Un Dios arbitrario, pero
Omnipotente, que puede hacer y hace lo que da la gana, sin someterse a lógica
alguna.
Ese Dios para el que no
existe lo imposible y que se burla de nuestro “no hay más remedio que…”
Para Él dos más dos no tienen
por qué ser cuatro ni que el triángulo tenga que tener tres ángulos…o mejor, si
son cuatro y tiene tres ángulos es porque Él así lo ha querido, pero que si
hubiera querido otra cosa o la contraria así habría siso y así puede y podrá
ser.
Sólo Él puede hacer que el
final de nuestra vida, desgraciada y temporal, empalme con el inicio de otra
vida eterna y feliz.
Sólo ese Dios, capaz, es el que
nos interesa, porque sólo Él puede salvarnos de la fatalidad de morir.
Un Dios personal que salva a
quien quiere (y no está obligado a salvar a nadie porque para Él no existen obligaciones)
y para quien todo es posible.
¿O debemos abandonar
definitivamente toda esperanza de ser rescatados de nuestra perdición?
Estas ideas son las ideas que
el pensador ruso, Chestov, expone en su obra, de título clarividente, “Atenas y
Jerusalén”
Atenas, o sea, la Razón , la Lógica , la Ética, la Ciencia , las Verdades
Universales y Necesarias, el Reino de la Necesidad ,…para todos sin excepción “versus”
Jerusalén y la revelación bíblica.
Algo parecido a lo que Hume había
ya manifestado y que afirmaba que la conveniencia del anhelo humano terminaría
por vencer a la lógica científica: “Oponerse al torrente de la religión
escolástica con máximas tan débiles como “es imposible que una cosa sea y no
sea…” o “el todo es mayor que la parte” o “dos más tres suman cinco”…en como
querer estancar el océano con un junco. ¿Cómo se pueden oponer razones profanas
al misterio sagrado?...y los mismos fuegos que fueron encendidos para los
herejes servirán también para la destrucción de los filósofos”.
Sin embargo, a partir de la Ilustración el
pedestal de los dioses fue asaltado por la Razón , que se convirtió en Diosa, la “diosa
Razón” y mientras los científicos y los filósofos ampliaban su campo la
religión iba perdiendo terreno en una especie de vasos comunicantes al tiempo
que las hogueras inquisitoriales religiosas fueron apagándose aunque (y no hay
que obviarlo) ardieron otras no menos voraces con combustible político.
La divinidad oficial, en los
países desarrollados, se hizo razonable, aunque con una razón “tutelada por la
fe” y luchando siempre contra la visión laica de la sociedad.
Vincular el Dios cristiano
con la Razón
griega como en el 2.006 hizo el Papa Benedicto XVI (como si no hubiera existido
un Lutero o un Kierkegaard) frente a la arbitrariedad de Alá, situado, según
él, por encima de la razón, de la lógica y hasta de la moral decente de cada
día.
Hoy, quien se opone a esa
religión escolástica, antifilosófica e inquisitorial es el islamismo, que
substituye la hoguera por las armas para luchar contra los infieles, que son
todos los que no están con ellos.
Hoy la fe es más una cuestión
de convivencia (“vamos a llevarnos bien”, “hay sitio para todos”…) que de
lucha, exceptuados los extremistas que pueden surgir en todas las religiones y
que, si por ellos fuera, arrojarían del espacio a todos los demás para tomar
posesión de él como propiedad privada ya que, ahora, “la única religión
verdadera” es la suya. Y sólo la verdad tiene derecho a ser manifestada e
impuesta.
El dilema pues, hoy, está
entre lo que puede convencernos (que para mí, y para muchos, es la ciencia, la
lógica, la ética,…) y aquello que, contra toda verosimilitud, podría salvarnos.
¿Es conveniente la verdad o
debe ser verdad lo conveniente?
Quien elige, quien decide,
quien ejerce su voluntad, obra siempre desde “la fe en lo posible” (no digo lo
“probable” y menos lo “seguro”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario