Durante toda la Edad Media los libros
sagrados (Torá, Biblia, Corán) serán los guías del pensamiento y los límites
irrebasables del mismo.
Entre la “palabra de Dios” y
la “palabra de los hombres” no hay opción ni discusión.
Dios siempre es omni-todo y
el hombre es omni-nada, infalible por esencia y falible por naturaleza,
respectivamente…..
La verdad viene de arriba, de
la autoridad.
En nuestro caso, de Dios (la Biblia , “palabra de Dios”),
de las autoridades eclesiásticas (los Santos padres de la Iglesia , la Patrística , la Tradición ), de los
Concilios (asistidos por la presencia real y efectiva del Espíritu Santo), o
por alguna autoridad de renombre , “ha dicho el Papa” o “Aristóteles dixit”…
Y si la verdad viene de
arriba, ¿para qué investigar?. Preguntemos a los de arriba, a las autoridades
divinas o humanas.
Todo este esquema medieval,
tras casi 1.000 años, va, poco a poco, haciendo aguas y ya en el siglo XIV se
va derrumbando la muralla, la presa o el castillo medieval, alrededor de un
personaje eclesiástico, Guillermo de Okham ( el Guillermo de Basquetville de “El
nombre de la rosa”), el que separa la
Razón de la Fe
(ya ni siquiera armonía tomista, menos aún, esclavitud ( “la Filosofía era la esclava
de la Teología ).
“Lo que se cree no se sabe,
lo que sabe no se cree” – muy tosca y bruscamente dicho.
Son dos campos, son dos
ámbitos, distintos, sin intersección ni
contacto.
La razón y la fe campan/deben
campar cada una por el suyo.
La fuente de la verdad de lo
que ocurre en este mundo es la
EXPERIENCIA.
Si queremos saber si es
verdadero o falso lo que ocurre aquí abajo, en la tierra, preguntémosle, no a
las autoridades, sino a la
EXPERIENCIA , verifiquémoslo, comprobémoslo, constatémoslo.
La verdad no viene de arriba,
las causas de lo que ocurre aquí abajo están aquí abajo.
Si no las vemos es porque
están cubiertas, descubrámoslas.
Estarán tapadas,
destapémoslas.
El hombre está ocupando el
lugar que durante tanto tiempo ha ocupado Dios.
El antropocentrismo está
desplazando al teocentrismo.
Al principio, titubeante y,
poco a poco, cada vez más suelta.
Como le ocurre al niño al
soltarse del brazo de la madre.
Es el comienzo del método y
de la ciencia experimental.
Y si ya el cristianismo se
había desgajado, y Constantinopla ya no tenía relaciones religiosas ni
eclesiásticas con Roma, ahora la división es interna.
El Cristianismo ha dividido
al mundo civilizado(¿).
Primero “meridianamente” en
Oriente (capital Constantinopla o Bizancio) y después “paralelamente” (Norte,
con el protestantismo, Lutero y demás, países del Norte de Europa), y Sur con
el Catolicismo, capital Roma)
El Catolicismo
ya sólo ocupa la cuarta parte de lo que antes ocupaba.
Parte de la Iglesia ha creído que Roma
se ha alejado del mandato de Cristo, que no vive como Cristo quiere que viva,
que el mensaje de Cristo ha caído en el olvido, que la vida de la jerarquía
eclesiástica es la menos ejemplar que uno pueda imaginarse, que entre lo que dice y lo que hace va un
abismo, y necesita renovarse, reformarse, pero desde dentro.
Y como Roma, como cabeza de
la cristiandad occidental se niega a ello, la Reforma vendrá desde
fuera, separándose de ella y creando otros centros cristianos.
Todos se consideran
cristianos, pero no romanos, tienen otras Fes y otros ritos.
Estamos hablando, pues, de
Protestantismo, Calvinismo, Anglicanismo….
Se amplía el campo de la fe.
Se amplía el campo del saber.
La separación ha sido
fructífera, está vitalizando o revitalizando a ambos.
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