ORIGEN DEL MUNDO
Primero.
No ha mucho que compré un
libro, en Prometeo Ocasión, por 3 €, que lleva por título "Evolución y
Creación", y como subtítulo "entre la ciencia y la creencia".
(Y, con mi jubilación y mi
tiempo, he vuelto a “releerlo”)
El libro trata, sobre todo,
del origen de la vida y del origen del hombre. Analiza estas cuestiones desde
el punto de vista científico (en el que se encuentra el autor, Rafael Alemañ
Berenguer) y lo contrapone al punto de vista de la creencia, de la fe, ahora
tan de moda, y que es lo que se esconde bajo esa corriente titulada "El
diseño inteligente" y que habla (nada más y nada menos) que de "la
ciencia del creacionismo", subterfugio (el nombre) para poder ser
impartido en las escuelas con la misma carga horaria escolar con que lo hace la
teoría evolucionista.
(El capítulo IX, y último,
trata de "Razón y Fe")
Segundo.
Mi abuela materna, María, que
estaba tuerta porque se le había "vaciado" el ojo, causado por un
espigazo, segando, y que era analfabeta, pero muy sabia (pues sus casi nulos
conocimientos iban dirigidos no a saber más, sino a ser feliz,….)
Me juraba, ella, que Dios
había creado el mundo justo-justo el año 4000 a .C. y que 2000 años d.C. sumaban 6000,
que correspondían a los seis días de la creación divina del mundo, y, como
"el séptimo descansó", el 31 de diciembre del año 2000 se acabaría el
mundo, porque Dios ya se desentendería de él.
Cuando yo le decía algo sobre
fósiles, sobre geología, sobre astronomía,…. me decía "tú eres muy
leído" (así me llamaba ella), pero no vas tú a saber más que la Biblia ".
Tercero.
Por esa admiración por saber
(eso significa el término "filó-sofo", amante de saber), con la Biblia a mi derecha, con el
libro recién adquirido a mi izquierda y con Internet en el centro EXPONGO:
A.- ORIGEN DEL MUNDO SEGÚN LA BIBLIA.
Además del superconocido
relato del Génesis y la creación del mundo en seis días y "vio
Dios que todo era bueno" "y el séptimo descansó"… Seguramente
muchos de Uds. han oído más de una vez la sentencia: "vanidad de
vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho saca el hombre de todo por cuanto se
afana debajo del sol"?
Pertenece
al Eclesiastés, uno de los libros de la Biblia.
Pero sigo citando:
"Pasa una generación y
viene otra, pero la tierra permanece para siempre. Levántase el sol, se pone y
corre con el afán de llegar a su lugar, de donde vuelve a levantarse. Tira el
viento al mediodía, gira al norte, va siempre dando vuelta y retorna a sus
giros. Los ríos van todos al mar, y la mar no se llena. Allá de donde vinieron
tornan de nuevo, para volver a correr.
Todo trabaja más de cuanto el
hombre puede ponderar, y no se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. LO QUE
FUE, ESO SERÁ. LO QUE YA SE HIZO, ESO ES LO QUE SE HARÁ, NO SE HACE NADA NUEVO
BAJO EL SOL. Una cosa de la que dicen: "MIRA ESTO, ESTO ES NUEVO".
AÚN ESA COSA FUE YA EN LOS SIGLOS ANTERIORES A NOSOTROS".
Hasta aquí la cita.
¡Qué manera tan precisa de
negar el evolucionismo, de oponerse a la posibilidad de extinción de especies
vivas!
"Todo lo que Dios hace,
tiene que ser para siempre. Nada se le puede añadir. Nada puede ser
excluido".
Es decir, Dios, omnipotente,
creó todas las especies, tal y como se ven ahora, siempre las mismas,
permanecen, ni han podido desaparecer algunas, ni han podido aparecer otras
nuevas. FIXISMO (se le llama).
Pero lo cierto es que los
biólogos actuales cuentan con pruebas incontestables de que han ocurrido, al
menos, cinco extinciones masivas, desde hace 3800 millones de años, hasta el
presente.
Aunque la causa de tales
catástrofes no siempre es bien conocida, lo que es bien conocido es que ha
habido esas catástrofes.
Estamos hablando de los
fósiles, ya conocidos en tiempo de los griegos pero eran atribuidos sus
orígenes a una cierta "vis comica" ("una fuerza graciosa,
curiosa, caprichosa"), presente en la naturaleza, la cual "se
divertía modelando las rocas con formas idénticas a las de los huesos
petrificados".
Todavía en el siglo XVIII,
los partidarios del relato bíblico juzgaron los fósiles marinos encontrados en
las cimas de las montañas como un argumento probatorio en favor del diluvio.
Pero no solo los religiosos,
muchos ilustrados negaron el origen orgánico de dichos restos.
Incluso un escéptico, de la
talla de Voltaire (¡nada menos que Voltaire!) cuando ya no pudo negar, por más tiempo,
su procedencia animal, sostuvo que "eran restos arrojados por peregrinos”.
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