jueves, 27 de diciembre de 2018

ÉTICA PARA DEMÓCRATAS (4)


Cuando necesitas unos zapatos debes consultar a los expertos pero, luego, tienes que decidirlo tú.

Ojalá todos fuésemos expertos en todo (lo que es imposible) pero dada esa precariedad de nuestra capacidad para adquirir conocimientos y habilidades, lo más prudente y sensato es proceder a la consulta y la información para formarnos criterios razonados y razonables acerca de la vida valiosa y las normas justas para concienciarnos de ello.

Todos poseemos unos rasgos en común, en cuanto seres humanos que somos, pero, luego, todos presentamos muchos aspectos diferenciales. “Ca uno é ca uno” (que dice el castizo).
Por eso cada uno puede hablar por sí mismo defendiendo aquello que a él particularmente le interesa (pero que no puede ser lo contrario a lo “común”).

Estando de acuerdo en los objetivos, en los fines a conseguir (satisfacción de unas necesidades básicas, unos intereses más o menos objetivos y universales) existen múltiples modos de atender a los mismos, modos de enfrentarse con lo que el ser humano necesita para desarrollarse tanto a nivel afectivo como a nivel lógico.

No se discute la meta, sí los caminos por los que llegar a ella, y es en éstos donde es necesaria la participación de todos para determinar cuál o cuales de ellos son los mejores, los más excelentes, las virtudes.

Todos son conscientes, y reconocen, que una vida democrática y ética es preferible a una vida elitista, dogmática, jerarquizada, porque sólo en aquella se satisfacen mejor esas necesidades, deseos y anhelos básicos y comunes.

Si no existen valores previos a las decisiones de las mayorías, no tendremos cómo ni dónde legitimar que las mayorías tengan prioridad axiológica y fáctica sobre las minorías.

Mayoría sí, pero siempre que…porque pudiera ser que fuera la minoría la que… (Por aquello de que una mayoría de imbéciles votarán a un imbécil que los guíe)

Hay razones morales (valores) previas a las convenciones y a los contratos.

Pero, repitamos una vez más, la necesidad de una “práctica educativa para una democracia ética” para propiciar una vida lo más gozosa y satisfactoria posible para todos.

Normas y principios primarios, comunes a todos, (vivir, gozar, ser libre, ser tratado justa e imparcialmente,..) indiscutibles, los “desiderata”.
Y normas y principios secundarios que hacen referencia a la concreción de esos principios o normas primarias.

El debate, el diálogo, se plantea en las normas secundarias, en la concreción de los objetivos o metas generales, los “desiderata”.

Todas las personas deben tener oportunidad no sólo de decidir conforme a sus propios deseos sino, en la medida de lo posible, de decidir sus propios deseos.

Y todo ello teniendo en cuenta el proceso de socialización, que no es igual en todos los individuos que deben ser conscientes de los condicionamientos culturales, sociales, históricos, geográficos,…de sus deseos, valores y criterios.

Sólo conociendo cómo operan los agentes socializadores podrá el hombre comenzar a ser libre, una vez reconocidos los límites de su libertad, e iniciar la difícil tarea de la liberación de los dogmas y tabúes que la sociedad, la historia, las instituciones, las Iglesias y las distintas ideologías dominantes imponen.

No está demás recordar las diferencias entre una “educación moral religiosa” y una “educación cívica-ética” a la hora de formar ciudadanos, sean creyentes o no.

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