También denominado “Revelación de San Juan” y que cierra el
Nuevo Testamento.
A pesar de estar colocado en último lugar parece haber sido
el primero, en el tiempo, antes que los Evangelios, las Cartas,…
Atribuido a San Juan. Pero ese Juan ¿es el mismo que el
autor del 4º evangelio?
Más aún ¿es el cuarto evangelio obra de “el discípulo
amado”?. Parece ser que no.
O sea, que el autor del 4º Evangelio, el autor del
Apocalipsis y el “discípulo amado” podrían ser tres personas distintas.
Aunque se afirme que los dos textos fueron escritos en
Patmos.
¿Muchos de Uds. lectores, han leído el Apocalipsis o sólo
les suena a catastrofismo y a desastres?
¿Recuerdan aquellos cuentos infantiles de miedo, más bien de
terror, para que los niños se durmieran y, así, no vendría el monstruo a
buscarlos en la noche?
Y los niños se asustaban porque, para ellos, esos cuentos no
eran cuentos sino historias verdaderas.
La historia relata lo que ha pasado (o no, y es inventado).
Pero es que el Apocalipsis es más que eso porque,
teóricamente, es un libro revelado por Dios, por lo que, al ser “palabra de
Dios”, es lo que ocurrirá.
Y eso es verdad para el creyente. Y lo que se afirma en él
es horroroso, aunque ello ocurrirá justamente cuando vaya a llegar el fin del
mundo y el juicio final y tras la muerte...
El Apocalipsis es una “historia para no dormir” y debió
escribirse entre los años que murió Nerón (9 de Junio del 68-10 de Agosto del
70), días en que los romanos destruyeron el templo de Jerusalén.
El contenido del libro es una narración de amenazas para los
ya convencidos y para que no se descuiden, así como captar a los no
convencidos, a los no creyentes.
En realidad el Apocalipsis comienza donde termina el profeta
Daniel (muerto el año 165 a.C.), con el intermedio de Zacarías (muerto el 51
a.C.), aunque bastante antes que Daniel estuvo Ezequiel (muerto el 574-572 a.C.).
El Apocalipsis debe ser obra de un antiguo judío que lo escribió para atemorizar al
pueblo mediante sus extravagantes profecías, acusaciones y condenas, como
también por sus grotescas, imaginarias, desbordantes y bárbaras fantasías.
El lenguaje que se usa es típicamente rosacruciano y su
estilo, profético, semeja un jeroglífico.
Pero lo cierto es que el llamado “Apocalipsis sinóptico” (el
que aparece en Marco (13, 5-37), Mateo (24, 4-25 y 46) y Lucas (21, 8-369) está
sacado del Apocalipsis genuino, que fue escrito antes.
Su primera parte está compuesto de Cartas a las siete
Iglesias de Asia (Patmos es un isla que pertenece a Asia Menor).
En la segunda parte ya aparece “la apertura de los siete
sellos”.
En la cuarta parte es donde aparecen “las bestias” y el
número 666.
En la quinta parte aparecen las “siete copas de la ira de
Dios” y cuando cada uno de los siete ángeles va derramando su copa sobre la
tierra, el mar, ríos y fuentes, el sol, el trono de la bestia, el río Éufrates
y el aire. Todos son catástrofes.
Así que, cuando veáis guerras, hambrunas, plagas,
terremotos, pestes, desolación,….. y la aparición de falsos Cristos y profetas.
“no os dejéis engañar” y “estad preparados porque el fin del mundo está al
llegar y, con él, el juicio final. Y solo los que estén preparados serán salvos
y eternamente felices….”
Todos estaban convencidos de que el final estaba cerca y
había que estar preparados (como el miedo que se le mete a los niños)
Pero fue Ezequiel (siglo VI a.C.) quien introdujo ese estilo
visionario, a fin de producir un mayor efecto.
“Y miré, y he
aquí un viento tempestuoso que venía del aquilón, una gran nube, con un fuego
envolvente, y en torno suyo un resplandor, y en medio del fuego una cosa que
tenía el color del ámbar. Y en el centro de ella se veía la figura de cuatro
seres vivientes. Y he aquí su aspecto: tenían la semejanza de hombres. Y cada
uno tenía cuatro rostros y cuatro alas. Y sus pies eran derechos. Y la planta
de sus pies era como la planta del pie de un becerro: y resplandecían a
semejanza del bronce muy bruñido… En cuanto a la apariencia de sus rostros, los
cuatro tenían rostros de hombre, y el rostro de león en la parte derecha; y en
la izquierda los cuatro tenían rostro de buey; así mismo tenían los cuatro
rostro de águila….”
Estos grotescos monstruos zoológicos quizá hayan sido
inspirados por los toros alados y otras fabulosas criaturas vistas pos Ezequiel
en los templos durante su destierro en Babilonia.
Zacarías (a mediados del siglo I) es, aún, más oscuro que
Ezequiel. Sus escritos están llenos de alegorías y de visiones.
“Después alcé
mis ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos. Y dije al ángel que hablaba conmigo:
¿”qué son éstos”? Y respondiome: éstos son los cuernos que asolaron a Judá y a
Jerusalén. Mostrome, luego, el Señor cuatro becerros. Y yo dije: ¿qué viene a
hacer éstos? Y respondiome: “Éstos son los cuernos que asolaron a Judá, tanto
que ninguno levantó su cabeza, mas éstos han venido para atemorizarlos, para
arrojar los cuernos de los gentiles que alzaron su cuerpo sobre la tierra de
Judá, para asolarla”.
Daniel vio cuatro grandes bestias salir del mar. La primera
se asemejaba a un león, pero tenía alas de águila. La estuvo mirando hasta que
le fueron arrancadas las alas, y fue levantada de la tierra; y se puso enhiesta
sobre los pies como un hombre. Después vio una segunda bestia, semejante a un
oso, y que tenía tres costillas entre los dientes. Y alguien le dijo: “devora
mucha carne”. Después de esto vio una tercera bestia, un leopardo, que tenía
cuatro alas en el lomo y otras cuatro alas en la cabeza. Finalmente vio otra
bestia, espantosa y terrible, que tenían grandes pies de hierro, y que devoraba
y despedazaba las sobras y las hollaba con los pies. Esta bestia tenía diez
cuernos. Después apareció otro cuerno pequeño, y tres de los primeros fueron
arrancados de raíz para dejarle lugar. Y en este cuerno aparecieron unos ojos
semejantes a ojos de hombre y una boca que hablaba grandes cosas.
Y todo eso es revelado.
El Apocalipsis parte de la creencia en las calamidades que,
según la teología judaica, habían de llegar anunciando la venida del Mesías.
Grandes sacudidas tendrían lugar en el cielo y en la tierra.
El sol y la luna habrían de extinguirse. La guerra, la rebelión, el hambre y
las plagas atormentarían al género humano.
En el año 66 los judíos se habían sublevado contra Roma.
Miles de ellos habían perecido en numerosas batallas y Vespasiano avanzaba
sobre Jerusalén.
Ni los judíos ni los cristianos judaizantes podían concebir
la idea de que Jehová entregase su santo lugar y su templo a manos de los
gentiles.
Galba, experimentado jefe milita, había sido proclamado emperador
en oposición a Nerón.
Éste huyó de Roma y se suicidó, con ayuda de un esclavo
cuando vio que era imposible escapar de sus perseguidores.
Las calamidades hacían acto de presencia. Roma había sido
asolada por cruentas guerras, Judea por el hambre, Italia por las plagas, el
Asia Menor por terremotos.
Las catástrofes universales marcarían el inicio del fin de
los tiempos.
Y el templo será profanado, y Jerusalén asediada,…
Todos estos sucesos “son el preludio de la liberación final,
la 2ª venida del “hijo del hombre”.
“Mantenerse alerta”
Las profecías de Daniel estaban cumpliéndose, pero los
elegidos serán preservados.
“Aquí hay
sabiduría. El que tenga entendimiento cuente el número de la bestia: pues es el
número de hombre; y su número es 666”
(En este mismo blog, en el spot o entrada 666 reflexiono
sobre este número, “el número de la bestia”).
La insensatez humana ha buscado refugio en el Apocalipsis
durante dos mil años.
Todavía hoy una parte de la iglesia es apocalíptica y
predica a los cuatro vientos y anuncia todos los desastres (la destrucción de
la familia por los divorcios, por los abortos, por la pérdida de valores
morales, por la pérdida del respeto a la autoridad, por el abandono de la
práctica religiosa,… a no ser que….
(¿En alguna época de la historia ha existido tanta
solidaridad como ahora con los hambrientos, enfermos, ancianos,…?)
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