De todos es sabido el
espíritu y vocación europeístas de Sampedro desde sus años todavía juveniles.
En 1.947 terminó la
Carrera de Económicas, con Premio Extraordinario.
En 1.955 ya era Catedrático
de Estructura Económica en la Universidad
Complutense de Madrid y allí ejerció la docencia hasta el año 1.969, compaginando la docencia
con el cargo de Subdirector del Banco Exterior de España desde 1.962 a 1.969.
Los primeros movimientos
estudiantiles antifranquistas comenzaron en los años 50, sobre todo con
pintadas, pasquines,..
Al ser nombrado Joaquín Ruiz
Jiménez Ministro de Educación y Pedro Laín Entralgo Rector de la Universidad de Madrid
se produjo cierta apertura
Las protestas estudiantiles
iban en aumento y, en 1.965, contaron
con el apoyo, sobre todo, de Aranguren, García Calvo y Tierno Galván (y otros).
Los tres primeros fueron
expulsados de la
Universidad a perpetuidad, por “incitar a la subversión” y
otros fueron suspendidos, temporalmente, de empleo y sueldo.
Los catedráticos José María
Valverde y Antonio Tovar renunciaron a sus cátedras, voluntariamente, como
protesta contra esta medida y por solidaridad con los expulsados.
Aranguren recalaría en la Universidad de
Berkeley, García Calvo en Francia, en la Universidad de Lille y en el College de France y
Tierno Galván en la
Universidad americana de Princeton.
J. L. Sampedro, en el 65-66
estará enseñando, como profesor visitante en las Universidades de Standford y
de Liverpool
En 1.968 estará, como Lector,
en una Universidad Norteamericana.
En 1.969 pide la excedencia
por solidaridad con los expulsados e incorporándose como Asesor en el Banco
Exterior de España.
Y, ya en 1.977 hasta el 1.979
fue Senador en las Primeras Cortes Españolas, por designación real.
Recuerda, con entusiasmo,
aquellos años de inquietudes de la juventud.
“Y para mí fue muy importante
pertenecer a esa generación de economistas que habíamos salido de la primera
promoción de la facultad y que trabajamos en esa dirección intentando abrir
ventanas hacia Europa. Naturalmente, dentro de los límites posibles (…) Yo,
entonces, publiqué un libro muy gordo (setecientos folios) explicando las
ventajas de la Unión Económica
Europea y argumentando una serie de posibilidades, con estadísticas, gráficas,
mapas. El tomo incluía un apéndice ingenioso titulado LOS ESTADOS DESUNIDOS, un
relato de ficción en el que se imaginaba qué hubiese sido de Estados Unidos si,
en 1.786, en vez de unirse, todos los estados se hubieran quedado separados”.
Pero la Europa de los años 50 era la Europa del Carbón y del
Acero y habrá que esperar a 1.957, cuando se firmó el Tratado de Roma (ni que
decir que España estaba anclada en su “autarquía”, en su pobreza y en su estar
lejos de los centros económicos y de poder, pero se suplía con la coletilla de
“es que nos tienen envidia de nuestra paz”,…
Recapitula Sampedro:
“Hay que preguntarse: ¿“a qué Europa nos
referimos”?. Porque ha habido distintas Europas.
Europa ha sido un ente que ha sufrido un
proceso a lo largo del tiempo, y la
Europa del sigo XVII, después de la Paz de Westfalia, no es la
misma del siglo XIX después del Tratado de Viena y tampoco es la misma Europa
del siglo XX.
Europa, en el siglo XVIII, tenía un
ideal, y cuando hablo de Europa hablo de la Europa culta, de la Europa cultivada, de la
élite europea que manejaba estos conceptos, impulsaba estas tendencias.
Tenía un ideal, que era la Ilustración.
En el siglo XIX ya no se hablaba de
Ilustración, se hablaba del Progreso.
El concepto de “Ilustración” era más
amplio, más en el terreno del espíritu y de las creencias, mientras que el
concepto de “Progreso” era mucho más
materializado.
(…) Sin duda Europa ha ido evolucionando
(…) Ese espíritu, hoy, ha desaparecido.
Hoy, lo que sienten, lo que buscan, los
europeos no es la aventura sino la seguridad.
Domina el miedo, el temor y eso se
registra en muchos aspectos.
Hoy, cuando los grandes capitostes de la Tierra , esos del “Grupo de
los Ocho” se reúnen, a lo mejor lo hacen en las Montañas Rocosas de Canadá, y
no por razones climáticas, sino para ponerse más lejos de los que están contra
ellos, los discrepantes.
Con eso ya representan a otra Europa, la
que estamos viviendo”
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