Aclaremos.
El Antiguo Testamento
comienza con la creación del hombre e irá narrando, a través de sus libros, cómo
su Dios (Yahvé o Jehová o YHWH) hace un
trato/contrato con un pueblo, el pueblo hebreo, el “pueblo elegido” y lo va
guiando a la tierra prometida con la condición (ese es el trato) de que no
adorarán a otro Dios que no sea a Él.
En otro lugar de este blog he
escrito sobre las versiones, tan distintas, sobre la creación del hombre por
Dios:
1.- “Dios hizo al
hombre….varón y mujer (o varona) los creó….”
2.- “Dios creó a Adán del barro
de la tierra…y como estaba solo….Dios lo sumió en un profundo sueño y tomando
de él una costilla “formó” a la mujer…” (“Adán” significa “hombre” y “Eva”
proviene de la palabra hebrea “Habia” y significa “vida”).
Esta segunda versión es la
que ha prevalecido en la
Iglesia y en la cultura religiosa, y de ahí a considerar a la
mujer como inferior (“salida de una costilla”) al varón no hay más que un paso.
(En realidad son cuatro las
tradiciones; y junto a la tradición yahveísta y la tradición sacerdotal están
la tradición elohísta y la tradición
deuteronómica, en cuyas diferencias prefiero no entrar)
¿Por qué no la primera
versión? Porque a la Iglesia
no le interesaba.
La mujer ha sido la causa del
pecado, no sólo del “pecado original” (Eva), también de todos los demás pecados
sexuales.
¿De ahí el voto de castidad
para varones (clérigos) y mujeres vírgenes (monjas) como mérito superior a ser
madre y padre?
Superioridad porque la
maternidad/paternidad supone hacer uso del sexo y, por tanto, placer, orgasmo,
cuerpo, materia…
Pero lo primero que Dios les
impone es “creced y multiplicaos”, para tener más adoradores, y ¿cómo iban a
hacerlo sin “coyunda sexual”?
Pero esto no es nuevo y
original.
En todas las
culturas-civilizaciones antiguas (Babilonia, Asiria, Oriente Próximo,…) también
aparece el barro como la materia de la que sus dioses correspondientes
utilizaron para la creación del hombre y, luego, el “creced y multiplicaos”…
Pero si los primeros hombres
fueron un varón (Adán) y una mujer (Eva) ¿cómo iban a multiplicarse si no era
permitiendo el incesto entre hermanos, padre, madre, luego
sobrinos-sobrinas,…consanguinidad…?
¿Y lo de Lot con sus dos
hijas, que se quedan embarazadas tras emborrachar a su padre y de la mayor
nacerá Moab (y sus descendientes, los “moabitas”) mientras de la menor nacerá
Ben Amí (y sus descendientes, los “amonitas”) y ambos serán considerados
enemigos, por libertinos, por ser hijos de un incesto padre-hijas?
Sólo después de pecar “se
abrieron los ojos de ambos y conocieron que estaban desnudos. Entrelazaron,
pues, hojas de higuera y se hicieron cinturones”.
La desnudez era su estado
natural tras la creación y no tenían vergüenza de estar uno ante el otro, sólo
sintieron vergüenza tras el pecado de la desobediencia pero, siguiendo el mandato
divino de “creced y multiplicaos” tenían que sentir la satisfacción y el
orgasmo, porque si no…
Como el Génesis es un adosado
de dos tradiciones distintas es normal que aparezcan dos versiones distintas de
la creación de los seres vivos.
“De todos los árboles del jardín
puedes comer, pero no comerás del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal,
porque el día que comieres de él ciertamente morirás”.
¿“Conocer à morir”?
¿Por qué?
“No, no moriréis –dijo la
serpiente a Eva- sino al contrario. Sabe Dios que el día que comáis de él se
abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del Bien y del Mal”.
Y, por el camino más corto
para llegar al conocimiento, Eva comió y pecó, al desobedecer.
“Que no extienda ahora su
mano y tome también del Árbol de la
Vida y coma de él y vivirá para siempre” –dijo Dios.
O sea, que por el Árbol del
Conocimiento del Bien y del Mal ya no tenía que estar sujeto a Dios para
preguntarle qué hacer y qué no hacer, sería autónomo, libre y liberado de Dios,
ya no sería súbdito, su creador estaba de más, no lo necesitaban.
Y por el otro árbol, el de la
vida, serían inmortales, eternos.
Esos eran, sobre todo, los
atributos exclusivos de Dios: “Omnisciente” y “eterno”, pero el hombre también
lo sería si comía de los dos.
El gran pecado era la
desobediencia del inferior ante el superior, pecado que ha estado presente a lo
largo de la historia: desobedecer al superior y, peor todavía, al Superior.
¿Por qué puso Dios esas dos
posibilidades, la del conocimiento y la de la eternidad, tan a mano ante el
varón, antes de formar a la mujer (según el segundo relato)?
Pero si Eva no lo sabía (sólo
se lo había comunicado a Adán) , Eva no desobedeció, luego no pecó. Adán sí que
lo sabía, él debía ser el pecador, el que sabiéndolo, lo hace, no ella, que lo
hace sin saberlo.
Pero cuando Dios los arroja
del Paraíso, a quien pone ante la puerta, no siendo que quieran, después,
entrar, fue a “un querubín, que blandía una espada flameante para guardar el
camino del Árbol de la Vida ”.
No del Árbol del Conocimiento
del Bien y del Mal, sino del Árbol de la Vida.
Dios negaba al hombre la
inmortalidad, no el conocimiento moral.
Ya estaban desnudos pero sólo
tras pecar se ven desnudos y habían sentido vergüenza, ahora sí la sienten,
pero, en realidad, la desnudez no posee rasgo alguno del Mal.
Comen del Árbol del
Conocimiento del Bien y del Mal y es por ello por lo que se “reconocen”
desnudos.
“¿Y quién te ha hecho saber
que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?”
La humanidad se ha corrompido
con el pecado del sexo y Dios tomará la decisión de hacer desaparecer a esa
humanidad corrupta, por eso manda el diluvio.
“Cuando los hijos de Dios
vieron que las hijas de los hombres eran bonitas y las tomaban como mujeres a
las que escogían” de esa unión saldrían los héroes. “Éstos son los héroes de
los tiempos antiguos, los hombres famosos”.
Pero ¿Y si nacían niñas?
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