Esa forma de vivir la pareja,
conciliando fidelidad y promiscuidad, intimidad y distancia, amor y deseo
(porque nunca vivieron juntos).
Fue un modelo que imitarían
generaciones de europeos.
Juntos viajarán mucho y
juntos trasnocharán en los locales de jazz de la “rive gauche”.
Era un nuevo modelo de
convivencia.
Profesores de Filosofía en
Institutos de provincias, y que viven en pensiones, adictos ambos al café y a
los tragos largos y que se trataban de “Usted”.
Se pregunta Sartre si no habría sido descargar el “peso de
fealdad” la causa de rodearse de mujeres y seguir buscando más mujeres.
Como el feo Sócrates tampoco
Sartre estaba ni contento ni conforme con su cuerpo: “feo, gordo, miope, torpe
y con un ojo estrábico” en tanto que Simone de Beauvoir era “una auténtica
belleza”.
La primera crisis llegaría
por “un amor contingente”
Con una beca en Alemania
conoce a Marie Ville, esposa de uno de los componentes del grupo, que le
fascina por su “belleza pasiva”, pero al no saber alemán a nivel de
conversación…
El segundo “amor contingente”
fue con Olga, una exiliada rusa “rubia y pálida, de grandes ojos misteriosos”,
exalumna y amiga de S. de Beauvoir. De madre francesa y que fue institutriz de
una familia de la nobleza rusa y que acabará casándose con el heredero y de
cuya unión nacieron Olga y Wanda,
Sartre y S. de Beauvoir se
pelearon por Olga.
“Queríamos construir un
verdadero trío” –escribe S. de Beauvoir.
Olga se casará con un alumno
de Sartre que, a su vez, era amante de S. de Beauvoir.
También la hermana de Olga,
Wanda, sería otra amante de Sartre y a la que mantuvo económicamente durante
toda su vida, se veían dos veces por semana y compartían diez días de
vacaciones al año.
Sartre le escribió seis
obras, actuó en ellas y con cierto éxito y a la que le compraría un
apartamento.
Sartre luchaba con la
poligamia y su calendario y horario.
Las comidas y las camas las
compartía con unas o con otras según fuera un día u otro de la semana, lunes y
jueves, aunque martes y sábados era con S. de Beauvoir, los miércoles con otra
y los viernes con Wanda.
Y si salía otro amor
circunstancial Sartre le buscaba un hueco.
Las vacaciones en una u otra
ciudad, con una mujer o con otra.
Se gastaba todo el dinero con
ellas (o se lo prestaba), incluso los adelantos de la editorial.
¡Tantos amores y ningún libro
sobre el amor¡
El amor implica disputas.
“Cada uno de nosotros quiere
que el otro le ame, pero no tiene en cuenta que amar es querer ser amado y que,
de esa manera, queriendo que el otro le ame sólo quiere que el otro quiera, a
su vez, ser amado…de ahí proviene la perpetua insatisfacción del amante”.
Liberar al otro y liberarse
del dominio del otro son los dos momentos del amor.
Primero apropiarnos del la
libertad del otro y, en segundo lugar, resistir al dominio del otro.
Es un punto de encuentro
entre dos libertades que tienen que asumir su fracaso.
Es el hombre como “pasión
inútil” también en el amor.
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