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Que todos los hombres somos
racionales (o inteligentes) nadie lo pone en duda, pero que todos sean
religiosos queda desmentido por la cantidad creciente de ateos, teóricos y
prácticos, de antiteos y de agnósticos.
¿Podríamos/deberíamos, al
menos intentarlo, promulgar una “religión laica (no religiosa), racional,
civil, cuyo objetivo único sea la puesta en práctica de los Derechos Humanos?
Antes, un mundo sin “religión
religiosa” era impensable, hoy, con la secularización del mundo y de la vida sí
es posible.
(Repasemos, cada uno, nuestra
vida ordinaria, desde que uno se levanta hasta que se acuesta. ¿Dónde está Dios
al desayunar, al ducharte, al ir al trabajo, en el trabajo, en la casa, en la
cama, con los hijos…?)
¿Dónde está Dios?
¿O es una vida, no contra
Dios, sino al margen de Dios?
Los enfermos, los parados,
las que están embarazadas, las que quieren quedarse embarazadas, las que ya no
lo quieren, los accidentados, los que tienen hambre,… ¿dónde acuden?, ¿a qué
lugares?, ¿a qué personas?
¿Va a ser niño o niña?,
¿viene bien o viene mal la criatura?, ¿cómo puede seguirse disfrutando del sexo
sin posible fecundación si no se quiere?, ¿qué tiempo hará mañana? ¿Salgo de
viaje si tengo que subir un puerto de montaña o cruzar el mar?
Hoy comprobamos que la
“religión religiosa” no es socialmente necesaria, pero sí que lo es una
“religión laica, cívica, secular, social, humana,…”
La “religión religiosa” debe
retirarse al ámbito de la vida privada, de la vida íntima, porque en la vida
pública la conducta debe regirse por la Ética.
Son posibles conductas sólo
laicas, pero éticas.
Pero es curioso que cuando
las religiones oficiales están en baja, y van a la baja, surgen sectas, cultos,
movimientos religiosos y místicos, salvacionistas, milagreros,…de lo más
variopinto que uno pueda imaginarse.
El retroceso, pues, de las
religiones clásicas está siendo compensado con la presencia de estas nuevas
religiosidades.
Y donde más abundan es en el país más tecnificado, Estados Unidos.
La sociedad, hoy, puede
sostenerse, organizarse y estar cohesionada con la sola Ética, sin necesidad de
Religión ni Moral Religiosa alguna.
Tanto los Mandamientos de la Ley de Dios como los
Mandamientos de la Santa
Madre Iglesia han sido sustituidos por las leyes civiles
(penales, de tráfico, de hacienda, de educación,…)
Podríamos afirmar que lo
único sagrado, hoy es “lo secular”, obligatorio para todos los ciudadanos.
Pero la progresiva
secularización en todos los ámbitos de la vida, tanto privada como pública,
disminuye, pero no elimina, la mayor o menor pujanza de las religiones, que quedan
a su albur.
Pero las leyes, la autoridad,
la naturaleza,…sólo desde la secularización.
Aquello de “por la gracia de
Dios” hoy sería incomprensible. Sólo se es autoridad “por la gracia del
pueblo”, que es el titular del poder, que sólo lo delega.
La separación Iglesia-Estado
es algo indiscutible en las sociedades modernas, a pesar de que la Iglesia quiera e intente
no soltar lo que en otros tiempos detentó.
Podríamos decir que hoy,
públicamente, el único culto religioso es a lo profano, como el deporte, la
cultura, la tecnología,…
Serían piedades y
trascendencias seculares.
Pero siempre habrá personas
descontentas con esta sociedad y que necesiten creer en Dios y en el otro mundo.
Esta Religión laica sería la
expresión de un proceso de sacralización de hombres concretos y de ciertos
rasgos de la vida comunitaria a través de rituales públicos y de liturgias
cívicas o políticas y piedades populares encaminadas a reforzar la identidad de
una colectividad social heterogénea, atribuyéndoles trascendencia tanto a
personajes cercanos significativos como a la propia cultura, historia, lengua,
tradición, bailes, banderas (erigirle un monumento, ponerle su nombre a una
calle o a una plaza, un ciclo de conferencias, convocar un concurso con su
nombre, una placa,…).
Homenajes y recuerdos a
descubridores (penicilina, vacunas, rayos X, electros,…)
Estas religiones civiles
surgen cuando las religiones-religiosas tradicionales no pueden resolver
problemas y los hombres concretos se hacen cargo de los mismos y comienzan a
solucionarlos.
Se produce, entonces, el
fenómeno de “endiosamiento” (científicos, héroes, médicos, inventores, poetas,
escritores,…)
Es ahora cuando los dioses clásicos
están comenzando a perder credibilidad por sentirnos abandonados ante los muchos
problemas que nos acechan y cuando la aristocracia y su moral noble está cediendo
el sitio a la democracia y su moral civil, a la cultura cívica.
Roma, poli-religiosa, (“en
Roma es más fácil encontrar a un dios que a un hombre”) admitía un solo culto
al poder establecido, al Emperador, una religión política, capaz de salvar a
todos, aunque cada pueblo tuviera y adorara a sus dioses.
Los mártires cristianos no
fueron mártires por adorar a su Dios, al Cristo crucificado, sino por negarse a
ser ciudadanos en toda regla y no querer adorar al Emperador, por no cumplir la
norma religiosa laica.
Hay que adorar al César y,
cuando se vaya a la guerra, para defender a Roma, si hay que matar se mata.
Y esto estaba en
contradicción con el quinto Mandamiento de la Ley de Dios, superior (para los cristianos) a los
mandamientos del César, que era sólo un hombre.
Y, quizá, lo mismo que
ocurrió en Roma ocurrió, también en China, hasta que se implantó el
confucianismo: doctrina imperial china como cultivo del orden político-social y
cultural, como forma de culto necesario para el mantenimiento del orden
cósmico.
Orden social – orden cósmico.
Lo secular se hizo sagrado
tras la apropiación imperial del credo de Confucio.
(Uno se pregunta, ahora, si
el Maoísmo fue más una recuperación que una revolución)
Hoy estamos más preocupados
por la paz, por la libertad, por la seguridad, por el bienestar, por la salud,
por la educación, por el trabajo, por la cultura,… que por el antiguo Dios.
Los dioses menores han
desplazado y apeado de la pena al clásico y viejo Dios.
Quizá la primera teoría o
formulación explícita de la Religión Cívica ,
Laica, sea la de Maquiavelo, que vio a la religión cívica romana como generadora de solidaridad (contra el hambre)
y altruismo heroico (morir por la libertad).
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