Al comer la fruta, se le
abren los ojos, se les despierta la conciencia, se dan cuenta.
Si los dos árboles son los
que son es que Dios es, por lo menos, el ser SABIO (árbol de la sabiduría) y el
ser INMORTAL (el árbol de la vida).
Además, ¿Quién puso en ellos
el deseo de querer saber?. ¿Dios?. Entonces cómo va a ser pecado el querer
saber. El pecado de Eva sería no el hecho de querer saber sino el modo de
conseguirlo. En vez de poco a poco, aprendiendo, madurando, de manera natural,
quiere conseguirlo de golpe, de manera mágica, mordiendo la manzana.
El pecado de Eva sería haber
cogido, haber optado, por un atajo para llegar más rápida y cómodamente, no por
haber llegado.
Es lo que se llama
“mentalidad de paraíso”: conseguir las cosas fácilmente, sin esfuerzo, de
manera rápida y mágica.
Cuando eso no ocurre y todo
es al revés es lo que suele llamarse “sentimiento de paraíso perdido”
Si hubieran estado siempre en
el Paraíso, ¿habrían madurado?, si allí dentro ni se trabajaba, ni se cansaba,
y lo de parir no se dice nada. ¿Se habrían reproducido en el Paraíso?.
Eva, digo yo, no sólo no
sería la pecadora, sino la destinada por Dios para hacer madurar, despertar al
varón. Eva es un instrumento de Dios
Después en la vida, habrá
cosas buenas, malas o regulares, pero para eso tenemos ya el sentido ético, la
razón práctica, para distinguirlos y optar por ellos con la responsabilidad
correspondiente.
Pero ¿nacer en pecado
original?. Si el recién nacido es fisiológicamente inmaduro o, mejor,
prematuro, pero es que psicológicamente es un espacio en blanco, un folio en
blanco, “tamquam tabula rasa”, un continente totalmente vacío que habrá que ir
rellenándolo, los otros y él (¿recuerdan: nos nacen… nos hacen….nos hacemos
….?)
El pecado será no escribir
ese folio en blanco, o escribir poco, o escribir mal (¿recuerdan la parábola de
los talentos?).
El pecado será no desarrollar
todas las capacidades o potencialidades. Pero ¿en pecado por el hecho de
nacer?. “¿Qué delito cometí contra Vosotros, naciendo. No nacieron los demás,
pues si los demás nacieron….¿recuerdan?).
El querer ser Dios, el deseo
de ser Dios, el deseo de saber más y mejor, el deseo de vivir más y mejor, está
impreso en nuestros genes, es connatural al hombre.
Todos lo queremos.
Eva también (Adán no sabemos
por qué comió).
Su pecado no fue querer ser
Dios sino elegir el camino inadecuado, el más corto, el tramposo.
Como en los cuentos de hadas
donde la varita mágica convierte la calabaza en carroza, a los ratones en corceles
blancos y a Cenicienta en Princesa.
Hoy, nosotros, no acudimos,
normalmente a varitas mágicas. Pero es verdad que acudimos a lo sagrado en
momentos especialísimos (un cáncer incurable).
Acudimos a ritos, promesas,
sacrificios, ofrendas, exvotos, amuletos, novenas, procesiones, velas,
peregrinaciones….como chantajes a Dios, para manipular a Dios, para que coja su
varita mágica y…
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