Una vez instalados en el
mundo sensible, es el sentido de la vista el sentido fundamental, porque es el
que más mundo nos aporta. Podemos “ver” más cosas que “oír”. Y “oímos” más que
“olemos”. “Olemos” más que “gustamos, saboreamos” y, en último lugar, el mundo
más reducido es el del “tacto”, sólo lo que entra en “con-tacto” con nuestra
piel, desde el roce hasta el porrazo.
El mundo más amplio es el
“mundo visible”, el “cosmos oratós”.
Pero, naturalmente, el “mundo
sensible” es inferior, en calidad y excelencia, al “mundo inteligible”. Es más
importante “entender, saber, razonar…” que “sentir”.
Para Platón, pues, (como para
casi todos los filósofos, a lo largo y ancho de la historia y de la geografía,
el hombre es, sobre todo, un “HOMO SAPIENS”.
Pero, observemos a un niño.
Un niño puede “VER y MIRAR”, aunque sea de forma confusa, aunque cada vez con
más nitidez, mucho antes de “HABLAR”. Y, a lo largo de su vida, más del 80% de
la información que recibe, a diario, le llega a través del sentido de la vista
(sensación y percepción).
Es decir, nos relacionamos
con el mundo, la cultura, la socialización, los estilos de vida,….mediatizados
por la “imagen visual”
Giovanni Sartori (pensador
que me encanta y al que sigo) señala cómo el “homo sapiens”, el hombre que
piensa, producto de la cultura escrita y del Logos, ha pasado a convertirse en
“homo videns”, el hombre que ve, que recibe estímulos visuales sin
reflexionarlos demasiado.
LO “VISIBLE” HA SUSTITUIDO A
LO “INTELIGIBLE” = VER sin ENTENDER.
Analicemos la TELEVISIÓN, la
que, cuando nació, se decía que era un “espejo de la realidad” o “una ventana
al mundo”.
Allí donde no llegan nuestros
ojos llegan las cámaras de Televisión y, por una pantalla sagrada, ubicada en
la parte más noble del salón (donde en otros tiempos estaría el Sagrado Corazón
de Jesús) nos va “sirviendo la realidad real, pero a la que no podemos acceder
presencialmente”.
“Lo he visto en la Tele”, “lo
ha dicho la Tele”, “ha salido en la Tele”,…. Se ha convertido en el argumento
de autoridad por excelencia de la verdad de un hecho. Es como si yo lo hubiera
presenciado, realmente, (cuando sólo ha sido percibido por imágenes “enlatadas”
y “servidas” por alguien, a quien no conozco y del que no sé sus intenciones.
Incluso se dice que “lo que
no sale por la Tele no existe”, por ejemplo, tántas guerras étnicas en el
corazón de África.
¿Son los medios de
comunicación (sobre todo la Televisión) “espejos de la realidad” o “creadores
de realidad”.
¿Cómo podemos estar seguros
de que ocurrió aquella Guerra del Golfo, con aquel pato chapoteando en
petróleo?. ¿No se supo, luego, que lo de ese pato fue en Alaska, pero que
alguien/algunos estaban interesadísimos en que ese pato fuera irakí?.
¿Cómo podemos estar seguros
de que “lo que dicen que existe, existe realmente?. ¿Disponemos de algún
criterio de verificabilidad o constatabilidad o de falsación?. Estamos
desarmados, a la intemperie. Tenemos que ser “o creyentes o escépticos”. Pero
¿tenemos alguna razón para ser una cosa o la otra?.
La presunta realidad se nos
da. Siempre, “manipulada” y lo que percibimos, por muy “natural” que nos
parezca, es el resultado final de innumerables procesos de selección por parte
de alguien/algunos, interesados en que veamos eso y no lo otro (realidad, pues,
parcial y descontextualizada), y lo veamos así y no “asao”.
Esos “manipuladores” de la
realidad pueden tener, tras de sí, intereses políticos, o económicos, o
comerciales, o publicitarios,….es decir, “quien manda es quien financia”.
Las imágenes, además, pasan
ante nuestros ojos, tan cambiantes y a tal velocidad y, por si fuera poco, con
intermedios publicitarios, estética y atractivamente creados, que no te da
tiempo a “pensar”, a “reflexionar” en ellas. De lo contrario “perderías” las
imágines siguientes. La lógica y el razonamiento quedan en “stand-by” ante el
diluvio de imágenes que atraen, arrastran, tu atención.
El resultado es una “cultura
superficial y frívola” (siempre con las correspondientes excepciones, que
salvan la total frivolidad).
Se dice que la información
visual llega, de forma bastante directa, al paleocórtex, la esfera más
instintiva del cerebro humano, la que compartimos con los animales, donde
reside el frío, el calor, el miedo, la euforia,…. (Lorenz dixit).
Según los neurólogos nuestro
cerebro no está diseñado biológicamente para hacer frente a impactos de tanta
imagen en movimiento, por lo que baja la guardia, se deja inundar y le cuesta
mucho esfuerzo discriminar los mensajes. Nos lo tragamos todo, y sin digerirlo.
Es decir, que la imagen,
aunque apela al consciente, es percibida por el inconsciente, donde se alberga
lo instintivo, lo irracional, lo visceral,…
También nosotros, los
adultos, estamos infectados de esa enfermedad, tan presente en los alumnos:
“huir del esfuerzo”.
Optamos por “ver” la
película, en el cine, con cerveza y palomitas, o en la Tele, en el sofá, en
zapatillas, con palomitas, cerveza, aceitunas y una tapita de jamón a ir
desgranando, poco a poco, la novela, “meditándola, reflexionando, pensando”.
Es más cómodo “ver” que
“pensar”.
El “original” su(b)stituido
por el “sucedáneo”
¡Como si la “historia vista”
en 90 minutos fuera un espejo de la “historia escrita y leída durante días”¡
El método, pues, para
“atrapar” al receptor, es no hacerlo pensar demasiado, sino sorprenderlo,
divertirlo, emocionarlo, asustarlo, distraerlo,… y, al terminar, “End” o apagamos
la Tele y mañana apenas nos acordaremos de lo visto porque se nos tiene
preparada otra riada de imágenes que…
Cultura del kleenex, de usar
y tirar (pero que, para poder usarlos y tirarlos, tienes que haberlos comprado,
previamente, que es lo que se proponía el que había financiado el programa)
Y tú, y yo, gilipollas, sin
enterarnos.
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