Ninguna característica no
política (sexo, religión, raza,…) debe ser tomada en consideración por el
Estado, sólo la capacidad de participar en la formación de la voluntad general.
El laicismo,
irremisiblemente, va unido a una visión republicana de gobierno (el pueblo
elige a los gobiernos y a su Jefe de Estado, y no, necesariamente, la
transmisión hereditaria automática de dicha Jefatura)
En puridad, la monarquía,
para ser legítima, debería ser votada por el pueblo.
Son varias las Monarquías
europeas de las que no se pone en duda su condición democrática (la nuestra
debería ser sancionada por el pueblo, en un referéndum).
Hay monarquías teocráticas
(como la iraní) y hay monarquías en las que se juntan la Jefatura del Estado con la Jefatura de la Religión , como suele
ocurrir en las naciones islámicas (la de Gran Bretaña, en la persona de su
Reina, Isabel II, también, pero no ejerce la religiosa, aunque la detente)
Una vez superada la
discriminación por sexo, religión,…proclamando la igualdad de todos, como
ciudadanos iguales, ya sólo nos faltaba que, ahora, tuviésemos que ser
asimétricos por “el lugar de nacimiento o de empadronamiento”.
Estoy refiriéndome a los
nacionalismos, como si haber nacido en Murcia o en Gerona, en Salamanca o en
Tarragona, en Madrid o en Barcelona, tuviera que haber una desigualdad de
derechos.
NO ES LO MISMO SER
“CULTURALMENTE DISTINTOS” QUE “POLÍTICAMENTE DESIGUALES”
¿Acaso ser laico monárquico
es ser conservador mientras ser laico nacionalista es ser progresista?
Si decía la canción que “no
son buenos tiempos para la lírica”, en España, con tantas personas, padres,
todavía educados en el franquismo y en el catolicismo apostólico y romano son
los que propician que “no son buenos tiempos para lo laico”.
Yo soy (lo he confesado
muchas veces) agnóstico, escéptico en el conocimiento, laico en lo religioso,
tolerante con todo lo tolerable e intransigente con lo intolerable y siempre
respetuoso con todos.
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