domingo, 11 de noviembre de 2018

PALABRAS DE UN AGNÓSTICO (6)



Y sabemos que para muchos ateos y anticlericales (si no para todos) las doctrinas religiosas no son más que inventos de los clérigos para embaucar a los incautos y crear y mantener un poder sobre ellos, convirtiéndolos en feligreses, manteniéndolos infantilizados y siempre necesitados de tutores, que son, precisamente, ellos.

Quizá no sea totalmente así (aunque mucho sí lo sea) porque ¿qué decir de la falsa Donación de Constantino o la Sábana Santa de Turín, del Santo Grial y de la Santa Cruz, del paño de la Verónica, de….de…?

¿Hasta qué punto puede ser creído como real y verdadero lo incomprensible, lo indemostrable?
Pero es verdad que son muchas las personas que creen en eso y uno se pregunta por qué y a lo que, muchas veces, se contesta con que es una “falacia conativa” de G. Puente Ojea.

Creer es asumir que algo es verdadero o que alguien existe sin tener constancia alguna de que exista.

Siempre me ha gustado la definición de creencia que daba el sevillano-malagueño José María González Ruiz: “creer en algo es exponerse a que aquello en lo que se cree no exista”

No me creo que un creyente entienda mejor la vida humana, ésta de aquí abajo, mejor que un ateo o un agnóstico, ni que la vivan mejor, creo que es exactamente al revés.
El creyente en la otra vida hipoteca, si no toda, sí parte de su vida terrenal pues cree que la recompensa será infinitamente mayor, el 100x1.
Es la apuesta de Pascal: “Si, luego, no existe, es poco lo que pierdes, pero si sí existe es TODO lo que ganas”

Camus, en su obra La Peste enfrenta las dos visiones de la misma: la del cura –el Padre Panelous – con su visión del mundo desde la religión, que la ve como el castigo divino porque Dios aparta la mirada y deja de ser misericordioso por lo que sólo el arrepentimiento puede conseguir que Dios vuelva a mirar al pueblo de Orán (donde se desarrolla la novela) y desaparezca la peste.
En el otro extremo de la novela está el doctor Rius, ateo, representante del conocimiento científico que lucha denodadamente, junto a otros no creyentes, contra la peste para erradicarla, convencidos desde esta perspectiva que ni la peste, ni la vida, ni la muerte tengan que ver nada con Dios y sólo son cuestiones humanas.

Hay creencias humanas, las que pueden ser verificadas o falsadas (mi paternidad respecto a mis hijas, o la existencia de Alaska, o esa otra creencia de la que antes he escrito, la solidez de la calle y mi creencia de que no va a hundirse cuando baje de la acera y eche el pie fuera).
Y hay creencias (voy a llamarlas “divinas”) religiosas en las que nada puede ni verificarse ni falsarse, lo que supone un salto en el vacío sin saber si al otro lado de ese salto hay algo o nada hay.

En la vida real, de cada uno, ¡cuántas creencias en algo sólo por la remota posibilidad (no probabilidad) de que me toque el euromillón (al que juego semanalmente) porque lo deseo y por lo que quiero creer y me veo millonario¡
¡Cuántas falsas esperanzas¡. Cuántas decepciones no habremos tenido cada uno pero seguimos creyendo que cualquier día..,

Las creencias justificadas son aquellas que vienen envueltas en parámetros científicos (la creencia en que si suelto esta piedra caerá verticalmente a la velocidad X y tardará en llegar al suelo en el tiempo Y.

Y si es verdad que la extensión y la mejora de la educación está haciendo cotizar a la baja las creencias religiosas, también es verdad que se están colando creencias paranormales (desde la para-psicología a los ovnis, desde la homeopatía al espiritismo pasando por todas las terapias alternativas varias (piedras de no sé que, aromaterapia,… o los milagros por las aguas de los santuarios de Lourdes, Fátima,…descuidando y desconfiando de la medicina de corte científica).
(Yo, confieso que, si la medicina y la cirugía, científicas, me fallaran de manera absoluta, pediría cita hasta con el diablo)

Yo creo que existe la “experiencia religiosa” y que no puede ser contrastada con metodología o procedimiento científico, porque ni es intersubjetiva ni es reproducible a voluntad.
No es, por lo tanto, científica, pero no puedo ir más allá y afirmar que es, por lo tanto, falsa, porque darse, se da, ocurre.

A veces la fe te impulsa a la acción. Si crees que puedes saltar, en longitud, dos metros puedes intentarlo y conseguirlo, pero si crees que puedes volar porque ese minúsculo pájaro lo hace y te lanzas al vacío para poder batir las alas, esa creencia te lleva a la muerte segura.
La fe sirve en el ámbito de lo posible, pero no más allá.
La fe de conseguir resultados posibles siempre ayuda, pero lo que no hace esa fe es convertir lo imposible en posible.

El gran problema de la fe religiosa es que la tierra firme está, siempre, del lado de allá de la muerte y nunca podrás comprobarlo en vivo y en directo.

“Si Dios no existe, todo está permitido” –dice un personaje de Los Hermanos Karamazov, de Dostoievski  o “sin Dios y lo sobrenatural la vida no tiene sentido”. Dos sentencias tan repetidas y tan manidas y, sin embargo, falsas.
¿Cómo va a estar TODO permitido si….o cómo que no tiene sentido la vida para un ateo o un agnóstico?

Quizá ambas sentencias sean, tan sólo, la manifestación de unos deseos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario