Divulgar la filosofía, no es
“vulgarizarla”, en el sentido despectivo que tiene esta palabra, sino sacarla a
la calle, presentársela al público no especializado en filosofía, al pueblo, al
vulgo, en sentido literal, al común de los mortales
Es bajarla de las
estanterías, quitarle un poco el polvo y ponérsela a mano al público, para que
pueda manosearla, saborearla, gustarla, probarla.
Para que la gente compruebe
que el producto merece la pena, que es bueno, muy bueno y, además, es gratis.
Es hacer un poco de Sócrates.
Si estamos donde estamos es
por la Razón y
no por otras razones o motivos.
Si somos lo que somos es por
la razón y no por otras razones.
Los acuerdos, los contratos,
las democracias,… son lo que son por ser racionales.
Es racional pactar y ceder en
parte, a exponerse a morir y perderlo todo.
La razón y la libertad son
amigas inseparables.
Las “cadenas” de las que un
día, en un e-mail, nos recordaba Joaquín, pueden ser/deben ser rotas sólo con
la lima de la Razón.
Quiero recordar que fue
Verlaine el que, taxativamente, afirmó:
“Occidente es: ATENAS
(Inteligencia, logos, razón, ciencia,….) más
: ROMA (Sociedad, leyes,
derecho, lengua, obras públicas, planificación urbana, política….) más
: JERUSALÉN (Religión,
moral-ética, concepción de la vida, visión del mundo, mentalidad….)
Quizá sea por ello mi
extrañeza cuando, en la no muy lejana reforma de la Constitución Europea ,
ciertos sectores insistían e insistían en la necesidad de que constara,
expresamente, una alusión, aunque sólo fuera en el Preámbulo, de la importancia
de la Religión
cristiana en la conformación de Europa.
Cuando, sin desmerecer la
influencia de la Religión ,
(que la ha tenido, por suerte o por desgracia, durante muchos siglos) nosotros
somos, al menos hoy día, más hijos de Atenas y de Roma que de Jerusalén.
Hace algunos siglos nos
advertía un filósofo europeo de una táctica que el denominaba “astucia de la
razón”.
Consistiría en que ella
siempre iría consiguiendo sus fines aunque los hombres, en su actuar, creyeran
que eran libres para hacer esto o lo otro. En eso consistiría su táctica. En
que cuando, a veces, parezca que la razón da un paso atrás, en realidad es para
tomar impulso y poder dar un salto mayor. Como hacen los atletas.
Parece como si a lo largo de
todo el tiempo que el hombre lleva viviendo sobre la tierra la razón siempre
hubiera estado presente, aunque de maneras distintas. Unas veces la razón está,
latente, preparándose para su aparición. Es la época de la presencia del mito
como mentalidad. Poco a poco el mito comienza a hacer aguas como explicación
plausible de la realidad y la razón va asomando, poco a poco, pero de manera
segura, preparando sus cimientos y pilares, es el surgimiento de la filosofía
como alternativa al mito.
En la época de la razón
muchas veces se acierta pero muchas más veces se equivoca, pero siempre avanza,
apoyándose en las verdades descubiertas y reconociendo los errores para no
volver a cometerlos.
A pesar de que se haya dicho
que la historia de la humanidad es la historia de la verdad, más bien habría
que decir que es la historia de los errores que, poco a poco, van siendo
superados.
Porque lo normal es errar,
equivocarse.
Cuando uno está en un cruce
de caminos, sin indicaciones, más pronto que tarde uno elegirá el camino
equivocado. Aunque reconocer un error ya es un acierto.
Es la época de la aparición y
desarrollo de la ciencia o filosofía, con el único criterio de lo racional como
verdadero.
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