Aunque la traicionó por su
“pequeño defecto”, ella siempre estuvo a su lado.
Renèe, por la época que le
tocó vivir, por saber como él era, o porque quizá sabía que tenía razón sin
más, siempre le dejó hacer.
Se cree que dejó, en más de
una ocasión, que su marido estuviera en casa gozando del placer de las orgías
con más de una joven.
Sade refleja en una
carta la desidia por casarse con quien
no es amado:
“Los días, que en un matrimonio por conveniencia sólo
traen consigo espinas, hubieran dejado que se abrieran rosas de primavera.
¡Cómo hubiese recogido esos días que ahora aborrezco¡
De la mano de la felicidad se hubieran desvanecido
demasiado deprisa.
Los años más largos de mi vida no tendrían suficiente
para ponderar mi amor.
En veneración continua me arrodillaría a los pies de
mi mujer y las cadenas de la obligación, siempre recubiertas de amor, habrían
significado para mi corazón arrebatado sólo grados de felicidad.
¡Vana ilusión!
¡Sueño demasiado sublime!”
-Marqués de Sade-.
Poco después de casarse, Sade
ya es detenido y pasa 15 días encarcelado, aunque no se sabe por qué, se cree
que tuvo que ver con algún motivo de prostitutas y un secreto escrito
arrebatado.
El rey Luis XV, se decía a sí
mismo recatado en la vida sexual fuera del hogar, y por curiosidad, castigo o
aburrida existencia, estaba siempre informado de los quehaceres sexuales de la
nobleza.
Para su entretenimiento, le
llegaban escritos detallados de quién había visitado prostíbulos, quién tenía
amantes y qué hacían.
Es informado de que
el Marques de Sade tiene varias amantes, todas ellas elogiadas por su
belleza (actrices, bailarinas y del mundo del arte en general)
Sade harto de su vida
matrimonial, no se corta, y se va con su nueva amante a vivir varios meses.
Se dice que eran caprichos,
que era incapaz de enamorarse, sólo sexo y desorden mental.
A los 27 años toma una gran
herencia de su padre.
Sigue con el teatro, que
había formado hacía unos años, y con la milicia.
En 1768 un Domingo de
Pascua, Sade, recurre a los servicios sexuales de una prostituta.
Su fama se va forjando cada
día que pasa.
En este caso, la mujer, lo
acusaría posteriormente de que la flageló.
El Marqués es
encarcelado 7 meses.
Se dice que todo fue
ampliado, por odio o celos, ya que al final se contó que dio de beber a una
mendiga para drogarla y ver así la resistencia física y sexual de ésta.
Ello le hizo un gran daño, ya
que el caso no solo se quedó en las fronteras de su país.
Al salir, sigue con su mujer,
en Lacoste donde montará otra compañía de teatro.
En 1772, tras estar con
varias prostitutas en una orgía que duró más de un día, se le acusa de
envenenamiento por la mosca española.
Ninguna murió, pero es
acusado de sodomía y haber querido envenenarlas.
Es, por ello, sentenciado a
muerte.
El Marqués huye a Italia,
junto a su cuñada, claro está, con la que se dice que también tuvo sus más y
sus menos amorosos.
Es detenido, pero 5 meses
después vuelve a huir con su mujer.
Pasan años escondido en
Italia y se cree que también en España.
Su suegra, su mayor enemiga
en los años de su vida, logra que el rey escriba una carta de detención y
prisión inmediata por el daño que está haciendo a su casa, y a su nombre.
Su esposa, aún con todo,
quiere la absolución de su marido y demanda a su propia madre, por acoso y
persistencia, ante la corte real.
Él sigue escondido, pero al
enterarse de que su propia madre está en el lecho de muerte va a visitarla y es
cuando al fin lo arrestan.
Renèe, consigue que reabran
la causa y se demuestra que hubo muchas mentiras e irregularidades en el
juicio, pero entra en prisión.
Los primeros 4 años de su
encierro, estuvo en la más absoluta soledad, hasta que permitieron la visita de
su mujer.
Renée y Sade se
escriben casi a diario.
“¿Cómo has pasado la noche, mi dulce amigo? Yo estoy
muy triste aunque me dicen que estás bien. Sólo estaré contenta cuando te haya
visto”.
“En el transcurso de los sesenta y cinco días que he
pasado aquí, solo he respirado aire puro y fresco en cinco ocasiones, durante
no más de una hora cada vez, en una especie de cementerio de unos cuatro metros
cuadrados, rodeado de murallas de más de quince metros de altura. […]
Desde el instante terrible en que me arrancaron tan
ignominiosamente de tu lado, mi querida amiga, he sido víctima del sufrimiento
más cruel.
Me han prohibido darte detalles sobre esto, y todo lo
que puedo decirte es que es imposible ser más desgraciado de lo que soy. […] La
desesperación se apodera de mí.
Hay momentos en que no me reconozco. Siento que estoy
perdiendo la razón. La sangre me hierve demasiado para soportar una situación
tan terrible. Quiero volver mi furor contra mí mismo, y si no estoy fuera
dentro de cuatro días, estoy seguro de que me romperé la cabeza contra los
muros”.
Renée sigue enfrentada
con su madre, no tiene ayuda económica, pero no es motivo para que no le envíe
comida, ropa, y todo lo que le pide, a su esposo.
En el tiempo que estuvo
encerrado, llegó a tener una biblioteca de más de 600 libros.
Entre el encierro y tantos
libros le pasa como lo que contó Cervantes de Don Quijote, la
lucidez se va tiñendo de oscura nebulosidad, comienza a volverse loco, y
declara que su mujer, se ha asociado con su suegra para encarcelarlo.
También sueña con una mujer
que llora junto a él y lo levanta del suelo.
Al cerrarse la fortaleza
de Vincennes, donde se encontraba recluido, lo llevan a la Bastilla,
y lo meten en una celda aún más pequeña que la anterior, y más oscura.
Tuvo varias peleas con sus
carceleros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario