lunes, 19 de marzo de 2018

HISTORIA SAGRADA (A MIS AMIGOS LOS CREYENTES) (2)



Aclaremos.

El Antiguo Testamento comienza con la creación del hombre e irá narrando, a través de sus libros, cómo su Dios (Yahvé o Jehová  o YHWH) hace un trato/contrato con un pueblo, el pueblo hebreo, el “pueblo elegido” y lo va guiando a la tierra prometida con la condición (ese es el trato) de que no adorarán a otro Dios que no sea a Él.

En otro lugar de este blog he escrito sobre las versiones, tan distintas, sobre la creación del hombre por Dios:
1.- “Dios hizo al hombre….varón y mujer (o varona) los creó….”
2.- “Dios creó a Adán del barro de la tierra…y como estaba solo….Dios lo sumió en un profundo sueño y tomando de él una costilla “formó” a la mujer…” (“Adán” significa “hombre” y “Eva” proviene de la palabra hebrea “Habia” y significa “vida”).

Esta segunda versión es la que ha prevalecido en la Iglesia y en la cultura religiosa, y de ahí a considerar a la mujer como inferior (“salida de una costilla”) al varón no hay más que un paso.

(En realidad son cuatro las tradiciones; y junto a la tradición yahveísta y la tradición sacerdotal están la tradición elohísta y la tradición  deuteronómica, en cuyas diferencias prefiero no entrar)

¿Por qué no la primera versión? Porque a la Iglesia no le interesaba.
La mujer ha sido la causa del pecado, no sólo del “pecado original” (Eva), también de todos los demás pecados sexuales.
¿De ahí el voto de castidad para varones (clérigos) y mujeres vírgenes (monjas) como mérito superior a ser madre y padre?

Superioridad porque la maternidad/paternidad supone hacer uso del sexo y, por tanto, placer, orgasmo, cuerpo, materia…

Pero lo primero que Dios les impone es “creced y multiplicaos”, para tener más adoradores, y ¿cómo iban a hacerlo sin “coyunda sexual”?

Pero esto no es nuevo y original.
En todas las culturas-civilizaciones antiguas (Babilonia, Asiria, Oriente Próximo,…) también aparece el barro como la materia de la que sus dioses correspondientes utilizaron para la creación del hombre y, luego, el “creced y multiplicaos”…

Pero si los primeros hombres fueron un varón (Adán) y una mujer (Eva) ¿cómo iban a multiplicarse si no era permitiendo el incesto entre hermanos, padre, madre, luego sobrinos-sobrinas,…consanguinidad…?

¿Y lo de Lot con sus dos hijas, que se quedan embarazadas tras emborrachar a su padre y de la mayor nacerá Moab (y sus descendientes, los “moabitas”) mientras de la menor nacerá Ben Amí (y sus descendientes, los “amonitas”) y ambos serán considerados enemigos, por libertinos, por ser hijos de un incesto padre-hijas?

Sólo después de pecar “se abrieron los ojos de ambos y conocieron que estaban desnudos. Entrelazaron, pues, hojas de higuera y se hicieron cinturones”.
La desnudez era su estado natural tras la creación y no tenían vergüenza de estar uno ante el otro, sólo sintieron vergüenza tras el pecado de la desobediencia pero, siguiendo el mandato divino de “creced y multiplicaos” tenían que sentir la satisfacción y el orgasmo, porque si no…

Como el Génesis es un adosado de dos tradiciones distintas es normal que aparezcan dos versiones distintas de la creación de los seres vivos.

“De todos los árboles del jardín puedes comer, pero no comerás del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, porque el día que comieres de él ciertamente morirás”.

¿“Conocer à morir”?

¿Por qué?

“No, no moriréis –dijo la serpiente a Eva- sino al contrario. Sabe Dios que el día que comáis de él se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del Bien y del Mal”.

Y, por el camino más corto para llegar al conocimiento, Eva comió y pecó, al desobedecer.

“Que no extienda ahora su mano y tome también del Árbol de la Vida y coma de él y vivirá para siempre” –dijo Dios.

O sea, que por el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal ya no tenía que estar sujeto a Dios para preguntarle qué hacer y qué no hacer, sería autónomo, libre y liberado de Dios, ya no sería súbdito, su creador estaba de más, no lo necesitaban.
Y por el otro árbol, el de la vida, serían inmortales, eternos.

Esos eran, sobre todo, los atributos exclusivos de Dios: “Omnisciente” y “eterno”, pero el hombre también lo sería si comía de los dos.

El gran pecado era la desobediencia del inferior ante el superior, pecado que ha estado presente a lo largo de la historia: desobedecer al superior y, peor todavía, al Superior.

¿Por qué puso Dios esas dos posibilidades, la del conocimiento y la de la eternidad, tan a mano ante el varón, antes de formar a la mujer (según el segundo relato)?

Pero si Eva no lo sabía (sólo se lo había comunicado a Adán) , Eva no desobedeció, luego no pecó. Adán sí que lo sabía, él debía ser el pecador, el que sabiéndolo, lo hace, no ella, que lo hace sin saberlo.

Pero cuando Dios los arroja del Paraíso, a quien pone ante la puerta, no siendo que quieran, después, entrar, fue a “un querubín, que blandía una espada flameante para guardar el camino del Árbol de la Vida”.
No del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, sino del Árbol de la Vida.

Dios negaba al hombre la inmortalidad, no el conocimiento moral.

Ya estaban desnudos pero sólo tras pecar se ven desnudos y habían sentido vergüenza, ahora sí la sienten, pero, en realidad, la desnudez no posee rasgo alguno del Mal.

Comen del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal y es por ello por lo que se “reconocen” desnudos.
“¿Y quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?”

La humanidad se ha corrompido con el pecado del sexo y Dios tomará la decisión de hacer desaparecer a esa humanidad corrupta, por eso manda el diluvio.

“Cuando los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran bonitas y las tomaban como mujeres a las que escogían” de esa unión saldrían los héroes. “Éstos son los héroes de los tiempos antiguos, los hombres famosos”.

Pero ¿Y si nacían niñas?

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