Aunque tenga ladrillos y tenga cemento, sólo con ellos no
tengo casa.
Los elementos son necesarios, pero no son suficientes.
Ningún ser, ni vivo ni muerto, es ajeno a los elementos de
la tabla periódica.
La casa que, sin ladrillos y sin cemento, no existiría,
tampoco existiría sin un proyecto.
Además del albañil (ejecutor) es necesario el arquitecto
(proyectista)
La casa es el proyecto ejecutado por personas, inmateriales,
con esos elementos, materiales.
¿Son los seres vivos unos “proyectos” o no?
No lo digo de una montaña o de un río, que no necesitan
proyecto, sólo elementos y fuerzas naturales, mecánicas, orogénicas.
Han salido esta montaña y este río porque eran estos
elementos y estas fuerzas, pero podían haber salido otros y/o de otra manera.
Lo que no se conoce no es que no exista, sólo que no es
conocido. Nada dice de su existencia, sólo de su conocimiento.
Un poema se compone de palabras. Sin palabras no habría
poema. ¿Pero sólo de palabras? ¿No es necesario el poeta que las ordene en ese
orden y no de cualquier manera, para crear belleza?
“Romance de la luna, luna”: “el jinete se acercaba //
tocando el tambor del llano”. Palabras, pero también F. García Lorca
poniéndolas en ese orden y creando el poema.
Las piedras – el arquitecto – el orden y, como resultado, el
puente.
Los colores – el pintor – el orden y, como resultado, el
cuadro.
¿Es necesario un “ordenador” de los elementos de la tabla
periódica de elementos para que, como resultado, salga un ser vivo?
¿O todo ha sido producto del azar, del puro azar?
Quiero distinguir entre seres naturales y seres
artificiales.
Para que exista un ser “artificial” (una silla o una casa)
es necesario un “artista”, porque una silla es más que unos palos y una casa
más que ladrillos. Es necesario que estén ordenados así, porque ordenados de
otra manera serán otra cosa.
Podríamos reunir, en una estantería, todos los elementos, y
en sus proporciones, de que se compone un hombre, pero ¿tendríamos a “un
hombre”?
Porque no hay diferencia alguna entre los átomos de carbono
que están en el hombre (ser vivo) de los que están en el diamante o en el
carbón (seres inanimados), por ejemplo.
Los mismos elementos de la materia muerta son los elementos
de la materia viva.
La única diferencia es su “ordenación”.
Entre LUNA y NULA, entre CAMA y MACA, entre LOMA y MOLA,….
las letras son las mismas, la única diferencia es el orden entre ellas.
¿Esa ordenación es INTENCIONAL o es el AZAR el que la crea?
El orden ¿es ajeno y exterior a los elementos o alguno y/o
todos los elementos lo crean?
El que no sepamos el “porqué” no quiere decir que no exista.
La vida está aquí, en nosotros y con nosotros. ¿Por qué? Por
una ordenación de los elementos. ¿Cómo se han ordenado? No lo sabemos. ¿Lo
sabremos alguna vez? NO HAY RESPUESTA.
Estamos atascados “en el conocimiento”, pero estamos vivos
mientras nos lo preguntamos.
¿Mecanicismo
o finalismo? That is the question.
La flecha disparada y que ha dado en el blanco ¿era un
disparo intencional o ha sido al azar, por casualidad?
Los elementos ordenados que han dado lugar a la vida ¿iban
hacia la vida?
Un mamífero está compuesto de billones de células, y en cada
célula hay millones de moléculas. ¿Proyecto o azar?
¿Es el embrión sólo un efecto necesario o es, a la vez, su
propio arquitecto que dirige, desde dentro, su desenvolvimiento?
¿Está el “fin” incrustado en el “principio”?
Lo físico – lo fisiológico – lo psíquico.
“Psije” – “anima” – alma y, desde Aristóteles, “principio de
vida”. Hoy, también, “centro de control” de muchísimos programas.
Si alguien llama a la puerta seguramente que no sabemos
quién es, pero sí sabemos que es alguien quien llama.
Ahí fuera hay una persona, aunque no sepamos quien.
El que lo inmaterial no sea registrable con instrumentos
técnicos no quiere decir que no exista, sólo que no es material, como tampoco
lo es el amor, el remordimiento o la alegría.
El embrión, que ya es un ser vivo, “tiende a” ser “ese” ser
vivo y no otro. Sólo le queda desarrollarse/desenrollarse, llegar a ser “en
acto” lo que ya es “en potencia”. El fin ya está impreso, incrustado, en él.
Nadie va a dirigirlo a su fin, se dirige el solo.
Decía Aristóteles que de las 4/5 causas, la causa
final, “el fin es el primero en la
intención, pero el último en la ejecución”.
¿Estaba ya, en aquella materia prebiótica, originaria,
impreso el fin de dar un salto cualitativo y convertirse en materia viva o todo
ha sido azar?
¿Teleologismo o mecanicismo?
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