Pero ese ideal de
democracia se frustró dando lugar a: 1.-
Democracia como gobierno al servicio de los intereses egoístas, parciales, no
ilustrados de los ciudadanos y 2.- Democracia como mercado de votos, en la que
los ciudadanos sólo participan votando a unos u otros representantes de la
élite política, en función de la capacidad persuasiva de éstos porque los
programas electorales no están confeccionados para cumplirlos sino para
ilusionar a los votantes reclamando su voto.
Dos formas espúreas de
democracia (aunque la más deleznable y peligrosa parece la primera)
A la primera de estas dos
democracias se la denomina “democracia prudencial” (no ética ni etizada) donde
cada cual elabora sus criterios de elección en función de sus deseos subjetivos
y privados (“a mí me interesa este programa, este candidato, y lo voto por el
interés propio).
A la segunda de estas
democracias se la denomina “elitismo democrático”
Nada que ver, ninguna de
ellas, con la “democracia ética o etizada”, la “democracia del autodesarrollo”
Lo que “le interesa a cada
uno de los votantes” no es lo que “interesa a la colectividad”, la que coordina
las distintas demandas y conflictos interindividuales o intraindividuales,
coordinación de todos los intereses de todos los afectados que sería la
éticamente válida.
Una mayoría egoísta e
ignorante puede tomar, democráticamente, las más atroces decisiones que
vulneren los derechos de los miembros del grupo e incluyo de grandes mayorías
situadas en grupos adyacentes o grupos más distantes.
Nunca lo que acuerde “la
mayoría” (por plebiscito o referéndum) tiene que ser necesariamente “lo mejor”.
Sólo una población educada
éticamente en los principios de libertad, imparcialidad, ilustración, simpatía,
solidaridad,…conformará una democracia ética o etizada.
Pero he ahí la madre del
cordero, “el proceso educativo”.
Porque como es bien sabido (y
aunque muchos no quieran comprenderlo) “los cambios de las estructuras sociales
son impensables sin cambiar las mentalidades y actitudes de los miembros
individuales del colectivo”.
Todos los ciudadanos deben
participar en la toma de decisiones que concierne a la vida pública pero deben
hacerlo de una manera imparcial, ilustrada y libre.
Por eso, hoy, esta
“democracia ética” se encuentra en un estado precario.
Es necesario, pues, que el
“proceso educativo” desarrolle el “juicio crítico” y favorezca las “capacidades
de razonamiento y de “sympatheia” de manera adecuada.
Sólo con individuos
emancipados y libres, justos y solidarios, puede levantarse una “democracia
ética”, liberadora, emancipatoria, solidaria, con la participación de todos,…
Para ello el proceso
educativo debe girar sobre DOS ejes:
1.- Primer eje: Proceso de
“desarrollo cognitivo”, para distinguir las morales heterónomas de la
autónomas, para generar defensas propias frente a los ataques sistemáticos y
continuos de las agencias socializadoras y comprender que las diferencias en
opiniones, criterios y creencias no son sino frutos de distintos procesos de
socialización.
Hay que estar preparados y
ser críticos, pues, frente a los “mass media” y las instituciones
socializadoras, empezando por la familia y siguiendo por la escuela, la Iglesia , la prensa
ideologizada que suele hablar “ex catedra”,…
Buscar razones y criterios
para proponer un modo de vida y unas pautas de comportamiento que no tengan que
ajustarse necesariamente a los modelos que la sociedad nos impone, porque
ningún modelo, ninguno, por bueno que sea para la sociedad y para el individuo
debe ser aceptado mecánicamente, sino tras un proceso de deliberación.
Si es aceptado debe serlo por
razones y convicciones morales.
No basta con educar para la
paz, para la democracia, para lo convivencia con los hombres y con la
naturaleza, si queremos ser realmente libres hay que capacitar a los individuos
no sólo para que lo hagan, sino para que encuentren las razones últimas que
justifiquen la paz frente a la guerra, la solidaridad frente al egoísmo, la
justicia sobre la injusticia, el bien común frente al bien individual,…
¿Por qué razones son
preferibles unos sobre los otros?
Llevarlos a comprender que no
todo vale y de lo que vale no todo vale igual y que las que más valen no es por
el número de votos que consigan apoyarlo, por aquello que decíamos de que una
mayoría de imbéciles…
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