En sentido general es “lo que
impone un modo fijo y determinado de obrar a alguno, a varios o a todos los
individuos de su especie”
Puede ser natural (cuando
resulta de la naturaleza misma) o puede ser establecida por la voluntad de los
hombres para comodidad y seguridad de la vida, o por otras razones semejantes.
Spinoza, lo mismo que Hobbes,
comienza presentando a los hombres en un estado natural, prerracional y prejurídico,
viviendo nada más que conforme a su instinto y sus pasiones.
Todos los hombres, lo mismo
que las fieras tienen los mismos derechos naturales sin más limitación que la
del alcance de su fuerza.
Pedro es un estado irracional
en el cual vivían miserablemente, en perpetuos odios y luchas, y en que habrían
acabado por destruirse unos a otros.
Para salir de ese estado y
vivir en seguridad, y sin temor, fue necesario que cedieran de su derecho y
convinieran en un pacto, con el cual quedaba establecida la sociedad, en la
cual poseían en común el derecho natural particular que cada uno tenía sobre
las cosas.
Por ese pacto, los individuos
renuncian a “obrar según la fuerza y el apetito de cada uno” para obrar con la
fuerza y la voluntad conjunta de todos.
Pero, tanto la sociedad como
el contrato por el cual se establece no tienen más que un fin y un valor
utilitario; es la esperanza de un mayor bien y el temor de un mayor mal.
“Cada uno elige, entre dos
bienes, el que le parece mejor y, de los males, el que le parece menor”.
“Éste es el fundamento del
valor de los contratos, los cuales no tienen ninguna fuerza sino por razón de
su utilidad, cesando la cual el pacto queda anulado y carece de valor”.
Piensa igual que Maquiavelo,
que a pesar de todos los pactos y promesas, ninguno puede estar seguro de la
fidelidad de los demás, a no ser que esperen mayores bienes y teman mayores
males.
El estado de una unión
colectiva resultante del pacto social sería la democracia, “una asociación de
hombres que tiene, colegialmente, sumo derecho a todo aquello que puede”
Ésta es la forma más natural
de gobierno, en la cual el individuo transfiere su derecho, su poder y su
utilidad “a la mayor parte de toda la sociedad, a la cual pertenece”.
DERECHO CIVIL
Si por derecho natural no hay
cosas buenas ni malas, justas e injustas sino en cuanto que son necesarias para
la propia conservación, la vida social requiere la constitución de un poder que
dé normas para distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto.
Es poder civil es el
resultado de un pacto por el que cada uno transfiere a la sociedad toda su
potestad particular, perdiendo el poder omnímodo e ilimitado que tenía por
derecho natural y queda obligado a la obediencia a una autoridad.
Y si en el derecho natural se
exageraba desmesuradamente la libertad del individuo ahora, en el derecho civil
se exageran las prerrogativas del poder político llegando a un completo
absolutismo y al despotismo.
Obediencia absoluta al
soberano es a lo que se han comprometido con el pacto.
El Estado no está sometido a
ley alguna, su poder es absoluto e ilimitado y, ante él, el individuo
desaparece.
Cuanto mayor poder tiene el
Estado menos les queda a los particulares.
El Estado no hace injuria a
ningún particular y éstos le deben la obediencia más absoluta, aunque ordene
las cosas más absurdas.
Sostiene Spinoza, como
Maquiavelo, que el Príncipe no está obligado a guardar los pactos cuando la
fidelidad a ellos puede ser perjudicial a su Estado.
El Estado no debe tener
ninguna religión pero debe regular las manifestaciones externas del culto.
Pero el poder del Estado, en
última instancia, se apoya en la fuerza y puede mantenerse mientras no haya
otro Poder más fuerte que el suyo.
De lo que se sigue que, si
alguien es más fuerte que su soberano no será obligado a prestarle obediencia.
Después, sin embargo,
limitará el poder del Estado: “es preciso convenir en que cada uno se reserva
pleno poder en determinadas cosas que escapan a las decisiones del gobierno, no
dependiendo sino de la propia voluntad del ciudadano”
Entre ellas están las
libertades de pensamiento y de palabra.
“El individuo resigna, libre
y voluntariamente el derecho de obrar, pero no el de raciocinar”.
“En un Estado libre cada cual
tiene derecho a pensar lo que quiera y a decir lo que piensa”
“Es necesario permitir la
libertad de pensamiento y gobernar a los hombres de tal modo que, siendo
abiertamente opuestos en pensamientos, vivan, sin embargo en una concordia
perfecta”.
Una consecuencia de la
anulación de los derechos individuales es la abolición de la propiedad privada,
que debe convertirse en propiedad pública”
“Para la paz y la concordia
es muy provechoso que ningún ciudadano posea bienes inmuebles…los campos y todo
el suelo, hasta, si es posible, las casas, deben ser comunes”.
Vemos, pues, que oscila entre
sus propios principios (que llevan al absolutismo y a la negación de toda clase
de libertad) y sus sentimientos, que le hacen proclamar esa misma libertad, al
menos en cuanto al pensamiento y la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario