martes, 9 de abril de 2019

DIOS Y EL DOLOR ( y 2 )


Pero (¡lo que es la tradición¡) todavía son muchas las personas que llevan colgada al cuello una cadena con una cruz de oro, cuando hasta los primeros cristianos aborrecían la cruz.

En los dos primeros siglos del cristianismo, cuando tenían que reunirse en asamblea en las catacumbas, en éstas no aparece una sola pintura de una cruz o de una crucifixión.
Aquellos primeros cristianos, el “cristianismo primitivo”, que conocían el tormento de la crucifixión, nunca adoraron la cruz.
Es como si, en nuestro tiempo, alguien llevase al cuello una reproducción del torniquete, de la guillotina o de la silla eléctrica.

La gran equivocación de la Iglesia fue sacralizar el dolor y el sufrimiento, viéndolo como algo positivo, en vez de verlo como algo inevitable (pero que debería ser evitado), como algo deseable.

¿Pero acaso Jesús de Nazaret eligió los latigazos, la corona de espinas y la muerte en la cruz?
Jesús no murió como cordero que fue mansamente al matadero, a Jesús, lo mataron, lo denunciaron, lo apresaron, lo condenaron y lo crucificaron.

El mensaje de Jesús no son los “dolores” sino las “bienaventuranzas” (que hoy llamaríamos “Felicidades”)

Leo en la prensa de hoy: “ El obispo de Alcalá, el que hace y promueve cursos para acabar con la homosexualidad (pero nada hace para erradicar la pederastia de los curas) clama contra la eutanasia y pide sufrir como Cristo”

¿Desde cuándo el sufrimiento es un mérito y no una desgracia contra la que hay que luchar para erradicar?
¿Qué otra cosa es el dolor físico-fisiológico sino la alarma que salta porque algo falla en el funcionamiento para que pares, consultes y lo repares, con medicina o con cirugía?

¿Pensar que Dios disfruta si aguantas el dolor de muelas, o el cólico nefrítico, o dar a luz sin epidural,…?
¿Pero qué tipo de Dios, sádico, es ese?.

¿Recuerdan Uds. la película “Camino”, de Javier Fesser, premios Goya a la mejor Dirección, al mejor Guión Original, a la mejor Actriz Revelación, a la Mejor Actriz Protagonista.
Película basada en hechos reales: una familia del Opus Dei y una hija de 11 años, con cáncer, que lucha entre el amor adolescente y el dolor previo a la muerte.

Han sido las Iglesias, como Instituciones de poder, y a pesar del mensaje de Jesús, las que han predicado la resignación ante el dolor y el sufrimiento como claves de la espiritualidad y de lo sagrado e imponiéndonos, para creerlo, a un Dios capaz de imponer castigos infinitos y eternos.

El cristianismo servido por la Iglesia oficial ha sido paulino, no el de Jesús de Nazaret.
Nada de extrañar que haya perdido tanto espacio en la sociedad.
Arrimándose, además, al poder para someterlo, para dirigirlo, para imponerse,…

Se han creído (y así han querido hacérnoslo creer) que sólo a través de ella (la Iglesia), como la aduana del cielo, podemos traspasar, pagando y sufriendo, las puertas del cielo, la felicidad eterna.

¿”Extra Ecclesia nulla est Salus”?
¿No hay salvación fuera de ella?

¡Pues estamos “arreglaos”¡




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