Pero (¡lo que es la
tradición¡) todavía son muchas las personas que llevan colgada al cuello una
cadena con una cruz de oro, cuando hasta los primeros cristianos aborrecían la
cruz.
En los dos primeros siglos
del cristianismo, cuando tenían que reunirse en asamblea en las catacumbas, en
éstas no aparece una sola pintura de una cruz o de una crucifixión.
Aquellos primeros cristianos,
el “cristianismo primitivo”, que conocían el tormento de la crucifixión, nunca
adoraron la cruz.
Es como si, en nuestro
tiempo, alguien llevase al cuello una reproducción del torniquete, de la
guillotina o de la silla eléctrica.
La gran equivocación de la Iglesia fue sacralizar el
dolor y el sufrimiento, viéndolo como algo positivo, en vez de verlo como algo
inevitable (pero que debería ser evitado), como algo deseable.
¿Pero acaso Jesús de Nazaret
eligió los latigazos, la corona de espinas y la muerte en la cruz?
Jesús no murió como cordero
que fue mansamente al matadero, a Jesús, lo mataron, lo denunciaron, lo apresaron,
lo condenaron y lo crucificaron.
El mensaje de Jesús no son
los “dolores” sino las “bienaventuranzas” (que hoy llamaríamos “Felicidades”)
Leo en la prensa de hoy: “ El
obispo de Alcalá, el que hace y promueve cursos para acabar con la homosexualidad
(pero nada hace para erradicar la pederastia de los curas) clama contra la
eutanasia y pide sufrir como Cristo”
¿Desde cuándo el sufrimiento
es un mérito y no una desgracia contra la que hay que luchar para erradicar?
¿Qué otra cosa es el dolor físico-fisiológico
sino la alarma que salta porque algo falla en el funcionamiento para que pares,
consultes y lo repares, con medicina o con cirugía?
¿Pensar que Dios disfruta si
aguantas el dolor de muelas, o el cólico nefrítico, o dar a luz sin epidural,…?
¿Pero qué tipo de Dios,
sádico, es ese?.
¿Recuerdan Uds. la película
“Camino”, de Javier Fesser, premios Goya a la mejor Dirección, al mejor Guión
Original, a la mejor Actriz Revelación, a la Mejor Actriz Protagonista.
Película basada en hechos
reales: una familia del Opus Dei y una hija de 11 años, con cáncer, que lucha
entre el amor adolescente y el dolor previo a la muerte.
Han sido las Iglesias, como
Instituciones de poder, y a pesar del mensaje de Jesús, las que han predicado
la resignación ante el dolor y el sufrimiento como claves de la espiritualidad
y de lo sagrado e imponiéndonos, para creerlo, a un Dios capaz de imponer
castigos infinitos y eternos.
El cristianismo servido por la Iglesia oficial ha sido
paulino, no el de Jesús de Nazaret.
Nada de extrañar que haya
perdido tanto espacio en la sociedad.
Arrimándose, además, al poder
para someterlo, para dirigirlo, para imponerse,…
Se han creído (y así han
querido hacérnoslo creer) que sólo a través de ella (la Iglesia ), como la aduana
del cielo, podemos traspasar, pagando y sufriendo, las puertas del cielo, la
felicidad eterna.
¿”Extra Ecclesia nulla est
Salus”?
¿No hay salvación fuera de
ella?
¡Pues estamos “arreglaos”¡
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