SAMPEDRO Y LA
RELIGIÓN.
He encontrado pocos textos en que
hable de Dios.
Cree, como yo, que los problemas
humanos los hemos creado los hombres y somos los hombres los que tenemos que
darles solución.
Dios, si existe, no está para estas
cosas y, además, no es conveniente meterlo en nuestros líos.
Ante la pregunta sobre religión
siempre respondió que rechazaba la existencia de Dios, pero con la biblia en la
mano.
“Léanse –decía- los cinco primeros capítulos del Génesis y se va a
encontrar con lo siguiente: Primer capítulo, Dios crea el mundo. ¿Y cómo?
Hágase la luz, hágase el agua. Apártense los animales de tierra de los otros, y
luego llega y hace al hombre.
Pero al hombre no lo hace diciendo: hágase el hombre. No, ahí Dios
ya parece un personaje distinto. Otro dios distinto, porque parece que se arremanga
y al hombre lo modela Él personalmente. Coge barro y hace el modelo.
Y eso ya es una cosa tan extraordinaria, que cambie de sistema,
que te preguntas: ¿y a qué viene ese nuevo sistema?
Luego se queda mirando al muñeco, le ve la entrepierna y dice:
“¡Anda! aquí me he pasado, he puesto un adorno que no sé para qué sirve, esto
no se puede dejar así”.
Entonces dice, según la
Biblia : “¡No es bueno que el hombre esté solo!” Y así decide
construir a Eva.
Pero para hacerla busca un material.
Él, que ha creado el universo entero con todos los cientos de
miles de materiales que hay, no encuentra ninguno adecuado, ni siquiera el
barro del que ha hecho al hombre le sirve para hacer a Eva.
Lo que hace es sacarle al hombre una costilla.
¡Mira qué idea!
Y la modela hasta que se transforma en Eva.
Y bueno, se supone que luego le metería otra costilla dentro al
hombre, ya que tiene un número par de costillas.
En fin, es una historia tan inverosímil, tan incongruente, tan
absurda, que dices: “pero, bueno, ¿esto a qué viene?
Ah, viene para decir luego que el hombre es un ser absolutamente
excepcional, que está por encima del mundo mismo. Porque el hombre tiene alma.
En ese mismo pasaje dice el Génesis que Dios, después de construir
el muñeco, insufla el alma por la boca.
Entonces, claro, hay ahí un ser que está por encima del universo
porque en el universo nada es inmortal, nada tiene alma, solamente el hombre.
Por tanto, de ahí viene la idea que nos dicen en las escuelas, que
el hombre es el señor de la
Tierra , Dios creó la Tierra para él, tiene derecho a organizarla,
etcétera, de ahí viene todo.
Pero yo eso no me lo puedo creer.
No puedo comprender cómo se acepta un relato tan incongruente y
tan inexplicable.
Viene el teólogo y te dice: “ay, hijo mío, ¿cómo quieres
comprender con tu limitada inteligencia los fines de Dios?”.
A lo que yo digo: bueno, mi inteligencia será limitada, pero es la
que me ha otorgado el mismo Dios.
Si quiere que le comprenda, que me la mejore. Y si no, me
conformaré con la que me ha dado. Y con ésta, la forma de crear al hombre y al
mundo no me parece razonable.
Además, luego, por si fuera poco, la Iglesia explica una cosa
que no se dice en la Biblia ,
pero que los catecismos clásicos, el del padre Astete y el del padre Ripalda, los que yo
he estudiado de niño, dicen: “¿Para qué nos creó Dios? Y en los dos se
contesta: “para adorarle, servirle en esta vida y después gozarle en la otra”.
Vamos a dejar por ahora lo de la otra vida.
¿Servir a Dios? Pero bueno, ¿Dios necesita que le sirvan? ¿Es que
le falta algo? ¿Acaso necesita algo? Si necesita algo, ¿no lo puede obtener?
Siendo Dios, antes de que lo pida, de que se le ocurra siquiera, ya lo tiene
ahí.
Y adorarle. ¡Ah! ¿Qué quiere decir adorarle? Que se le esté
diciendo repetidamente “¡Grande eres Señor Dios de los Ejércitos, del Cielo, de
la Tierra ,
grande es tu poder, grande es tu grandeza, tu benevolencia!”.
Quiere que estén cantándole todo eso y para eso crea a un
personaje tan infinitamente pequeño como el hombre, que es un renacuajo en la
inmensidad del cosmos, y Dios se siente tan feliz oyéndole.
Pero bueno, eso es tener una idea de Dios de emperador romano.
Tener una cohorte de aduladores que le diga: “¡Oh, Majestad!”
Pero eso no es propio de un dios. Un dios no necesita que le
alaben.
La llamada religión católica es realmente una religión
judeocristiana, la mayor parte de la
Biblia es de inspiración judía.
Después viene Cristo, cuya figura es discutible, pero todo eso es
una mitología. Igual que la mitología griega con Zeus y Hércules.
Eso lo definió muy bien Freud,
al afirmar que las religiones son “delirios colectivos”.
Y, en efecto, son delirios colectivos, lo mismo que son delirios
colectivos ciertas ideologías políticas y ciertas maneras de entender la
utopía, lo mismo que son delirios colectivos ciertos movimientos artísticos que
si consigues que la gente se los crea, se traga lo que sea”.
Hasta aquí, Sampedro.
Pero yo podría añadir que si hubiera leído más versículos del Génesis
hubiera comprobado las dos versiones (y no una): en una Dios crea a Adán y,
luego, de su costilla fabrica a Eva, pero en la otra versión dice que “Dios
creó al hombre, varón y mujer los creó”.
Pero si llegara un teólogo nos llamaría “ignorantes” por
interpretar literalmente la
Biblia ….
Pero la Iglesia
hizo mucho mal a niños, como él y como yo, al obligarnos a repetir el Astete o
el Ripalda y sin poder dudar, ni preguntar, ni…ni…
El nacional-catolicismo no había quien se lo tragase, pero ¡pobre
de aquel que se atreviera a manifestarlo en público y llevarle la contraria.
El certificado de buena conducta era necesario para casi todo y,
sobre todo, el cura era el que los expedía.
Etc…etc…etc…
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