Somos seres doblemente
“enclaustrados”
El paciente Job le protesta a
Dios porque está castigándolo, a él, a los suyos y a sus bienes, sin haber
contraído demérito alguno, ya que siempre ha sido fiel cumplidor de los
preceptos divinos, pero resulta (y él no lo sabe) que es una prueba a la que
Dios está sometiéndolo para ver si la supera, como un padre puede hacer con su
hijo, exigirle un sacrificio para comprobar si es un hijo fiel.
Dios y los hombres podemos
poner a prueba a los otros, la naturaleza no, ella actúa de manera necesaria.
Nunca podrá haber una
reciprocidad en las relaciones del hombre con su Dios o dioses, no es un
acuerdo entre iguales, los hombres no pueden exigirle a Dios, sólo pueden
hacerse merecedores pero Dios no está obligado a responder como el hombre cree
que merece.
Sí hay reciprocidad entre los
hombres, y si uno tiene “derecho a”…el otro tiene el “deber de…”
Se necesitan y se apoyan
mutuamente para beneficio de ambos (“hoy por ti, mañana por mí”), ¿pero en qué
sentido Dios puede necesitar el apoyo de los hombres, si Él es omni-todo?
Una divinidad, absolutamente
imprevisible y maligna, es un monstruo teológico, que no “sabemos” por dónde
nos va a salir, y es peor que la acción de la naturaleza, porque ésta, al
menos, es calculable y puede ser
controlada por métodos racionales (pantanos o pararrayos)
Cuando a un Dios le
prometemos no sé qué estamos intentando sobornarle.
Cuando el creyente admite los
mandamientos divinos, sociales y morales, está convencido de que, si los
cumple, Dios viene obligado, por ser justo, a entregar la recompensa.
Dios no es que sea Bueno,
Justo y Poderoso, elevado a la enésima potencia. Lo es y no puede dejar de
serlo, no puede cambiar.
(Aunque San Agustín, todavía,
afirme que “el cielo puede ser “asaltado”, como quien conquista una ciudad
fortificada)
Y volvemos a la pregunta que
nos hacíamos en las primeras reflexiones: ¿Cómo pueden ser compatibles Dios,
con su poder y sus atributos con la existencia y persistencia del mal en el
mundo?
Si Pudo y no Quiso…Si Quiso y
no Pudo…Si ni Pudo ni Quiso…Luego Pudo y Quiso, lo que se nos aparece
contradictorio.
¿Es que Él no es responsable?
Un incendio, una riada, un
terremoto, un infarto, un accidente, la vejez, un recién nacido deformado,…nada
tienen que ver con Dios, todos son fenómenos naturales, pero ¿y la esclavitud,
la tortura, la crueldad de los tiranos, los tormentos de la Inquisición , los
campos de concentración, el campo minado que siega vidas,…?
Si a nosotros nos repugnan y
nos indignan, ¿a Dios no?
¿Hay que conformarse con que
ya lo pagarán los malvados en la otra vida?
¿Es eso suficiente, el
“después”, mientras en el “aquí” y en el “ahora” el horror campa a sus anchas?
¿Hay que “respetar” la
libertad de los malvados para que Dios no intervenga?
¿No debería Dios “impedirlos”
en vez de “penalizarlos” a futuro incognoscible?
El hecho de que Dios hable,
no directamente y en persona, sino a través de intermediarios, sabiendo (como
sabemos) cómo han sido tales intermediarios a lo largo de la historia y cómo
son en la actualidad (con pederastia incluida e intereses económicos declarados,
inmatriculaciones también incluidas en los últimos años)… lo dejan, a Dios, en
mal lugar.
¿Por qué, en aquel tiempo,
hubo hasta milagros en una boda convirtiendo el agua en vino para seguir la
juerga y en éste no puede intervenir impidiendo Hitlers y campos de
concentración, y Stalines y purgas varias y no digamos, actualmente, los
dictadores diseminados por el mundo, enriqueciéndose al tiempo que sus súbditos
mueren de hambre o en una patera a las puertas de nuestra Andalucía?
¿No lo PUEDE, Dios?
¿No lo QUIERE?
¿O es que los malvados son
apóstoles del Maligno y de los cuales podemos/debemos aprender la función que
representan en este mundo, que no olvidemos en qué consiste el Mal y acabar con
ellos nos haría perder referencias de en qué consiste?
¿Por eso siguen presentes?
Como siempre, y por la
tangente: “los misterios inescrutables de la voluntad de Dios” a lo que Spinoza
denominaba “ese asilo de toda ignorancia”
Porque no hay mejor escape
que denominar “misterio” a la “ignorancia”.
Dios como comodín.
Hay una atentado: los que se
salvan dirán: “Gracias, Dios mío”, los que mueren nada dicen pero los
familiares pueden decir: “estaría de Dios”, como justificándoLo.
Todo ocurre cuando, como,
donde y porque Dios lo quiere –dirá San Agustín.
Quizá fue Lutero quien mejor
entendió este misterio insondable y puesto que no es explicable ni
comprensible, hay que CREER en Él, “sólo la FE salva”, asumiendo las protestas contra la
divinidad, por la manifiesta contradicción.
¿Por qué nos hizo libres para
luego condenarnos eternamente, puesto que todos, de pensamiento, de palabra, de
obra o de omisión hemos pecado y seguimos haciéndolo?
Hay que justificar a la
divinidad, con sus contradicciones y paradojas, y creer, no bastando los ritos
y las liturgias (ir a misa los domingos, confesar y comulgar,…)
Los responsos cantados
costaban más, eran más caros, que los simplemente recitados, igual que las
misas cantadas eran más caras, aunque fueran en latín y casi nadie entendiera
nada.
Los ritos del bautismo con el
agua para borrar el pecado original (¿pecado por haber nacido? “¿Qué delito
cometí contra vosotros, naciendo?” (podríamos todos preguntárselo a Dios), rito
de la comunión, con la presencia “real” (no simbólica) de Cristo en la hostia,
de la confesión “de boca” para que se te perdonen los pecados, el “hasta que
las muerte os separe” y “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” de
esa pareja que lo único que quiere es decir públicamente a la sociedad que van
a comenzar (¿) una vida en común; la unción con los santos óleos (un poco de
aceite bendecida o bendita) de la extremaunción perdonando los pecados de los
sentidos,…¿Cuál es su efecto “real”, más allá del psicológico y de cumplir con
la tradición?
Los 15 misterios del Rosario,
cada uno con un Gloria y Diez avemarías ¿qué diferencia hay con el “om, om, om,
om,… el símbolo del hinduismo, la sílaba sagrada?
Creemos en aquel pero no en
éste y sólo por la tradición y la cultura no por sus efectos reales.
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