descubrimientos posteriores.

Y las verdades científicas de hoy serán las falsedades de mañana.

 

Aunque Ud. quisiera comprar esta verdad yo no podría vendérsela, porque aún no la tengo. Ni yo ni nadie. Sólo dispongo de verdades provisionales.

 

Yo sólo puedo indicarle el camino, el método, el meta-odos, para ir acercándose a ella.

Pero ese camino –debe Ud. saberlo- es interminable.

Tiene dirección, pero no existe la meta. Ésta siempre está algo más allá de donde Ud. haya llegado.

 

Del mundo Macro, del Universo, apenas conocemos algo (lo último-último ha sido el agujero negro fotografiado, pero ¿cuántos millones y millones de agujeros negros habrá en el universo?

A diario estamos descubriendo más y más y más.

Y del mundo Micro, ¿Qué quiere que le diga? Ahora andamos liados con el mapa genético, con la materia negra, con la Teoría cuántica, con los agujeros negros (como acabamos de decir)…. Además del cambio climático, de la capa de ozono… Esto no tiene fin.

 

Puedo asegurarle que si Ud. opta por la Verdad Científica, corra lo que corra, morirá corriendo, pero nunca llegará a la meta.

La meta siempre estará un poco más allá de donde Ud. haya llegado.

La meta no existe.

Sólo el camino.

 

El nuevo hombre rico se sintió un tanto desilusionado.

 

¡Vaya panorama el que se le presentaba!

 

Se dirigió al mostrador de la Esquina:

 

VERDAD Y MENTIRA: LA VERDAD DESNUDA,

jueves, 29 de octubre de 2020

VERDAD Y MENTIRA ( 2 ) LA VERDAD MORAL

 

Se pellizcó para comprobar y convencerse de que no era un sueño. No despertó. Estaba despierto. Era verdad. Allí ponía:

 

“TIENDA DE LA VERDAD”.

 

Nunca imaginó que la Verdad pudiera venderse y comprarse.

 

 

Lo que nunca había tenido, ahora podía adquirirlo.

Comercio, compra-venta de la verdad.

Vender verdad-comprar verdad.

Y él tenía dinero.

 

Apretó el timbre, cubierto de polvo. Una señorita abrió la puerta y, amablemente, lo invitó a entrar. Dio una ojeada a su alrededor. Era un distribuidor con varios mostradores. Detrás de cada uno, un señor de aspecto no muy serio.

 

La señorita requirió su atención.

 

- ¿Qué desea el señor?

- ¿Es verdad lo que pone en el letrero? ¿Venden Uds. Verdad?

- Sí, señor. Vendemos Verdades.

- ¿Cómo, Verdades? ¿Es que existen muchas clases de Verdad?

-Por supuesto, señor. ¿Ve Ud. este mostrador? En éste se vende la Verdad parcial, en ese otro la Verdad relativa, en aquel la Verdad estadística, en aquel otro de allí la verdad…

- No. Señorita. Yo voy buscando una Verdad más sólida, una Verdad más fuerte.

- Entonces le acompaño, sígame.

 

Pasaron por un estrecho pasadizo, en penumbra, con las paredes desnudas y vírgenes de mano humana. Desembocaron en otro distribuidor. Vio varios mostradores. Tras cada uno de ellos un varón de aspecto grave, serio pero alegre, atento. Sobre cada uno de los mostradores un letrero distinto.

 

VERDAD MORAL. VERDAD ARTISTICA. VERDAD MATERIAL, VERDAD FORMAL, VERDAD ONTOLÓGICA.

 

- “Cada uno de ellos le irá explicando la verdad que vende y que Ud. podrá adquirir”, - le indicó la señorita que, amablemente, se retiró y volvió a la puerta de entrada de la tienda.

 

- Mire. Aquí se vende la VERDAD MORAL.

- Explíquemela, por favor. Muéstreme sus caracteres, intente venderme su producto.

- La verdad, señor, es que la Verdad Moral está en su interior. Sólo Ud. es dueño y testigo de ella. Cuando alguien llama a otro “mentiroso”, seguramente no sabe lo que está diciendo, no está usando bien el lenguaje.

 

La Verdad Moral es la coincidencia entre lo que se dice y lo que se piensa. Cualquiera puede oír lo que Ud. dice, nadie, salvo Ud. sabe lo que Ud. está pensando. Nadie, salvo Ud., pues, puede saber si hay o no coincidencia entre lo dicho y lo pensado, entre la Verdad Moral y su opuesto, la Mentira.

 

Siempre se dijo que era un pecado. Quizá sólo sea una impostura, un tapón, un impedimento para la confianza, para la convivencia.

 

La Verdad Moral, muchas veces, es incómoda y trae consigo enemistades.

Si Ud. siempre quiere ser sincero, a toda costa, le va a costar más de un disgusto.

¿Puede llamársele “feo” a ese feo niño ante una madre que lo quiere con locura?

¿Puede llamársele “enana” a esa mujer de baja estatura o “tonel”, si además está obesa, hiriendo su sensibilidad, segando su autoestima?

 

Entre la felicidad de los otros y su sinceridad, ¿con cuál se queda Ud.? ¿Es necesario ser, siempre, sincero? ¿Tiene Ud. derecho a decir, siempre, ante cualquiera, lo que Ud. está pensando? ¿Es necesaria, siempre, la Verdad Moral? ¿No se basa la convivencia, muchas veces, en pequeñas mentiras que conllevan felicidad? ¿Es pecado o impostura alimentar la imaginación de los niños cuando llegan los Reyes Magos o se le cae un diente?

 

Hay que hacer muchos equilibrios con la Verdad Moral.

 

Aunque Ud. quisiera adquirirla, ni yo podría vendérsela ni Ud. podría comprarla. Es gratis. Viene incluida en la conciencia de cada uno. ¿Ha practicado Ud. la Verdad Moral o ha mentido, más de una vez, en su vida?

 

El pobre viejo antiguo y ahora nuevo hombre rico se quedó pensando, sin responder (no siendo que mintiera).

Dudó y dudó.

Dio un paso atrás, sin decir nada y se dirigió al siguiente mostrador.

 

Y recuerde siempre, amigo, que “un hijoputa sincero puede ser doblemente hijoputa.

 

miércoles, 28 de octubre de 2020

VERDAD Y MENTIRA ( 1 )

 

(AVISO A NAVEGANTES POR ESTAS REDES):

 

Hace 2.000 años, un hombre pobre y humilde, de nombre Jesús, sentenció: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida y quien creyere en Mí…”

 

Yo, Tomás, un jubiloso jubilado, unos cuantos años ha, ni soy Camino para Nada, y menos para Nadie, no vivo en la Verdad (la que siempre ando buscando) pero que estoy instalado en la Duda constante y continua (como buen escéptico) y la Vida, la única que sabemos que existe (que es ésta) intento vivirla, solo o acompañado, de la manera más lúcida, placentera y feliz posible.

 

Así que, si cualquiera creyera en mí e intentara seguir mi Camino, mi Verdad y mi Vida, se equivocaría, al menos, tantas veces como yo.

 

Yo sólo soy el dependiente de, el administrador de, esta tienda:

 

LA TIENDA DE LA VERDAD,

 

El pobre hombre era un hombre pobre.

Toda la vida trabajando en el campo, para el señorito del lugar, pero sin estar dado de alta en la Seguridad Social por lo que, al no haber cotizado, su pensión casi no era pensión sino limosna con la que, apenas, le llegaba para mantener su vicio, el tabaco

 

Acababa de cumplir los 65 años y lo jubilaron.

 

Violencia y explotación infantil fue lo suyo, pues nunca pisó la escuela.

Ya a los 5 años comenzó de trillique y fue ascendiendo en trabajos cada vez más gravosos.

 

Caminaba por la calle, como todos los días, no muy bien vestido y buscando colillas sin apurar para liarse, con tres o cuatro, un cigarrillo.

 

Pero, ese día, lo que vio en el asfalto fue una moneda de 1 euro, allí, justo al lado de una colilla atractiva y del kiosco de “Loterías y apuestas del estado”

 

Sin pensárselo dos veces probó a la suerte y se lo jugó a la primitiva.

 

Y le tocó, con bote y todo. !Vaya que si le tocó¡.

 

Varios millones.

 

Compró todo lo que quiso y más. Se vio rodeado de cosas. De muchas cosas.

Todas sus frustraciones del “tener” se vieron sobradamente satisfechas y, aún, le sobraba mucho dinero.

 

Nunca nadie poseyó tantas cosas pero nunca nadie se sintió tan solo. No es que viviera en soledad, es que era un solitario.

Pensó, pues, que ahora necesitaba a las personas, necesitaba amar y ser amado.

Y también, necesitaba la Verdad.

 

Se puso manos a la obra. Buscó el amor. Algo al alcance de cualquier pobre pero su impericia lo hacía incapaz de conseguirlo este nuevo rico.

        

Acostumbrado a habitar en la garita solitaria, era incapaz de dialogar. Y el amor, ayuno de diálogo, desde la difícil palabra y desde la verticalidad, a lo más que puede llegarse es a comprar sexo.

 

Con dinero sólo puede comprarse eso, sexo, no amor.

 

“No hay en el mundo dinero // para comprar los quereres // que el cariño verdadero (bis) ni se compra ni se vende” –como dice la canción.

 

O, como dicen Fito y Fitipaldis, en “Soldadito marinero”: “Él también quiso ser niño // pero le pilló la guerra. Soldadito marinero // conociste a una sirena // de esas que dicen “te quiero”  / si ven la cartera llena”

 

La amistad, el compañerismo, el afecto, la ternura, la querencia, el cariño, la simpatía, el AMOR, nada sabe de dineros.

 

“Con dinero y sin dinero…” seguía siendo un solitario, porque el Amor nada sabe de eso.

 

Renunció, tuvo que renunciar, a lo que nunca había disfrutado, por desconocerlo.

 

Y es que, como a cualquier persona, ayuna del arte de saber dialogar, los canales por los que pueda entrar y salir el Amor, se encuentran obstruidos, atorados.

 

Renunció a las  personas y se automutiló como persona.

 

Paseaba, solitario, por la ciudad.

 

Miraba escaparates por el simple placer de decirse a sí mismo: “ya lo tengo”, “ya lo tengo”, “ya lo tengo”….

Masturbación interna viaria.

Tiendas y más tiendas.

        

Pero chocó con un viejo, pequeño y sucio escaparate. Oscuro. Con unos visillos medio descolgados. Se frenó en seco. Levantó la vista y en la marquesina nada había escrito.

Aplastó su nariz sobre el cristal.

Sobre un atril, al fondo, había un cartel, escrito a mano y con trazos inarmónicos: “Tienda de la verdad”.

 

TIENDA DE LA VERDAD.

 

martes, 27 de octubre de 2020

OLVIDO (EL) DE LA RAZÓN ( y 2 )

 Qué sea “racionalismo” e “irracionalismo”, grosso modo todos tenemos una idea de ellos.

Pero ¿”humanismo”?

 

Porque tenemos “humanismo clásico”, “moderno”, “cristiano”, “ateo”, “socialista”, “marxista”, “existencialista”,…

Pero tanto los estructuralistas como los postestructuralistas han repudiado el humanismo bajo el término “antihumanismo”

 

El humanismo, tal como lo concebimos, es una forma de antropología filosófica que afirma el desarrollo histórico y la autonomía del hombre  con respecto a toda entidad sobrehumana, sea ontológica, religiosa, social o política.

 

El humanismo se relaciona, pues, con el conocimiento racional, con la moral laica y son el sistema político democrático que garantiza las libertades individuales y los derechos humanos, y se adscribe a una concepción universal y progresiva de la historia.

 

No se basa en la religión del hombre, ni en el culto de una humanidad abstracta, impersonal, sino en la pluralidad de hombres concretos cuyos objetivos singulares son inmanentes porque no derivan de ninguna autoridad exterior pero, a la vez, trascendentes en la inmanencia, porque implican normas universales que superan las propiedades de cada individuo y son válidas para todos más allá de la subjetividad.

 

Cada hombre, al elegir lo que quiere ser crea, al mismo tiempo una imagen del hombre tal como considera que debe ser.

 

Si yo elijo visitar Florencia no puedo elegir el trayecto que pase por Nueva York.

 

Decía Sartre que al elegir, al optar, por esta conducta estamos renunciando a otras conductas distintas y contrarias, de manera que somos el resultado más de las renuncia que de las opciones.

 

¿Qué es lo que debe ser el hombre en cuanto hombre, el hombre en sí, sin apellidos (religioso, ateo, comunista, materialista,…)?

 

Aunque también podíamos preguntarnos si cada uno de nosotros, que tenemos un nombre, no necesitamos apellidos para individualizarlos.

Y es verdad, necesitamos, apellidos para distinguirnos unos de los otros pero, si abstraemos de las particularidades, al modo aristotélico, nos quedamos con lo común a todos.

 

Si abstraemos del sexo, de la edad, de la cultura, del estado social, de la ideología política,…al final nos quedamos con “el hombre” del que podemos afirmar que es mortal, racional, risible, bípedo,…sea varón-mujer, joven-viejo,…

 

Pero los relativismos culturales, así como los estructuralistas y postestructuralistas, dividen el mundo en círculos culturales cerrados e incomunicables entre sí, sólo comprensibles para un pensamiento fragmentario, autodesignado “débil”.

 

Pero la “diversidad” no excluye la “unidad” sino la “uniformidad”, ni la “contingencia” excluye la “regularidad”, ni el “cambio” la “continuidad”, ni las “partes” el “todo”, ni el “azar” la “causalidad”, ni el “conflicto” el “consenso”, no el “momento transitorio”  el “proceso inacabable”.

 

No existe una naturaleza humana fija e inmutable pero, más allá de las diferencias de épocas, clases, géneros, lugares, ideologías, culturas, todos los hombres deben enfrentarse a condiciones semejantes: la necesidad de relacionarse con los otros (la “socialidad”), de buscar los medios y crear los instrumentos adecuados para satisfacer sus necesidades, reducir los sufrimientos y afrontar su finitud.

 

Estas coincidencias básicas permiten el consenso sobre ciertos valores comunes que hacen posible la convivencia humana.

Las respuestas podrán ser distintas, incluso opuestas, pero siempre deberán tener en cuenta esa condición humana insuperable que es el fundamento, por lo tanto, de todo humanismo.

 

Una filosofía, por lo tanto, opuesta tanto al relativismo y al nihilismo como al dogmatismo y al autoritarismo tenderá a una sistematización abierta e incompleta que, recorriendo un intrincado camino de encuentros parciales y provisionales, se aproxime gradualmente a un conocimiento objetivo, en un progreso continuo hacia un absoluto inalcanzable porque su plenitud significaría el fin del pensamiento y el fin de la historia.

 

La relación entre sociedad y filosofía, entre historia y razón, entre acción y teoría, la búsqueda del sentido o la racionalidad inmanente del proceso social e histórico, no implican teleologías, ni escatologías, ni milenarismos, ni providencialismos: por el contrario, afirman la libertad en los límites de una situación dada, rechaza el determinismo –ineludible en las estáticas y rígidas estructuras de los estructuralistas- y niega el futuro predeterminado como un destino fatal.

 

Confía, aunque sin certezas absolutas, en la capacidad del hombre –ser contradictorio, libre y condicionado, individual y social, sujeto y objeto- para comprender, elegir entre las posibles alternativas, transformar su situación en el mundo y conferir un sentido racional al devenir histórico y a su propia existencia.

 

lunes, 26 de octubre de 2020

OLVIDO (EL) DE LA RAZÓN ( 1 )

 Es una obra de Juan José Sebreli y en la que hace un recorrido crítico por la Filosofía Contemporánea (Nietzsche, Heidegger, el Psicoanálisis, el Estructuralismo (Levi Strauss), los postestructuralistas, Lacan, Foucault, Escuela de Frankfurt, Sartre,… y termina el libro con “Recobrando el humanismo”.

 

Los largos años de relativismo cultural dejaron desarmado al pensamiento racionalista y democrático para enfrentarse el auge actual del “fanatismo” y la “violencia de los fundamentalismos religiosos, raciales y étnicos” que provienen tanto de Oriente como del propio interior de Occidente, coincidentes, todos ellos, en su odio a la modernidad y la secularización y, bajo el nombre nuevo de “multiculturalismo”, la defensa anacrónica de formas de vida arcaica.

 

El pensamiento racional y crítico está hoy acorralado entre dos fuegos: contra los dogmatismos fundamentalistas debe reivindicar la libertad de expresión, el diálogo democrático y la pluralidad (algo que es incompatible con los dogmatismos fundamentalistas, poseedores del monopolio de la verdad).

Y, en segundo lugar, contra el relativismo debe admitir que no todas las opciones tienen idéntica validez y que hay algunos valores como la libertad y la igualdad por encima de otros.

 

No todos valen (hay valores, pero también disvalores), pero de los que valen, no todos valen igual.

Tú puedes no tener dinero y puedes tenerlo, pero no es igual tener 1 euro que tener 100.

 

Si se niega, como hace el relativismo, todo criterio de valoración sobre los distintos sistemas éticos, se termina aceptando, en nombre de la tolerancia “multiculturalista”, opresiones, estupideces y crímenes característicos de determinadas identidades culturales.

 

¿Cómo puede uno luchar contra una injusticia particular si no se cree en la justicia como valor universal?

 

Si en ciertas culturas, quienes ejercen la violencia y la injusticia y quienes la sufren, no lo consideran ni violencia ni injusticia, sino que lo aceptan como algo normal ¿qué puede hacerse?

 

Las libertades individuales y los derechos humanos corren peligro, en el relativismo, de dejar de ser inalienables.

 

¿Cómo fundamentar objetivamente los valores en una sociedad democrática y laica que no admite la legitimidad procedente del exterior del hombre (Dios) y que no acepta el relativismo de los valores que niegan la universalidad de la razón y la objetividad de lo verdadero y de lo justo?

 

Si el 51% afirma que tal conducta es justa ¿lo es por afirmarlo la mayoría?

 

¿Pueden los valores (la verdad, la justicia, la bondad,…) estar sometidos a lo que la mayoría diga?

 

¿Pueden los valores ser democráticos?

 

¿Deben ser aceptados, o rechazados, como valores, por el simple hecho de que personalidades u organizaciones de prestigio se manifiesten a favor o en contra?

 

¿Rige el principio de autoridad en la aceptación, o no, de los valores?

 

Es verdad que impactan sobre las masas sus opiniones ¿pero vale sólo por el impacto causado, por la reacción emocional ante una autoridad de prestigio?

¿O carece, ello, de toda validez lógica?

 

Del acuerdo en las conclusiones no puede inferirse que lo haya también en las premisas, porque éstas pueden ser sólo posibles, pero no necesarias y si no hay otras opciones más que la tradición y la religión….

 

Es ya un lugar común la afirmación de que el principio “todo es relativo” es contradictorio “in terminis”, porque ya habría algo absoluto: “que todo es relativo”

domingo, 25 de octubre de 2020

FILOSOFÍA Y LITERATURA ( y 3) "EL VIZCONDE DEMEDIADO".

 Dicen los científicos que, en un principio, existía un concentrado extraordinario de energía-materia en perfecto equilibrio pero que, sin que sepamos la causa, se dio el famoso Big-Bang: la energía-materia estalló y se expandió en todas direcciones y así hizo acto de presencia el caos. Y, a partir de entonces, cada cosa, cada ser, contiene en sí la dualidad caos-cosmos, desorden-orden.

Ambos se requieren. Ninguno es absoluto.

 

Así lo expresa Boff: “La situación actual es ésta: el universo no es totalmente caótico ni totalmente organizado. Es la combinación de ambos.

Se presenta ordenado hasta provocar la fascinación y la veneración de científicos como Newton y Einstein y de cada uno de nosotros, simples admiradores de la creación.

Pero, al mismo tiempo, ese orden es frágil, sometido al desequilibrio y a la situación de caos.

Así es el caminar de todas las cosas: orden – desorden – integración – nuevo orden -…

 

Vizconde antes de la batalla (entero), tras la batalla (demediado), tras la integración por el cirujano y el filósofo (otra vez entero pero no como el primero, sino dual).

 

Quizá el cirujano sí hizo bien su trabajo con el cuerpo, pero el filósofo no pudo hacerlo bien con el alma (porque ¿cómo se cose el alma demediada?).

 

Cuerpo y alma son dos dimensiones del único y complejo ser humano, por lo tanto, no hablemos de cuerpo y de alma, sino de hombre-cuerpo y hombre-alma (mujer-cuerpo, mujer-alma).

Medardo íntegro (no mitad malo y mitad bueno) en permanente “remediación”.

 

Cada uno es cuerpo en tanto que exterioridad y alma en tanto que interioridad, por lo tanto, Medardo no tiene cuerpo Y alma, es cuerpo y es alma. (Yo siempre he defendido la expresión “cuerpo animado” o “alma corporeizada”).

 

Pero Occidente los separó: cuerpo Y alma, generando uno de los mayores y más perjudiciales inventos.

Entonces, sobre el cuerpo recayó la materialidad (cultura materialista, cuerpo como objeto, hombre demediado, sin valor  sino con precio) y sobre el alma la espiritualidad (cultura individualista, desarraigada, hombre demediado egoísta).

 

Pero el cuerpo no es fuente de mal (o, al contrario, de culto) y el alma fuente de salvación (salud) (o al contrario, de alienación del hombre, de opio).

 

Por separado son ambas dañinas, contrapuestas, demediadas, pero si las entendemos como integradas son enriquecedoras, humanizadoras.

 

El cirujano no tuvo problema (¿pero el filósofo o médico del alma cómo puede coser una materia tan volátil…?)

 

¿Cómo convencer al vizconde en su estado demediado de la bondad de su integridad? ¿Cómo unir los dos opuestos en lucha despiadada por una campesina o por cualquier asunto?

 

El filósofo le contó al alumno una historia: “vi, un día a un perro, al borde del agua, que se moría de sed. Cuando miraba la superficie del agua, veía su propio reflejo y creía que era otro animal, y cada vez huía ante aquella imagen sin haber bebido.

Al final, la sed le hizo perder todo conocimiento, se le acabó la paciencia y de un salto se lanzó al agua, desapareciendo, al mismo tiempo, el otro perro.

Desvanecido, así, aquel perro ante sus propios ojos, se esfumó entre él y su deseo aquel obstáculo que no era sino él mismo. Así fue como desapareció el obstáculo que fue aniquilado y que no era otro perro sino él mismo”.

 

Si no se abandonan los semi-yos nunca habrá un yo.

 

Cada no de nosotros, cada una de nuestras partes demediadas, es esencialmente apertura y no cerrazón, aunque esa apertura pude ser agresiva, lucha de contrarios (dualismo), o bien pacífica, enriquecedora, integradora (dual).

El dominio de la primera lleva a la destrucción, el de la segunda, al paraíso.

Y hay que elegir.

 

Y todos recordamos a Hobbes: “el hombre es un lobo para el hombre” de donde se concluye que hay que firmar un contrato para que no desaparezca la especie humana y para asegurar nuestras vidas que las depositábamos, todos, en manos de un gobierno (justo): El Estado.

Aceptar esta tesis era situarse al lado del caos.

 

Y todos recordamos a Rousseau: “el hombre es bueno por naturaleza, y es la sociedad la que lo hace malo…”.

Aceptar esta tesis era situarse al lado del cosmos, sin tener en cuenta que el caos existió, existe y existirá en el universo y en el alma humana.

 

Conclusión, ni bueno ni malo absolutamente, sino en parte bueno y en parte malo, una mezcla de bondad y de maldad.

¿Cómo hacer que triunfe la bondad sobre la maldad?

 

Pero también recordamos a un tercer personaje: Voltaire que, no contento con las explicaciones ni de Hobbes ni de Rousseau, pensó en la alternativa más creíble: en el hombre como totalidad encontramos el bien y el mal.

Y, para explicárnoslo, contó lo que sigue:

“Los dioses estaban muy descontentos con la última criatura aparecida sobre la tierra: el hombre, y decidieron destruirlo. Pero se interpuso un dios menor defendiendo a los humanos e invitó a los dioses a contemplar una vez más alguna de las acciones de estas criaturas.

 

Fijaron su mirada en un mercado. En él, alguien se disponía a comprar unos metros de tela que necesitaba.

El mercader, viendo que el comprador no entendía demasiado de estos asuntos, le vendió los metros que aquel necesitaba a un precio mucho mayor al que, en realidad, costaba la tela elegida.

Cerrado el trato, y ya lejos el comprador timado, el mercader se frotó las manos por la “buena” venta realizada.

Al guardar el resto de telas que le había enseñado al comprador se percató de que éste, en un despiste, se había dejado sobre el mostrador la bolsa llena de oro.

Y no dudó un instante en salir corriendo a la calle en busca del dueño de aquella bolsa (que contenía bastantes más monedas que las que, hábilmente, había ganado en la venta de la tela).

Lo encontró y se la devolvió.

 

La conclusión a la que llegaron los dioses, después de estas dos acciones: la de estafa (primeramente) y la de honradez (en segundo lugar) de un mismo hombre sobre otro hombre, en sólo unos minutos de diferencia, fue que los hombres son como figurillas en las que hay incrustados pedazos de madera, de oro, de diamantes, de arcilla,…es decir, una mezcla de bondad y de maldad o, mejor, de acciones buenas y justas, y de acciones malas e injustas.

 

Así las cosas, decidieron cambiar los planes y dejaron que la especie humana siguiese existiendo sobre la tierra, tal como era.

 

Lo necesario, pues, es promocionar y estimular la parte positiva (buena y justa, con la alegría que siente el hombre cuando ha hecho una buena acción) o, de lo contrario, el mal acechará constantemente y vencerá no en pocas ocasiones.

 

Esta opción es una cuestión moral, ética, y que carece de elementos coercitivos para imponerse (al revés que las leyes).

 

La pregunta sobre Medardo es qué se puede hacer para que la parte izquierda de Medardo, la parte buena, se imponga a la parte derecha de Medardo (la parte mala)

(Es curioso que, a lo largo de la historia, la parte derecha sea la buena y la izquierda la mala): “Venid, Benditos de mi Padre y poneos a su derecha… y vosotros los malos, a la izquierda, al infierno, donde el fuego y el rechinar de dientes…)

 

Porque ambas partes forman una dualidad, pero un solo ser íntegro, aunque dual.

 

La fuerza de la ley, del derecho, estriba en imponer por la violencia lo que se ha consensuado como la acción mejor, pero no puede existir una violencia moral, ética, sino un convencimiento (no vencimiento) de que es mejor obrar bien, pero sin poder imponerlo, sólo convenciendo.

 

El texto que hemos analizado de Italo Calvino, “El Vizconde Demediado”, está lleno de posibilidades filosóficas, como acabamos de ver.

 

 

sábado, 24 de octubre de 2020

FILOSOFÍA Y LITERATURA ( 2 ) "EL VIZCONDE DEMEDIADO"

 

Y el vizconde se llegó a enamorar de una campesina.

 

Pero, por entonces, sucedió lo que podía haberse esperado: regresó la otra mitad de Medardo, el izquierdo, el lado bueno.

Y el Medardo bueno se dedica a hacer el bien…y hasta a enamorarse de la misma campesina y, ante ella, hace esta alabanza del estar demediado: “Eso es lo bueno de estar partido: el comprender en cada persona o en cada cosa del mundo, la pena que cada uno y cada una tiene por su propia incompletez.

Yo estaba entero y no entendía, y me movía sordo e incomunicable entre los dolores y las heridas sembradas por doquiera, allí donde, de entero, uno menos se atreve a creer.

No soy sólo yo un ser cortado y arrancado, sino tú también, y todos.

Y ahora yo tengo una fraternidad que antes, de entero, no conocía, con todas las mutilaciones y las faltas del mundo….”

 

Y la historia termina como tenía que terminar: los dos Medardos luchan por el amor de la campesina, y se hieren, justo en el lugar donde cada uno conservaba la gran cicatriz del cañonazo que los dividió.

 

Llega, entonces, el médico: los une y los cose.

 

Así volvió Medardo a ser un hombre entero, ni bueno ni malo, sino una mezcla de bondad y de maldad”

 

La primera impresión que puede provocarnos este cuento o historieta podemos expresarla en forma de preguntas filosóficas: ¿Están Bondad y Maldad ineludiblemente unidas en el ser humano?, ¿Es el hombre un ser escindido, incompleto, inconcluso por naturaleza?, ¿Nacemos –naturalmente- completos pero la cultura (la educación, las tradiciones, la estructura socioeconómica, …) nos desgajan?, ¿Qué es, en última instancia, lo más humano: el hombre completo, acabado, armónico,…o el hombre incompleto, dividido, en lucha constante, con sus dos mitades: la buena y la mala?

 

Marx veía al hombre como un ser “alienado” (“alius” = “otro”) otro de sí, distinto de cómo en realidad es, pero las circunstancias hacen que parezca ser y aparezca ser como no es.

 

También Freud lo veía como un ser “reprimido”.

 

¿Por qué, a veces, nos portamos bien y otras veces tan mal?

 

Y, podemos seguir preguntándonos: ¿cómo los une, los cose, el médico para que de las dos mitades de Medardo se convierta en un sólo Medarlo? Porque uno puede imaginarse coser las dos mitades del cuerpo ¿pero y las de sus alma, la buena y la mala?

¿Tiene algo que ver el Medardo de antes de la batalla contra los turcos con el Medardo después de la batalla? ¿Son lo mismo, la misma persona? Porque el de antes de la batalla sería como todos los nobles de su época: guerrero, autoritario, egoísta, educado para mandar y para demostrar su valía en la batalla, para juzgar y no ser juzgado, para hablar y ser escuchado por sus siervos, con una vida aburrida tranquila y aburrida en su feudo, pero que como le llegaron noticias de la guerra santa y se necesitaban hombres valientes, hombres con armadura y dispuestos a conquistar la gloria terrenal y celestial,…

Y allí se encontraría con otros condes, duques, marqueses,…que ya tenían experiencias guerreras y que contarían sus hazañas, mientras él era un novato, un primerizo que…tiene que confirmar su sangre noble y está dispuesto a no deshonrar el digno apellido de los Torralba.

 

Pero, al ser primerizo, no sabe qué debe hacer, no sabe cómo es el escenario de una batalla pero una cosa sí tenía clara: era valiente y tenía que demostrarlo.

 

¿Fue valentía o fue una temeridad ir con la espada contra dos turcos y un cañón?

 

Y el cañonazo lo partió por la mitad, y el médico…

 

Y así se despertaría, demediado, cuando había ido todo entero y comenzaría una nueva vida en su forma de ver las cosas.

 

Parte buena y parte mala, ángel y demonio que se disputan la verdad (hasta a la campesina).

 

¿Somos dos, y uno es sólo la mitad?

 

¿No serían necesarios dos doctores: el doctor del cuerpo y el doctor del alma? Y uno se imagina al primer doctor ¿pero al segundo? ¿Cómo se cose el alma?

¿Un cirujano y un filósofo?

El cirujano lo tiene fácil, no tiene que preguntar, cose las partes simétricas y de las dos mitades sale una unidad ¿pero cómo puede coses el filósofo el Bien y el Mal?

 

Lógicamente la Razón es el instrumento para distinguir el Bien del Mal pero entonces ¿por qué, a veces, obramos mal? ¿Sólo inconscientemente o también a conciencia, sabiéndolo?

 

¿No seremos, cada uno de nosotros unos seres “demediados?

 

¿No será ésa la condición humana?

 

Las dos mitades tienen muchos nombres: bondad-maldad, justicia-injusticia, libertad-esclavitud,…pero, también, cuerpo-alma, cosmos-caos, país rico-país pobre,…

 

Demediado está el ser humano, demediada está la sociedad, demediado está el universo.

 

“La maldita manía de Medardo de partir todo por la mitad ha hecho mella en toda realidad colonizada por el ser humano”.

Hasta la moneda tiene dos caras.

Todo es dual, todo es complejo.

Realidad Única, pero dual y compleja.

No existe masculino o femenino sino hombre dual, complejo e integrado.

 

viernes, 23 de octubre de 2020

FILOSOFÍA Y LITERATURA ( 1 ) "EL VIZCONDE DEMEDIADO"

 Cuentan que un profesor de Filosofía impartía sus clases en forma de parábolas y cuentos, y que sus discípulos lo escuchaban con verdadero deleite pero que, también, a veces, con frustración y decían tener necesidad de algo más profundo.

 

“Todavía tenéis que comprender, queridos alumnos, que la distancia más corta entre el hombre y la verdad es un cuento” –afirma A. de Mello.

 

También afirma A. de Mello que “cuando se ha perdido una moneda de oro, se encuentra con la ayuda de una minúscula vela y la verdad más profunda se encuentra con la ayuda de un breve y sencillo cuento”.

 

Cuesta aceptar que las cosas importantes puedan contarse y explicarse con palabras sencillas, en forma de cuentos, de leyendas, de parábolas,… que tienen un gran valor metodológico, pedagógico y epistemológico.

 

Es como lo hacía Jesús de Nazaret y como lo hizo Platón en algunos de sus Diálogos (el mito de la caverna, el mito del carro alado, el origen del hombre (el “andrógino”) = varón y mujer),…

 

Ortega decía que “la claridad es la cortesía del filósofo” y debería ser, no la cortesía, sino la necesidad metodológica.

 

Si, como afirma Kant, “no se aprende filosofía sino a filosofar”, con estos instrumentos, que conforman un mundo paralelo, se refleja fielmente la verdad que queremos mostrar y que no queda falsificada sino  mejorada y puesta al alcance de la mente del discente.

 

¿Qué es la Biblia sino una mezcla de historias verdaderas, de contenidos legendarios y, también, de datos inventados, pero, siempre, con una riqueza expresiva y una finalidad pedagógica: sacar lecciones humanizadoras?

 

¿Cuántos relatos, cuentos y leyendas tenemos en nuestra tradición occidental que nos ayudan a entender mejor la realidad y a conocernos mejor a nosotros mismos?

 

Y es que, si lo pensamos bien, tenemos la sensación de que la filosofía, y la historia del pensamiento, en general, tienen hoy poco éxito precisamente porque se presentan, en la mayoría de los casos, como saberes petrificados, momificados, caducos, poco creativos y enrevesados, y sobre todo, la filosofía que, con una “jerga filosófica” se le hace casi incomprensible al alumno que, por primera vez, se acerca a ella, espantándolo.

 

Mitos, leyendas, cuentos, relatos,… de todo ellos nos valemos/debemos valernos para motivar al recién ingresado en la filosofía, no rehuyendo los textos sino haciéndolos, con rodeos lingüísticos-semánticos, menos ásperos, más apetecibles.

 

Porque el “saber” filosófico, cuando se lo “saborea”, “sabe” bien”, apetece, crea adicción, llega a ser adictivo, esbozando, de esa manera, respuestas a las cuestiones fundamentales referentes al hombre, a la naturaleza, al comportamiento humano, a lo religioso,…

 

Hacer filosofía desde la literatura hace que la literatura, sin desaparecer como tal literatura, vaya apareciendo, germinando y desarrollándose lo estrictamente filosófico.

 

Por ejemplo, el tema del hombre que, a lo largo de la historia ha sido considerado como un compuesto de dos o de tres elementos (cuerpo – alma y espíritu”.

Un compuesto que ha sido considerado como dualidad o trinidad o, bien, como un solo ser, con una unión “substancial” y no “accidental”.

 

Para explicar al hombre como un ser humano dividido, qué mejor que la historia imaginada que nos propone Italo Calvino, escritor italiano, aunque nacido en Cuba, en 1.923 con su “EL VIZCONDE DEMEDIADO”.

 

“Había una guerra contra los turcos….

El vizconde Medardo de Terralba cabalgaba por la llanura de Bohemia…

Cuando estalló la contienda, el vizconde asaltó con la espada desenvainada un cañón enemigo, pensando que les metería miedo a los dos artilleros, pero, en cambio, recibió un cañonazo en pleno pecho.

 

Medardo de Terralba saltó por los aires y sus restos fueron colocados en un carro y llevados al hospital.

Le faltaba un brazo y una pierna, y no sólo eso, sino todo lo que era tórax y abdomen, entre el brazo y la pierna había desaparecido.

 

De la cabeza quedaba un ojo, una oreja, una mejilla, media nariz, media boca, media barbilla y media frente,…

 

Para resumir, se había salvado sólo la mitad de Medardo, la parte derecha que, por lo demás, estaba perfectamente conservada.

 

Los médicos cosieron, pegaron, amasaron,…quién sabe lo que hicieron con ello.

 

El caso es que, al día siguiente, Medardo abrió el único ojo, la media boca, dilató la nariz y respiró.

 

La fuerte naturaleza de los Terralba había resistido.

Ahora estaba vivo y partido por la mitad.

 

Aquella mitad regresó a Terralba y sus primeras acciones no dieron lugar a dudas pues, hasta su antigua nodriza, que lo conocía muy bien, dijo en voz alta ante quienes allí estaban: “ha regresado la mitad mala de Medardo”.

 

Y el vizconde, como él era, tenía la maldita manía de partir todo por la mitad.

 

“Ojalá pudiera partir todas las cosas enteras, así cada uno podría salir de su obtusa e ignorante integridad. Cuando estaba yo entero todas las cosas eran para mí naturales y confusas, estúpidas como el aire: creía verlo todo y no veía más que la corteza.

Si alguna vez te conviertes en la mitad de ti mismo, muchacho, y te lo deseo, comprenderás cosas que escapan a la normal inteligencia de los cerebros enteros.

Habrás perdido la mitad de ti y del mundo, pero la mitad que quede será mil veces más profunda y valiosa.

Y también querrás que todo esté partido a la mitad y desgarrado, a tu imagen, porque la belleza, la sabiduría y la justicia existen sólo en lo hecho en pedazos.

jueves, 22 de octubre de 2020

ÁGUILA (EL) Y LA GALLINA ( y 3 )

 3.-

Como podéis observar, el planteamiento de Boff (a diferencia del de Anthony de Mello) es esperanzador.

 Textualmente es más atractivo:

 "Érase una vez un campesino que fue a la selva vecina a cazar un pájaro para tenerlo cautivo en su casa.

Consiguió un aguilucho y lo puso en el gallinero con las gallinas.

Comía maíz y la ración propia de las gallinas, aunque el águila fuese rey/reina de todos los pájaros.

Cinco años más tarde vino a su casa de visita un naturalista.

 

Mientras paseaban por el jardín, el naturalista observó y dijo:
-Ese pájaro de ahí no es una gallina. Es un águila.
-Claro -respondió el campesino- que es un águila. Pero criada como una gallina. Ya no es un águila, se ha vuelto una gallina como las otras, a pesar de esas alas de casi tres metros de envergadura.


-No puede ser -replicó el naturalista-, es y será siempre un águila. Tiene el corazón de águila y ese corazón la hará volar, un día, a las alturas.

-¡Qué va! -insistió el campesino-, se convirtió en gallina y jamás volverá a ser águila.
Entonces decidieron hacer la prueba.

 

El naturalista tomó el águila, la levantó muy alto y, desafiándola, le dijo:
-Ya que eres un águila, ya que perteneces al cielo y no a la tierra, ¡abre tus alas y vuela!
El águila siguió posada sobre el brazo extendido del naturalista.

Miraba distraídamente a su alrededor.

Vio las gallinas abajo, escarbando los granos, y saltó a su lado.

El campesino comentó:
-¡Se lo dije!, ¡se ha convertido en una simple gallina!
-Nada de eso -volvió a insistir el naturalista-.

Es un águila, y un águila será siempre un águila.

Probaremos nuevamente mañana.

Al día siguiente, el naturalista subió con el águila a la azotea de la casa. Le susurró:
-¡Águila, ya que eres un águila, abre tus alas y vuela!
Pero cuando el águila vio abajo las gallinas, escarbando en el suelo, saltó y se fue junto a ellas.

El campesino sonrió y volvió a la carga:
-¡Ya se lo había dicho, se ha convertido en gallina!
-No -respondió firmemente el naturalista-. Es un águila y siempre tendrá corazón de águila. Vamos a probar por última vez. Mañana la haré volar.

Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano. Agarraron al águila, la llevaron fuera de la ciudad, lejos de las casas de los hombres, a lo alto de una montaña.

El sol naciente doraba las cumbres de la cordillera.

El naturalista levantó al águila muy alto y le ordenó:
-¡Águila, ya que eres un águila, ya que perteneces al cielo y no a la tierra, abre tus alas y vuela!
El águila miró a su alrededor. Temblaba como si experimentase una nueva vida. Pero no voló. Entonces el naturalista la sujetó firmemente, en dirección al sol, para que sus ojos pudiesen llenarse de la claridad del sol y de la inmensidad del horizonte.

En ese momento, abrió sus potentes alas, lanzó el típico kau-kau de las águilas y se irguió, soberana, sobre sí misma. Y comenzó a volar, a volar hacia las alturas, a volar cada vez más alto. Voló... voló... hasta confundirse con el azul del firmamento...".

Pues eso, que somos águilas y no gallinas.

Así que vivamos de acuerdo con nuestra naturaleza humana hacia la plenitud de nosotros mismos, tanto personal como socialmente.

 

Efectivamente, el mensaje de Jesús nos tiene que llevar a salir de nuestro estado de gallinas para volar hacia el Sol, pues estamos llamados a ello.

 

Atrévete a ser el héroe de tu propia existencia.

Es duro... pero merece la pena.

Nunca mejor dicho, que el Señor (como el sol) te ilumine, y te haga a ti ser luz para que puedas encarnar los valores de las bienaventuranzas allí donde estés, y los demás, especialmente los desfavorecidos, también puedan ser iluminados.

 

Todos estamos llamados a surcar las alturas. No tengas miedo. ¡A volar!

 

miércoles, 21 de octubre de 2020

ÁGUILA (EL) Y LA GALLINA ( 2 )

 

Hay temas o autores por los que siento cierta curiosidad.

Un tema es: “El Hombre”.

Un autor es el filósofo, teólogo y ex-sacerdote brasileño Leonardo Boff, conocido, sobre todo, por ser uno de los fundadores de la Teología de la Liberación y por el enfrentamiento que ha mantenido en los últimos tiempos con la jerarquía eclesiástica, tanto la de Juan Pablo II como la de Benedicto XVI.

 

En el librito (de apenas 100 páginas) que hoy reseñamos, Boff  parte de la historia del águila y la gallina que, a modo de resumen, es la siguiente:

 

Un campesino encuentra a un polluelo de águila caído de su nido, herido y ciego, casi moribundo.

Lo recoge y, pensando que en breve morirá, lo lleva a modo de regalo a casa de un amigo taxidermista.

Éste, al ver que no muere, decide alimentar al águila que, muy poco a poco, comienza a recuperarse, aunque sin apenas moverse.

 

Tan lentamente se recupera que decide ponerla con las gallinas para ver si el águila se anima a vivir y a moverse, aun a riesgo de que se convierta en gallina.

 

Pasan dos años y el águila recupera vista y movilidad, pero se comporta como una gallina.

Hasta que ve a una pareja de águilas sobrevolar el patio donde viven y despierta su ser-águila.

 

El campesino se da cuenta de que el águila siempre será águila, por lo que trata de ayudarla a volar.

 

Finalmente, tras varios intentos, consigue que desde lo alto de una montaña, a la salida del sol, el águila levante el vuelo y se dirija a los cielos.

 

Esta historia, con pequeñas variaciones, fue contada por el líder ghanés (en tiempos de la colonización inglesa) James Agreey.

Comparaba la situación de los pueblos colonizados con la del polluelo de águila ya que los pueblos iban interiorizando en sus mentes su situación de gallina, su “inferioridad”, su opresión, hasta considerarlo algo normal.

Hasta convertirse en gallinas.

Y debían liberarse y volver a su condición natural de águilas.

 

Boff va más allá y convierte la historia del águila y la gallina en una metáfora de la condición humana.

Para ello identifica algunos elementos de la historia con momentos o situaciones de la vida, como la caída del nido con la amenaza que pesa sobre nosotros de caer del paraíso en que nos encontramos y que hace nacer en nosotros un deseo de rescate o de liberación.

 

O la equiparación del papel del campesino que cuida y alimenta al águila con la fuerza del amor incondicional.

 

O la visión de la pareja de águilas sobrevolando el patio con la importancia que tienen para las personas el papel de figuras ejemplares, ya sean en un círculo íntimo o a nivel global o la visión del Sol con la experiencia de lo sagrado.

 

Para el brasileño los seres humanos somos seres complejos, seres duales, en los que conviven las dos dimensiones, la del águila y la de la gallina, por ejemplo en las relaciones cuerpo – alma, necesidad – deseo, religión – fe o ética – moral. 

 

Pero los monopolizadores del “Tener”, del “Saber” y del “Poder”, con el fin de convertir al ser humano en gallina, no han querido ni sabido comprender esas dualidades y esa complejidad  y nos han ofrecido una visión simplista, única y monolítica.

 

 

Todo el que esté fuera de esa visión es excluido.

 

Pero el que está dentro es solo una gallina, ya que solamente hay una visión posible contra la que (en teoría) nada puedes hacer.

 

Y, por tanto, se hace indispensable recuperar nuestra dimensión de águila, por encima de los citados monopolizadores del “Tener”, del Saber” y del Poder”.

 

Una vez recuperada, deberemos sintetizar las dos dimensiones (águila y gallina) con el fin de alcanzar un equilibrio “dinámico”.

 

Solo así conseguiremos desarrollar todas nuestras potencialidades y ser, verdaderamente, libres.

 

En la etapa infantil todos somos como “gallinas” porque vivimos entre “gallinas” pero es la “buena” educación la que debe ir actualizando la potencialidad de ser “águila” para mejorar la sociedad, mientras la “mala” educación intentará que te adaptes y asumas la sociedad en que has vivido, para continuarla.

 

martes, 20 de octubre de 2020

ÁGUILA (EL) Y LA GALLINA ( 1 )

 La metáfora del águila y la gallina de Leonardo Boff está escrito en 1.997 pero ya había aparecido en una obra de Anthony de Mello: “El canto del pájaro”.

Este libro de Mello fue publicado unos años antes, en 1.982 y Leonardo Boff, baluarte de la teología de la liberación, utilizaría esta metáfora para exponer sus puntos de vista sobre la realidad latinoamericana.

 

¿Por qué la utilizó?

 

Pues porque la historia del águila y la gallina en Anthony de Mello terminaba muy mal.

"Un hombre se encontró un huevo de águila. Se lo llevó y lo colocó en el nido de una gallina de corral. El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos.
Durante toda su vida, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos. Después de todo, ¿no es así como vuelan los pollos?

Pasaron los años y el águila se hizo vieja. Un día divisó muy por encima de ella, en el límpido cielo, una magnífica ave que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas.

La vieja águila miraba asombrada hacia arriba. 

-¿Qué es eso?, preguntó a una gallina que estaba junto a ella.
-Es el águila, el rey de las aves, respondió la gallina. Pero no pienses en ello. Tú y yo somos diferentes a ella.

De manera que el águila no volvió a pensar en ello. Y murió creyendo que era una gallina de corral". (El canto del pájaro, págs. 129-130.)

Como veis, la historia tiene un final terrible.

Te da mucho que pensar.

 

La misma metáfora es la que usa Leonardo Boff pero la conclusión a la que llega es evidente: somos águilas pero vivimos como gallinas.

 

Supongo que cada uno tendrá que analizar en qué se puede identificar con la vida de las gallinas (animales prosaicos, que llevan una vida exclusivamente materialista, sin planteamientos de calado espiritual y de sentido profundo; entienden que cada uno es lo que tiene y sólo valgo por el acopio de cosas que tiene y hace; acepta cualquier circunstancia por miedo a perder un puesto de trabajo, llevan una vida superficial alienada y alienante vacía de contenido en la que se llenan las horas con entretenimiento absurdo y ridículo: telebasura, etc.,

 

Leonardo Boff, que no necesita presentación es aclamado por muchos y despreciado por otros y toda su vida y su pensamiento han tenido como eje el acercamiento del evangelio a la realidad histórica de los pueblos de Latinoamérica.

 

Él, junto con otros autores como Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino o Ignacio Ellacuría, ha tratado de dar forma a la llamada “Teología de la liberación”.

Para ellos, no tiene sentido el mensaje de Jesús si no es una buena nueva especialmente para los más pobres y oprimidos de nuestra sociedad (la tan conocida "opción preferencial por los pobres").

Desde ahí su mensaje de denuncia social y de creación de una conciencia colectiva que, de alguna manera, haga que las estructuras generadoras de pobreza y marginación puedan cambiar en favor de un mundo más justo y humano. 

El águila y la gallina  no tiene sentido si no se tiene en cuenta lo dicho más arriba.

A lo largo de sus capítulos de este pequeño librito, Boff, consciente de que la liberación comienza en la conciencia y se hace efectiva en la práctica histórica, va analizando cada uno de los conceptos que aparecen en la historia del águila y la gallina: cómo viven las águilas, cómo un águila puede convertirse en gallina, cómo despertó el águila-gallina...

 

Así, el autor nos muestra que las dos realidades conviven en nosotros y nos hace un llamamiento a que liberemos nuestras águilas interiores, que seamos héroes de nuestras propias vidas a través del amor incondicional, que es la única fuerza regeneradora que existe.

 

En el fondo, a juicio de Leonardo Boff, y siguiendo un cierto esquema de corte hegeliano-marxista, se trata de vivir una síntesis entre los dos elementos contrapuestos (águila-gallina) de la siguiente forma:

- No solo el águila, sino también la gallina.

- No solo la gallina, sino también el águila.

- No solo el águila en la gallina, sino también la gallina en el águila.

- No solo asumir la gallina-águila, sino también saber cuándo dar énfasis al águila en la gallina y cuándo la gallina en el águila.

- No solo materia y espíritu, sino también su interacción: la vida.

- No solo trascendencia e inmanencia, sino también su interpenetración: la transparencia.

- No solo el hambre de pan, sino también el hambre de espiritualidad.

- No solo el yo y los arquetipos, sino también el Centro y el Sol interior.

- No solo los seres humanos, sino también la Tierra y el universo.

- No solo la vida y la muerte, sino también la resurrección y la vida eterna.

Son los retos planteados para la construcción de lo humano.

Tenemos que estar a la altura si queremos darles una respuesta que nos dignifique.

Una respuesta que fundamente un equilibrio dinámico entre el águila y la gallina.

Como podéis observar, el planteamiento de Boff (a diferencia del de Anthony de Mello) es esperanzador.