domingo, 9 de diciembre de 2018

BUSCAR LA VERDAD (y 2)




Pero para una mente sana es imprescindible que la verdad objetiva, en el campo adecuado, sea algo más que posible, algo real.

La verdad nunca es democrática y, si no, que se lo pregunten a Galileo y la teoría heliocéntrica defendido públicamente por él y, seguramente, a escondido por cuatro gatos más porque el argumento para su condena (no a muerte, como muchos siguen creyendo) era el “consensos omnium” (el consenso universal, que todos ven y afirman que es el sol el que apareciendo por el Este…)

La verdad era que el Emperador iba desnudo y no vestido como decían sus sastres estafadores por afán de lucro, y lo que decían sus cortesanos para seguir sacando provecho, y… Todos están de acuerdo en que va desnudo, casi “consensos omnium” porque sólo un niño fue capaz de ser objetivo porque no tenía intereses que defender ni que buscar, ve desnudo al rey y así lo dice.
El niño sólo se ha puesto de acuerdo con la realidad y con su experiencia, y así lo manifiesta, porque su único interés es conocer en sí, y no conocer a través de intereses extraños al conocimiento.

La moraleja es que, para decir la verdad, hay que ser como niños.
Ya lo dice el refrán: “sólo los niños y los borrachos son sinceros y dicen la verdad”.

Si analizamos al hombre a través de la evolución comprobamos que la prueba de que existe un mundo objetivo, de realidades, es que le iba la vida en ello, en un conocimiento adecuado a través de los sentidos, que nada tenían que ver con dependencias de tradiciones o de culturas a las que el sujeto perteneciera.
Y lo mismo ocurre con los sentidos de los animales, por la misma razón de supervivencia.

Y, en otro lugar, hemos escrito sobre el camuflaje o mimetismo como estrategia para ser predador y no presa o al revés.

Y sabemos que los sentidos los usamos para conocer pero sabemos que tienen unos límites, denominados umbrales, que ni por encima ni por debajo de ellos podemos captar la realidad que ahí se encuentre.

Y ha sido la inteligencia humana la que, consciente de esa deficiencia de los sentidos, ha creado esas prótesis tecnológicas como pueden ser los microscopios o los telescopios y toda esa variada y variopinta tecnología que conoces.

Y todos sabemos del método hipotético deductivo, desde Newton, para descubrir y acumular verdades significativas.

Pero los grandes problemas que acucian al hombre no son, precisamente, los problemas científicos (aunque también) sino los problemas vitales, desde el hambre al terrorismo, desde la pobreza a la explotación sexual, desde el maltrato hasta….y de éstos, poco o nada, pueden decirnos la ciencia.

Debemos razonar sobre el fanatismo y sus consecuencias, pero para ello poco puede aportarnos las ciencias.
La racionalidad científica no nos sirve o, al menos no nos basta.

Las creencias de nuestros antepasados eran técnicamente falsas pero eran moralmente consoladores, mientras la ciencia actual parece que es lo contrario.

El desencantamiento de la ciencia es lo que lleva a que muchos se lancen en brazos de creencias y pseudocreencias  de salvación.
Quizá buscar consuelo sea algo pueril pero no lo es la búsqueda de una orientación hacia una mejor forma de convivencia, o el uso más humano de la libertad, temas poco sumisos a la investigación científica.

En el plano de los valores y de los ideales ¿hay algo parecido a las verdades del plano científico?
El relativismo afirma que no, que no  hay valores objetivos y, si los hubiera, no podríamos acceder a ellos, a diferencia de las verdades científicas, iguales para todos, nada que ver con valores e ideales que dependen de culturas, de tradiciones, de religiones,…

Es decir, las verdades obtenidas por la ciencia provienen de la racionalidad que todos compartimos, mientras que los códigos éticos dependen de nuestra adscripción a un grupo social o a otro.

Y así es imposible llegar, ni siquiera pretenderlo, a un compromiso moral a escala universal, la única válida en un mundo globalizado.

Mientras todo está globalizándose parece que los códigos éticos no pueden serlo, ni siquiera una legislación universal para ciudadanos cosmopolitas.

En el mundo moral no hay una causalidad como la hay en el mundo físico que venga a prestarnos ayuda.
Compartimos los acontecimientos externos, pero no los valores internos.

Lo “racional” es una cosa, lo científico, pero lo moral sólo se queda en el nivel de lo “razonable” porque mientras éste sólo actúa en primera persona, aquel admite la tercera persona.

Es la diferencia entre “qué debemos aceptar como verdadero” y “cómo debemos vivir”.

Aunque lo “razonable” no sea sólo subjetivo y pueda tratarse a nivel intersubjetivo.

Sin verdad no hay auténtica educación y sería un ideal conseguir un consenso axiológico.

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