8ª.- LA REVOLUCIÓN GNOSEOLÓGICA
O EPISTEMOLÓGICA. La revolución en el conocimiento y a la hora de conocer.
Hasta el día de hoy triunfaba el “objetivismo”. Las cosas estaban ahí y si el
hombre quería conocerlas sólo tenía que ir a ellas, acoplarse a ellas,
adecuarse a ellas. La verdad era la “adaequatio intentionalis intellectus et
rei”. La verdad era la adecuación del entendimiento con la cosa. El papel
predominante, en el conocimiento, lo tenía el “objeto” (“objetivismo). A partir
de ahora ya no. “Quidquid cognoscitur ad modum recipientis cognoscitur”. Lo que
conocemos, si lo conocemos, es porque ello se acopla a nuestra forma de
conocer. Para que una cosa pueda ser conocida tendrá ella que ajustarse a
nuestra manera de conocer, a nuestras estructuras cognoscitivas. Si yo sólo
puedo ver lo que está entre la gama del rojo al violeta, lo que esté por debajo
del rojo (los infra-rojos), no que no existan, yo no los podré ver porque mis
estructuras visuales son así. Igualmente todo lo que esté más allá del violeta
(los ultra-violetas), no los podré ver, no que no existan.
Yo soy así. Yo tengo esta
forma de sentir. Lo que se adecue, lo que se acople a mi forma de sentir, lo
sentiré. Lo que no se acople, no lo conoceré. No que no exista. ¿Y qué decir de
Dios y del más allá y de la otra vida?.
En el proceso cognoscitivo,
ahora, el papel principal lo tiene el sujeto (“subjetivismo”).
¿Cómo van a ver lo mismo un
daltónico que uno que tenga la vista cromática?. No que no existan los colores,
es que uno carece de receptores cromáticos. ¿Tendrá que ver la realidad
acromáticamente?.
Además la certeza ya no
proviene de Dios. Algo será verdad si mi inteligencia y mi razón así me lo
muestran. La evidencia intelectual y la evidencia racional, la evidencia
inmediata (“el triángulo tiene tres ángulos”) y la evidencia mediata (“La suma
de los ángulos internos de un triángulo suman 180 grados o equivalen a dos
ángulos rectos”), son la fuente de certeza.
Confianza en el sujeto.
9ª.- LA REVOLUCIÓN DEL
FUTURO. El hombre confía en sí mismo, en sus capacidades. Es la idea de
PROGRESO que se instala en la mente de los hombres. La RAZÖN va pudiendo con todo,
la razón está solucionando los problemas que van apareciendo. Confianza plena
en la RAZÖN. No
se le ve límites al poder de la RAZÓN. Omnipotencia de la RAZÓN en vez de omnipotencia
divina. El futuro depende de nosotros, y no de la Pro-Videncia divina.
“Pro-videncia = mirar por el bien de”. El hombre es pro-vidente de sí mismo. El
futuro no está escrito, nosotros somos los que vamos a escribirlo. En vez de
“en tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”, “confío en mí y en mi RAZÖN para
conquistar, para conseguir, para hacer que exista un futuro mejor, para que
haya un mundo mejor”. En vez de “el pan nuestro de cada día dánosle hoy”,
prepara la tierra, abónala y siembra lechugas.
En vez de rezar, trabajar. En vez de pedir, hacer, manos a la obra.
El hombre protagonista de su
destino, “no escrito en las estrellas”.
Cada uno debe ser el autor,
el actor, el guionista, el director,…. de su vida. Hay que ser valiente,
ATRÉVETE.
La felicidad. El porvenir. El
futuro. Lo que será. Todo está en nuestras manos. No metas a Dios en todo esto.
10.- LA REVOLUCIÓN GEOGRÁFICA.
El mundo conocido está siendo cada día más grande. Vivimos en un mundo abierto.
Creemos que mañana podrá ser más grande aún.
Si con la
Revolución Astronómica habíamos llegado más arriba, ahora
estamos llegando más adelante. Amplitud en la vertical y amplitud en la
horizontal. Y todo por/con LA
RAZÓN.
Es la doble Revolución en los
límites. Y todo con/por LA
RAZÓN. El desarrollo de la Cartografía , la Brújula Magnética ,
que permitirán adentrarse tierra adentro y mar adentro sin riesgo de perderse,
sin desorientarse.
11.- LA GRAN REVOLUCIÓN
POLÍTICA. Hemos pasado de “el poder viene de Dios” a “el poder reside en el
pueblo”.
Hemos pasado del “yo sólo
respondo ante Dios y ante la
Historia ” a “Ud, responde ahora y aquí ante el pueblo”.
La soberanía no reside en el
gobernante que gobierna sino en el pueblo gobernado que, en cualquier momento,
puede perder la confianza en su gobernante y retirarle el poder, que nunca se
lo ha dado, al que nunca ha renunciado, sino que tan sólo le ha permitido que
lo ejerza, con su permiso.
Ya ningún gobernante lo será
“por la gracia de Dios”, sino “por la confianza y con el permiso del pueblo”.
El hombre como constructor de
la sociedad política.
Ya no se considera pecado de
soberbia el querer sobresalir, el querer subir y cambiar
No hay comentarios:
Publicar un comentario