Esa no es/no debe ser la
postura del cristiano, sino “luchar por el reino de Dios y su justicia, y todo
lo demás se os dará por añadidura”.
Analicémosla:
-. Luchar: es decir, que aún
no está hecho, que hay que construirlo, y para ello hay que esforzarse.
-El reino de Dios, que no es
el reino de los cielos, sino el reino de la tierra, el de aquí abajo, que está
desajustado y que hay que ajustarlo, es injusto y tiene que ser justo, hay que
erradicar de él la injusticia.
-Hacerlo gustosamente,
felizmente. Disfrutar haciéndolo, construyéndolo. Obrar humanamente y que el
mundo sea más humano, dándose por bien pagado con el placer de estar luchando
por conseguirlo.
-Y tranquilos que, si hay una
recompensa por haber luchado, por haber intentado construirlo, se os dará por
añadidura. Es decir, doblemente pagados.
En esta vida, al ser feliz
haciéndolo y mientras se hace y en la otra vida, con el premio eterno, según su
promesa.
Pero no trabajar en esta vida
para ganar la otra.
Que éste no sea el objetivo y
aquel el medio. Sino que es propina, pero no lo hagas por la propina sino por
hacerlo bien, la satisfacción de haberlo hecho bien, de ser un profesional, un
profesional cristiano, un buen creyente.
Si no sabemos de dónde
venimos ¿cómo vamos a saber quiénes somos ni a dónde vamos?
Decía Raimon, en sus
canciones de protesta, en otros tiempos: “quien pierde los orígenes pierde la
identidad”.
Para entender nuestro pasado
tenemos que conocer la religión; hace falta tener una gran cultura religiosa,
conocer nuestros orígenes.
Digo “conocer”, no he dicho
“practicar”. Esto es voluntario, aquello debería ser obligatorio.
SÍ a la “cultura religiosa en
la escuela”, desde pequeñitos, para entender nuestro pasado y nuestro presente.
NO a la catequesis religiosa,
de ninguna religión, en la escuela.
Esto es un asunto privado.
Se pasea hoy por el mundo, y
a nuestro alrededor, una enorme masa de gente desnuda, por ignorancia de la
religión y de las religiones.
Pero la gran avalancha de
inmigrantes que nos está llegando vienen bien instruidos religiosamente y son
practicantes de sus creencias, a veces incompatibles, no digo ya con nuestra
religión tradicional, sino incompatible con la razón y con los derechos
humanos.
Y nosotros hablando de no
herir, de tolerar, de respetar,….
¿Cuándo nos convenceremos de
que hay ideas y creencias intolerables y que no deben ser toleradas?
¿Cuándo seremos capaces de
discernir entre “tolerancia” y “respeto”?.
En nuestro mundo occidental,
primero la Diosa Razón
desbancó al Dios de la religión. Luego, ahora, infinidad de diosecillos enanos
están siendo los sucedáneos de la
Razón.
Pero el Dios de la religión
siempre está ahí, como de reserva, por si acaso nos fallan todos y tenemos que
acudir a él.
De dónde venimos – hacia
dónde vamos.
Cuando yo era monaguillo en
mi pueblo, en las misas de funeral de gente rica, yo cantaba, acompañando al
Sr. Cura “in paradissum deducant te angelli….”(si el muerto era pobre eso sólo
se decía rezado. La cantidad de canto era proporcional a la limosna de la
familia del difunto. Los responsos.).
Salimos del paraíso y
volveremos al paraíso.
¿De dónde venimos?. Del
paraíso.
¿A dónde volveremos/queremos
volver?. Al paraíso.
¿Quiénes somos?. Viajeros. Si
viajamos (vivimos) bien, al paraíso feliz, eternamente. Si viajamos (vivimos)
mal, al anti-paraíso, al infierno, eternamente.
Allí sí que tendremos vida,
vida eterna; pero en este mundo, como nos expulsaron del paraíso y Dios puso a
un querubín con espada de fuego, flameante, para cortarnos el camino del árbol
de la vida….
Si Eva hubiera también
mordido el fruto del árbol de la vida….Pero Dios pensaría: “como pruebe también
del árbol de la vida serán semejantes a nosotros, por lo tanto….”
Si no nos hubieran expulsado,
¿eternamente niños?, ¿no crecimiento humano?, ¿no esfuerzo creador?, ¿no
esfuerzo de la maternidad (no dolor de parto)?,
¿no habría apetito sexual en la mujer?
¿El hombre sería el sembrador
de semen en la hembra mujer y sembrador de simiente en la tierra?, ¿cuáles
serían las espinas y abrojos equivalentes en la mujer?
Dios, porque los quiere bien,
les cierra el paso al árbol de la vida eterna, por el atajo mágico de morder el
fruto y quiere que maduren por el fatigoso camino de la vida, esforzándose.
Ya no se puede volver a aquel
paraíso del que nos echaron, el paraíso de la infancia (todo placer, sin dolor,
sin esfuerzo, todo ya hecho, nada más servirte lo que más te guste).
Hay que construir el paraíso
de la madurez, que es ese otro mundo mejor, es ese Reino de Dios y su justicia,
el lugar armónico, pacífico, justo que tenemos que construir para el que se
pide cooperación, esfuerzo.
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