Se admite que la materia va organizándose, en un proceso de millones de años y surge la vida. Una vida mínima, incipiente, que tras otros muchos millones de años llega a ser “animal” = “viviente sensible”,
¿Y cómo desde el “animal” surge la inteligencia y la
libertad?
Porque la conducta del animal y la conducta humana son muy
distintas en su responder al medio en el que viven para poder sobrevivir.
Y no se responde de cualquier manera, la respuesta lleva una
dirección concreta, a huir de quien quiere apresarlo o a lanzarse sobre la
presa.
Toda conducta consiste en el desarrollo de un plan cuyo
objetivo es anterior a su ejecución (el animal esperando, camuflado, a que la
presa se acerque para cazarla).
Un plan que el animal no es consciente de él, pero que lo
ejecuta, y todos los de la misma especie lo ejecutarán casi siempre de la misma
manera
La conducta animal siempre es la respuesta a los datos
(estímulos) captados por sus sentidos, del mundo circundante.
Una conducta agresiva, sexual, alimenticia,…que se pone en
marcha. Y los desencadenantes son fijos y están determinados genéticamente.
Es lo que se conoce como “especialización animal”, la
adecuación estímulo-respuesta.
Esa conducta estable, innata y automática es lo que
denominamos “instinto”.
Entre el nacimiento y la muerte del animal está la
alimentación, para seguir viviendo (y como consecuencia, además del tiempo, es
el crecimiento) y la reproducción.
Nacer-alimentarse-crecer-reproducirse y morir. Ese es el
recorrido de todo animal. Recorrido que no se lo da él, sino que ya viene
programado, de antemano, por el instinto.
El conocimiento y la conducta humana, sin embargo
(exceptuados los primeros años de maduración de esa prematuridad con la que se nace)
se autoprograman y establecen sus propias finalidades.
A pesar de poder reproducirse, pueden optar por no hacerlo,
y a pesar del hambre y la sed pueden renuncias al alimento y a la bebida por
otros motivos (una huelga de hambre y de sed porque….)
Nietzsche diría que por poder autoprogramarse es por lo que
el hombre es el único animal capaz de hacer promesas o de ser fin para sí mismo
–que diría Kant, o elegir sus propios fines –que diría Santo Tomás de Aquino.
Ante el estímulo, al animal se le dispara la respuesta. No
ha lugar al no disparo. En el hombre, sin embargo, se da un hiato entre ambos.
Ante un Estímulo el hombre “puede” Responder o no Responder,
o puede Responder de muchas maneras.
Incluso, el hombre, “puede” Responder sin Estímulo alguno.
El hombre es “libre” ante el Estímulo. El animal no.
Si todo en la conducta animal está orientado a la
supervivencia de sí y de la especie, y entre esos dos objetivos se desarrolla
toda su vida, en el hombre no ocurre eso. Puede hacer incluso lo contrario. Yo,
con hambre, “puedo” optar por el Zaratustra y no por el bocadillo de jamón. Yo
soy libre frente a la presión de mi organismo. El animal no.
Ningún animal optará por el sufrimiento ni por lo
desagradable, el hombre sí, por motivos de cualquier tipo, desde la salud a lo
religioso, desde para dar ejemplo a porque le da la real gana y oponerse a lo
que la gran mayoría pensaba que iba a hacer (por darles, a todos, en la
cabeza).
El hombre es libre hasta para superar su nivel biológico.
Hasta aquí ha llegado el hombre, pero la primera actividad
del hombre primitivo en poco se diferenciaba de la del animal: alimentación,
vestido, alojamiento, sexo y defensa. Y para ello haría lo que aún hacen
algunos animales, como arrojar piedras, utilizar un palo, servirse de una rama
para robar miel de una colmena a la que no puede acceder con la mano,…sería un
“primer nivel de actividad instrumental”.
Pero fabricar instrumentos valiéndose de otros instrumentos
ya sería obra del pitecántropo.
Todos sabemos de la habilidad del chimpancé para usar el
palo para llegar hasta el plátano y acciones por el estilo, ¿pero usar una
piedra para romper una tabla que quepa entre dos barrotes?
El simio ve la relación palo-alimento, pero no la relación
tabla-piedra-palo-alimento.
Y no “ve” esa relación porque no puede ser vista, sólo puede
ser “entendida”.
Usar un palo no es afilarlo y convertirlo en lanza para que
mejor penetre en el interior del animal al que se quiere cazar. O en el caso de
las aves o animales pequeños, en vez de la lanza, una flecha, y en vez de la
mano, siempre de corta distancia, el arco que la lance.
El hombre inventa la flecha porque su inteligencia descubre
la oportunidad que le ofrece la rama.
Dice J. A. Marina, que cuando el hombre ve el palo ve,
además del palo real, muchas de sus posibilidades (ve la palanca, el arma de
defensa, el listón para la cabaña, el mango de una azada, el fuego,….)
El hombre, con su inteligencia, exprime la realidad mucho
más que el animal más cercano a él.
¿Somos más inteligentes que nuestros ancestros? ¿Qué
ocurriría, hoy mismo, si por una guerra nuclear rara (¿) muriésemos todos los
adultos y sólo sobreviviesen los niños? ¿Llegarían hasta donde estamos nosotros
ahora? ¿Qué supone la educación y la enseñanza de la acumulación de conocimientos?
¿Desde dónde se parte en cada momento? ¿No sería el hombre prehistórico igual
de inteligente que nosotros ahora pero que a falta de tiempo para progresar y
progresar, y acumular y acumular progreso, desde el que se parte en cada
momento…? ¿El poco progreso del hombre prehistórico lo era por falta de
inteligencia o por falta de tiempo?
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