domingo, 18 de noviembre de 2018

PALABRAS DE UN AGNÓSTICO (10)


Nos preocupa nuestra salud y la salud de los nuestros pero lo consideramos un paréntesis o el final de un capítulo que no llena toda la página pero creemos que, en la página siguiente, está el siguiente capítulo, no el final de la novela de la vida.

¿Cómo la “realidad fundamental de este mundo, la realidad de primer orden, la realidad por antonomasia (“yo”) va a desaparecer el día de mañana como las demás “realidades subalternas”?

¿”Tener que morir”?

Sin embargo nadie quiere decir “Si lo sé no nazco”, porque durante la vida, aunque haya habido momentos difíciles, incluso trágicos, también hemos vivido buenos momentos.

Somos conscientes de que todo mecanismo, al estar siempre en funcionamiento, con el tiempo sufre desgaste hasta que, llegado el momento, deje de funcionar, pero cuando asisto a esos desfiles de coches antiguos y veo ese Seat 1.500, de los años 60, y que sigue funcionando, se me sube la moral.
Si el coche puede, con mantenimiento, ¿por qué no yo?

Y es verdad que según las estadísticas… (Pero todos sabemos lo que son las estadísticas y nos consideramos la excepción, si no, no sería estadística).

Sé que voy perdiendo vista (pero tengo mis gafas), y oído (pero tengo el audífono), y la próstata, y la glucemia, y el colesterol malo, y he dejado de fumar, y bebo menos o poco alcohol, y he prescindido de los dulces, y he limitado mi ración de chorizo,….pero, además, tengo mis medicamentos y… (Y me “creo” poder seguir así indeterminadamente).
Funcionaré peor pero lo importante es seguir funcionando, seguir vivo.

Y si la madurez corporal no afecta negativamente, sino al revés, a las dotes espirituales, el deterioro de las funciones biológicas, antes o después, tendrán que recibir (aunque no lo quiera) a esa enfermedad de nombre alemán (y del que no quiero escribir, y no es superstición).

Si la primera y principal fuente del conocimiento son los sentidos, no ya cuando usamos prótesis supletorias o complementarias, sino cuando ya no funcionen (por la muerte) ¿podremos seguir pensando cuando el fundamento del pensar es el cerebro y éste ya muestre la línea plana…?

Yo me imagino al hombre antiguo que días antes, de caza, un compañero o familiar ha sido presa de la presa que ellos iban a cazar pero, por las noches, mientras dormía la persona muerta se le aparecía, estaba con él, hablaba, corría, comía,…pero desaparecía nada más despertarse.
La pregunta no absurda podía ser: ¿“No será que él ya no está conmigo aquí y ahora, cuando estoy despierto, pero estará en algún lugar desconocido, invisible, desde el cual, cuando estoy dormido, se me hace presente”?

Si ahora, despierto yo, él no está, pero cuando yo no estoy despierto él sí está, ¿No será que vive pero de otra manera y en otro lugar desconocido?
¿No habrá otra vida paralela a la vida de vigilia, en otra dimensión?

Creo que si no soñásemos, al dormir, nos hubiera sido imposible imaginarnos esa otra vida y como no se desgasta el cuerpo y siempre se nos aparece igual ¿por qué no una vida totalmente duradera, eterna?

¿Y, cuando yo muera, no me reencontraré con ellos en esa otra vida?
¿Por qué no?

Lo de “tener un hijo, plantar u árbol y escribir un libro” ¿Qué son sino estrategias de seguir vivos, aunque de otra manera?
Estar presentes, cuando ya no estemos, en nuestros hijos (por los mismos genes transmitidos), presentes en la naturaleza al ser causante de ese nuevo árbol, en la mente de todos los lectores a través de la cultura, presentes en su mente.

Y si la sexualidad, en general, ha estado ligada a la reproducción y ha sido condenada la sexualidad anal y la homosexualidad, no era sino porque era lo mejor para la sociedad.
Por encima del placer del sexo está la utilidad social.

Una pregunta: ¿la sexualidad anal es buscar sólo el placer desmintiendo la semejanza con el animal, que sólo sigue la línea irremediable de la especie, escapando del diseño biológico?

Puesto que “todos mueren”, puesto que “todo lo vivo muere” ¿por qué no aceptar de manera natural, y no traumática, nuestra defunción, como lo hacemos con la muerte de los otros?

Creerse ser la excepción a la regla ¿no será un pecado de vanidad, un narcisismo ontológico desmesurado?

¿Cómo va a ser la muerte un mal si es inevitable y necesaria?

Epicuro y Lucrecio: ¿Por qué temer a la muerte si ella y yo somos incompatibles? Cuando ella haga acto de presencia yo ya no estoy, estaré ausente y mientras yo esté presente ella no lo está.
¿Por qué preocuparse, pues, de ella?

Pero nos escandaliza y nos rebelamos porque los demás aceptarán nuestra muerte como algo normal, igual que nosotros aceptamos como normal la muerte de los otros.

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